Bienaventurados

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Han comenzado las jornadas de espiritualidad en el XXIX Aula Malagón-Rovirosa, en la Casa Emaús en Torremocha de Jarama. Con el tema central de las «Bienaventuranzas, una anatomía del Evangelio» y presentadas por el padre Chércoles, nos introducen en la apuesta de Jesús por la felicidad del ser humano.

Nadie al que se le pregunta sobre su vida dice querer ser un desgraciado, un infeliz, un triste. Todos aspiramos al máximo sentido, a la máxima alegría, a la “buena ventura”.

Las BIENAVENTURANZAS SON LA APUESTA DE JESÚS POR LA FELICIDAD DEL SER HUMANO.

Pero estamos empeñados en pensar, en creer, en vivir instalados en otras “apuestas” que nos den la “felicidad” porque fiarnos de la apuesta de Jesús nos parece un disparate, una locura. Si afinamos un poco, tampoco parece que nuestra apuesta sea demasiado segura. Más bien empezamos a tener la sensación de que está siempre amenazada, de que nunca llega a realizarse. Hemos descartado en la práctica, desde nuestra superficialidad y necedad, también los cristianos,  una propuesta que posiblemente está sin estrenar. Y la hemos descartado tachándola de poco realista, de ser “muy sobrenatural”, de ser demasiado simplista. Pero…¿Y SI EL EVANGELIO FUESE VERDAD?. ¿Y si resulta que no hay nada más anclado en la realidad, menos evasivo, que el evangelio? ¿Y si resulta que no hay nada que tenga más en cuenta al hombre realmente existente (no al que nos imaginamos que somos) que el evangelio?

En estos días nos vamos a aproximar a las BIENAVENTURANZAS de Jesús.

¿Cómo acercarnos? Pues quitando nuestras seguridades, todos nuestros supuestos, dejando que limpiamente nos pregunte ¿qué te parece?, ¿si quieres…? . Dejando en definitiva que la REALIDAD, dibujada magistralmente en el Evangelio, nos toque, dejando que su luz se refleje en nosotros, con la intención de no manipularlo.

Cada Bienaventuranza nos va a plantear un problema que afecta a toda persona. No un problema secundario, sino un problema que no podemos eludir de ninguna manera. Un problema que exige una respuesta. ¡Y no da igual la respuesta que le demos!. En la crónica final de estos ejercicios daremos cuenta de estos grandes temas y de nuestras “conclusiones” provisionales.

¿Estamos dispuestos a estrenar la experiencia de las Bienaventuranzas? De lo que estamos seguros es de que el Señor ¡NOS LLAMA A SER BIENAVENTURADOS!

La espiritualidad cristiana y las Bienaventuranzas