Cuatro millones de parados en la puerta giratoria.

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El hecho de que existan países en Europa que sigan creando empleo a pesar de la crisis financiera nos evidencia que la alta tasa de temporalidad, ese regalo de los gobiernos de Felipe González, ha puesto a millones de trabajadores españoles en una especie de puerta giratoria: del contrato temporal al paro, del paro al contrato a tiempo parcial, de ahí a la economía sumergida, y así una cadena indefinida de situaciones alejadas del trabajo digno.

1.- PARO Y PSOE: ¿SINÓNIMOS?.

Rodríguez Zapatero presumió en un mitin, antes de alcanzar la presidencia del gobierno, de asumir la herencia de su antecesor en el sillón Felipe González. En 1982 Felipe González subió al poder con la promesa de crear 800.000 puestos de trabajo y fue desalojado de la Moncloa con el triste record de cuatro millones de parados. Pues bien, con el mismo ministro de economía, Zapatero se ha propuesto, no solo emular a su antecesor, sino superarle.

En las últimas elecciones generales, el presidente y a la vez candidato socialista, prometió la creación de dos millones de puestos de trabajo, la reducción de la tasa de desempleo hasta el 7% y una reducción de la temporalidad hasta el 25%.

Hoy todos sabemos que Felipe González mintió a los españoles. Veinticinco años después lo ha reconocido. El actual presidente del gobierno ha disparado la mentira y hasta es posible que tengamos que esperar otros tantos años para que pida perdón a los españoles.

2.- ¿HA AUMENTADO EL PARO EN NUESTRO PAÍS?.

Llevamos más de diez meses con aumentos del desempleo. Acabó el año 2008 con una cifra cercana a los tres millones, volviendo a números de 1996. El desempleo aumentó en todos los sectores con el siguiente orden: en los servicios, seguido de la construcción, la industria, la agricultura y el colectivo sin empleo anterior.

Sube el paro y baja la cotización. La Seguridad Social pierde afiliados. Los gastos provocados por las prestaciones por desempleo se disparan. Las colas en las oficinas de empleo doblan las esquinas y por ellas desfilan peones albañiles y mecánicos, pero también informáticos e ingenieros. El colectivo de trabajadores autónomos a quienes hace dos años se les prometió sacarles de su deprimido régimen aseguratorio está siendo uno de los más golpeados por la actual crisis. Por primera vez en cinco años el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos registra cifras negativas. Sin créditos y sin prestación por desempleo, muchas familias de emprendedores han mordido el polvo y tienen que asistir al carnaval de las ayudas públicas al sector financiero y a empresas multinacionales que esgrimen ante la administración pública los expedientes de regulación de empleo para reclamar ayudas a pesar de tener beneficios.

Con la palabra crisis en boca de todos, los expertos preveían que en 2009 se superasen los cuatro millones de parados, previsiones que tristemente se han cumplido. En septiembre de 2008 la encuesta de población activa (EPA) mostró que se destruía empleo por primera vez en casi 15 años. Y ello contando con que sus métodos para contabilizar parados se usan todos los trucos necesarios para maquillar las estadísticas.

La Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas) publicó el panel de previsiones que recogía los pronósticos de 13 de los servicios de estudios más prestigiosos de España. En ellas, la tasa media de paro superará en 2009 el 15% lo que implica más de cuatro millones de parados. Los sindicatos también habían aceptado este análisis.

Y el problema no son solo los cuatro millones de parados. La alta tasa de temporalidad en nuestro país no abre los ojos a la realidad de que temporalidad y desempleo no son fenómenos aislados. La chispa que desata el fuego, el desplome de la construcción, no nos explica el paro en España. El hecho de que existan países en Europa que sigan creando empleo a pesar de la crisis financiera nos evidencia que la alta tasa de temporalidad, ese regalo de los gobiernos de Felipe González, ha puesto a millones de trabajadores españoles en una especie de puerta giratoria: del contrato temporal al paro, del paro al contrato a tiempo parcial, de ahí a la economía sumergida, y así una cadena indefinida de situaciones alejadas del trabajo digno.

