Del Gurugú al «CIE» marroquí o al desierto…

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Se ha denunciado por una organización marroquí la detención arbitraria en condiciones inhumanas de los inmigrantes empobrecidos en varios centros en Marruecos. De otros muchos inmigrantes no se tienen datos, o se sospecha lo peor.

«Estoy en Ourzazate, hace mucho calor aquí. La policía nos da de comer, pero no todos los días». Esas son las palabras de M. S. H., un camerunés de 26 años que fue detenido en las redadas del monte Gurugú del 10 de febrero.

A las cinco de la mañana, la Policía marroquí subió al monte en el que, aproximadamente, 1.200 subsaharianos malvivían esperando a cruzar a Melilla. Les montaron en 26 autobuses y tras agruparles en Karia (a 25 kilómetros de Nador), dónde estuvieron 8 horas sin comer ni beber – tal y como denuncia la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH)- les distribuyeron en 17 centros de detención en el sur del país.

El de Ourzazate es solo uno más. En él hay más de 60 inmigrantes, tres menores y dos mujeres. No saben qué será de ellos, pero aún así no pierden las esperanzas de algún día dar el salto a Europa.

En el campamento del Gurugú, situado entre Nador y Melilla, sólo quedan 50 inmigrantes. El bosque que un día fue la casa de más de 1.000 africanos, se ha quedado vacío. Las autoridades marroquíes lo quemaron.

Pero éste no ha sido el único campamento desmantelado. La policía ha continuado ejerciendo redadas en la zona y este fin de semana ha desalojado también el bosque Bolingo, próximo a la ciudad de Nador, dónde todavía queda una veintena de inmigrantes detenidos en la comisaría.

La policía marroquí aplica la política acordada con sus «amigos» europeos.

Algunos de los inmigrantes detenidos llevan días avisando de posibles visitas de las embajadas de los países africanos al centro de detención de Essaouira, en el que hay retenidos 63 subsaharianos.

Sin embargo, esto no es la primera vez que sucede. En el verano de 2013, hubo detenciones en el monte Gurugú, pero esta vez Marruecos se lo ha tomado más en serio. Sólo unas horas después de que Rabat anunciara que desmantelaría los campamentos, la policía marroquí subió al bosque para emprender una de las redadas más fuertes en la última década.

Hacía 10 años que estos viajeros invisibles no sufrían algo similar. Fue en septiembre de 2005, cuando las autoridades marroquíes montaron a los inmigrantes subsaharianos en autobuses y les abandonaron en el desierto. Sin nada que llevarse a la boca.

Fuente: El mundo