A propósito de la ley de Educación

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Hegel, nada sospechoso de catolicismo, reconocía que la conciencia de la libertad irrumpió en la historia a través del cristianismo. No es pues extraño que para acabar con la libertad en un aspecto tan importante como el educativo, se arremeta contra la religión…

En el actual debate sobre la LOE hay dos temas importantes que no deben confundirse. El primero es la importancia de la asignatura de religión. Algún agorero se escandaliza (lo de rasgarse las vestiduras viene de antiguo) diciendo que no puede evaluarse por igual la religión que las matemáticas. Me gustaría saber porqué. Europa, la que aún existe aunque se esté deshilachando le debe más al cristianismo que a Pitágoras. Para entendernos que con los números igual se puede hacer una pirámide como las de Egipto, pero no una sociedad como la occidental. Ni siquiera son suficientes para levantar una catedral.

Si se atiende al interés del alumno tampoco es verdad que le interesen más las matemáticas que la religión. Poca gente se dedica a pensar en algoritmos o en integrales. En cambio aquello de lo que la religión trata ocupa mucho tiempo en el pensamiento de las personas. Aún más, lo decisivo de la vida de cada uno acostumbra a tener que ver con el hecho religioso aunque no sea enunciable en forma de ecuación.

Por tanto, argumentar en esa dirección es un sofisma. Y más porque la presencia del cristianismo (aquí no trato de otras religiones porque no es el tema de España), en la cultura ha supuesto un avance en la ciencia y en la misma matemática. De alguna forma la predicación del Evangelio, con todo lo que suponía, catalizó los gérmenes científicos esbozados en la antigüedad griega y exorcizó los demonios de la naturaleza. Así, se pasó de la magia a la ciencia que nunca, en cuanto ciencia, entra en conflicto con la fe.

Por tanto defender la religión en la escuela, al menos como asignatura, no va en contra de las otras materias que el alumno debe aprender. Si se analiza la historia se observará que más bien la potencia. Desde la lengua hasta la física pasando por las demás materias, incluyendo la plástica (preguntense si no porqué la pintura oriental no evolucionó en la historia y la occidental sí).

Acotado este punto vamos al segundo. El problema verdadero de la LOE no es la asignatura de religión sino la libertad de enseñanza, que abarca desde la que los padres elijan el colegio que prefieren para sus hijos hasta la posibilidad que una institución como la Iglesia pueda crear centros educativos acordes con sus convicciones, y que, por supuesto, eso no signifique una marginación por parte de la administración. De hecho la supresión de la asignatura de religión no es más que un corolario del auténtico atentado que es contra la libertad. En el caso hipotético (porque en el anteproyecto caminan de la mano) de que hubiera que elegir entre libertad de educación y asignatura de religión preferiríamos la primera. Porque de nada sirve que exista una asignatura si los padres no pueden elegir el modelo educativo para sus hijos. En cambio, si hay libertad, se podría dar una formación católica aún en el caso extremo que no pudiera dedicarse una asignatura específica a la formación religiosa. Por tanto el tema real es el de la libertad.

Hegel, nada sospechoso de catolicismo, reconocía que la conciencia de la libertad irrumpió en la historia a través del cristianismo. No es pues extraño que para acabar con la libertad en un aspecto tan importante como el educativo, se arremeta contra la religión. Parecen dos enemigos a batir, pero es uno solo. Hay que andar con cuidado con las andanadas mediáticas porque si no podemos perder la perspectiva.

David Amado, Filósofo