No nos sorprendamos por las cifras de paro. ¡Lo teníamos encubierto! Eran millones de contratos de trabajo para disimular la estadística los que se hacían en nuestro país. La derrota del trabajo no se diagnostica únicamente con la tarjeta de desempleo. Son los informes de vidas laborales que todos los años envía la Tesorería General de la Seguridad Social a muchos españoles que les recuerdan su nomadismo laboral. ¿Es muy diferente hacer cola en el INEM que hacerlo en una ETT?.

El número de trabajadores que había en España en 1982 era prácticamente similar al de 1996, pero en aquellos catorce años se produjo un cambio fundamental: la temporalidad pasó a ser lo normal en los contratos de los licenciados, de las mujeres, de los jóvenes, etc. Lo temporal y lo precario pasó a desbordar lo estrictamente laboral. Se incrustó en la mentalidad, en la forma de abordar la vida, la familia, el futuro. El trabajo retrocedió un siglo y pasó a ser flexible, la nueva denominación del temporero.
3.- ¿POR QUÉ EL PARO?.

Llama la atención que en España jamás se había destruido empleo a una velocidad como la actual. En ninguna de las anteriores crisis los números se habían inflado con tanta velocidad y la sociedad se muestra perpleja. No por ello debemos perder la perspectiva de las anteriores crisis. El periodo de Felipe González nos demostró que las altas cifras  de paro son situaciones de las que se sale con mejores condiciones de contratación para las empresas, salarios más bajos, menor solidaridad y mayor fragmentación entre los trabajadores.

El paro no es casualidad. Nos lo recordaba Solchaga cuando dijo que “no es el resultado de un capricho del azar o de una trágica resignación ante un destino inexorable, sino el resultado de un cálculo -no siempre consciente por parte de todos los implicados- que demuestra que la reducción del desempleo, lejos de ser una estrategia de la que todos saldrían beneficiados, es una decisión que si se llevara a efecto podría acarrear perjuicios a muchos grupos de intereses y a algunos grupos de opinión pública».

Pues bien, ¿quiénes son esos grupos de poder?, ¿qué quieren ahora?.

Esos grupos de poder son las multinacionales españolas y las entidades financieras. Las grandes empresas españolas juegan en el terreno mundial, y miden en él su rentabilidad. Cada vez obtienen una parte mayor de sus beneficios fuera, gracias precisamente a la hiper explotación de los trabajadores y los recursos naturales de Iberoamérica, de los países del este, África y China.

La banca española corresponsable de la crisis especulativa internacional controla los ahorros de todos y, si bien es cierto que tienen algo más de cuatro millones de accionistas, el poder efectivo lo tienen no más de 5.000 personas. Esas personas, que suelen formar parte de los consejos de administración del resto de las grandes empresas, son las que mueven los hilos de la economía.

Aunque este Gobierno presume de ser la “octava economía” en PIB per cápita, el propio Instituto Nacional de Estadística afirma que el 20% de la ciudadanía vive bajo el umbral de la pobreza. ¿Cómo se puede explicar que tras años de creación de empleo, el paro no deje de crecer?. Nunca como ahora había dado la cara una economía tan enemiga del trabajo.

Así, Gas Natural, tras la adquisición de Unión Fenosa, incrementa la factura en un 18,5% y con unos beneficios netos en el primer semestre de 2008 de 562 millones, anuncia el despido de 600 trabajadores y la modificación de las condiciones laborales de 1.200. Telefónica se ha convertido en la primera multinacional española despidiendo 50.000 trabajadores y multiplicando el número de subcontratados.

Zapatero hablaba de una economía sana pero no hacía más que leer el guión que le ponían en las manos los que se beneficiaban de la especulación urbanística, las privatizaciones y la mano de obra barata. ¿Cuál era el secreto de la octava economía mundial?: hacer grandes fortunas  sobre las espaldas de los trabajadores, especialmente los inmigrantes.

El socialismo de Zapatero es un sarcasmo. El campeón de las políticas sociales legisla para aumentar la pobreza. Podemos verlo brevemente en unos ejemplos:

– La Carta Social Europea señala que el salario mínimo debe equivaler al 60% del salario medio de cualquier país y el español apenas sobrepasa el 43%.

– Zapatero acudía como un aplicado colegial a las manifestaciones contra Aznar pero no ha derogado las medidas regresivas que aprobó el PP en 2002 y contra las que se hizo una huelga general. Es más, ahondó en quebrar la estabilidad laboral de muchos trabajadores fijos bonificando contratos de despido barato.

– La política fiscal no ha beneficiado a los trabajadores precisamente. Solbes se ha vanagloriado de no haber aumentado el gasto público y aprovechó para reducir el impuesto de sociedades del 35 al 30%. El presidente de la CEOE le agradecía su actuación y le pedía más: «es la primera vez que nos han rebajado el impuesto de sociedades, pero hay que seguir profundizando (…), a partir del día 10 de marzo estaremos llamando a la puerta de tu ministerio para pedirte que busquemos soluciones». El ministro no dudó en replicarle que ya «hemos demostrado que no tenemos nada en contra de bajarle la fiscalidad a las empresas»… y de aumentarla a los trabajadores.

– Los trabajadores y las familias españolas no tienen una ley que les proteja de los créditos usurarios y del sobreendeudamiento. Los juzgados españoles se saturan por los embargos y desahucios de quienes no puede pagar su hipoteca.

– El PSOE denuncia las privatizaciones del PP en Madrid pero en Cataluña o Andalucía realiza una política similar, y con el gobierno central en sus manos no deroga la ley que ha permitido la entrada de la iniciativa privada en la Sanidad, aprobada por el PP en 1998 con su respaldo. Casi el 30% de los trabajadores que prestan servicios para la administración pública son temporales.

 

4.- ¿QUÉ HACEMOS?.

Hace cerca de veinte años, en una tertulia televisiva del programa de televisión Española “La Clave” llamó un espectador y preguntó a un contertulio si el paro era una forma de terrorismo. Le respondió Heleno Saña afirmativamente por entender que el paro generalizado imponía un estado de terror en la sociedad. Fue un catedrático de universidad del PSOE el que interrumpió violentamente la conversación al grito de no es para tanto.

Y si lo es. Nos embarcamos en una nueva situación en la que la derrota del trabajo se acompaña de una mayor división e insolidaridad social. Con estatutos de autonomía insolidarios, sin familia, con más cadenas de subcontratación y con menos vida asociativa, la crisis provocará más víctimas entre los débiles. Los casi cinco millones de trabajadores inmigrantes han supuesto abundante mano de obra barata y ya constituye una enorme bolsa de población vulnerable sin prácticamente derechos, ni laborales ni políticos.

No hablemos solo de cuatro millones de parados. Hablemos también de los temporeros, de los muchos autónomos que son trabajo explotado por mucho que la ley les llame empresarios. No hablemos solo de parados y tengamos la valentía de hablar cada día más del hambre. No releguemos a los inmigrantes que han enriquecido nuestro país. Su presencia junto a nosotros nos ha evidenciado hasta que punto ha llegado el robo del Hemisferio Norte al Hemisferio Sur. La masiva emigración en el mundo ha sido la única forma que han tenido muchos países pobres de hacer frente a la masiva transferencia de recursos del Sur al Norte. Las remesas de los inmigrantes a sus países son en muchos casos su primera fuente de  ingresos. Frente a ello, las primeras medidas legislativas de Zapatero contra la crisis han sido la aprobación de normas que endurezcan la entrada en nuestro país y faciliten la salida. Y eso se llama aumentar el hambre en el mundo.

Una situación así pone en difícil situación a una importante parte de la población. Mientras tanto, el exsecretario general de CC.OO., José María Fidalgo, calificaba el dato de «malísima noticia» y el líder de UGT, Cándido Méndez, pide mejor cobertura de desempleo. Estos sindicatos los hubiera legalizado Franco en cinco minutos.

Podemos salir de dar vueltas eternamente en la puerta giratoria, de subir eternamente la piedra a la montaña como Sísifo hacía por castigo de los dioses. Es hora de luchar contra el hambre y el paro desde la conciencia moral liberadora. Desde el fomento de la economía cooperativa de trabajo asociado, la reducción del tiempo de trabajo, el uso del avance tecnológico en beneficio del trabajo que lo creó, el empleo solidario del ahorro del  pueblo, etc. Esto tiene remedio.