EL AGUA: las multinacionales pretenden controlar el acceso a este derecho universal

1985

…los organizadores del Foro Mundial del Agua deseaban que el agua fuese calificada oficialmente de necesidad, de manera que el sector privado, a través del mercado, tuviera el derecho y la responsabilidad de suministrar ese recurso vital a cambio de un beneficio económico…
Agua, un derecho universal

Por Miguel Ángel Granados Chapa

No es casual que el Consejo Mundial del Agua naciera en Francia (Marsella, 1996), donde tienen su sede las dos mayores empresas dedicadas a la industria y el comercio de agua, Suez y Vivendi, que influyen decididamente en su organización y funcionamiento. Ese Consejo, organizador del IV Foro Mundial del Agua, que hoy comienza en la ciudad de México, envuelve en propósitos laudables con los que nadie puede estar en desacuerdo con una política de precios reales al líquido, objetivo que conforme con sus intereses sólo puede lograrse mediante la gestión privada de ese recurso, cuyo uso eficiente nadie tampoco discute.

La finalidad explícita del Consejo, un organismo no gubernamental que tiene, sin embargo, una gran capacidad de convocatoria al punto de que reúne a decenas de ministros en sus foros y otras reuniones, consiste en «promover la conciencia sobre temas relativos al agua, así como generar compromisos políticos y desencadenar acciones sustantivas en todos los niveles, con el propósito de facilitar la conservación, protección, desarrollo, planificación, gestión y uso eficaz del agua en todas sus dimensiones, sobre una base ecológicamente sostenible en beneficio de la vida en la tierra».

Al año siguiente de la fundación del Consejo se iniciaron sus foros trianuales, siempre al comenzar la segunda quincena de marzo. La sede del primero, en 1997, fue Marrakech, en Marruecos. El segundo se efectuó en La Haya, Holanda, en 2000, y el tercero en tres ciudades de Japón: Kyoto, Shiga y Osaka, en 2003. Particularmente en la capital holandesa se delinearon los objetivos ideológicos y prácticos del Consejo, que se reiterarán en el de la ciudad de México.

Como veremos, no hay casualidad tampoco en que grandes usuarios de agua, como el Grupo Modelo y Femsa, además de Coca Cola, igualmente participante mayor en el mercado de ese líquido (cuyas ventas en el quinquenio 1998-2003 se elevaron en 81%) sean patrocinadores del foro que se inicia hoy en la ciudad de México. Tampoco es coincidencia que el presidente Fox (que anuncia el IV Foro con su propia voz) haya designado para encabezar la Comisión Nacional del Agua a su ex compañero de trabajo en Coca Cola, Cristóbal Jácquez.

En el foro de La Haya, escriben Maude Barlow y Tony Clarke, si bien participaron funcionarios de la ONU y ministros de 140 gobiernos, «los auténticos protagonistas fueron los representantes de algunas de las mayores empresas del mundo, que a sí mismas se proclaman salvadoras de la crisis mundial del agua. Entre ellas se encontraban no sólo gigantes mundiales del agua, como Vivendi y Suez, sino también importantes conglomerados industriales dedicados a la preparación de alimentos, como Nestlé y Unilever, proveedores de agua embotellada».

Barlow y Clarke son activistas canadienses. Ella (Maude) encabeza el proyecto Planeta azul y él dirige el Instituto Polaris de Canadá. Ambos prepararon el informe «La lucha por el agua en América Latina», reseñado a propósito del IV Foro en el número del semanario Proceso que está en circulación. Ese informe particular, elaborado en 2004, fue precedido por un análisis más amplio titulado Oro azul, cuyo subtítulo no engaña a nadie sobre la posición de los autores: «Las multinacionales y el robo organizado de agua en el mundo». Tampoco deja lugar a dudas sobre su posición la dedicatoria de esa obra «a Kimy Pernia Domico, luchador incansable a favor de los derechos de los indígenas sobre el agua, a quien hicieron desaparecer los paramilitares en Colombia el 2 de junio de 2001. Te echamos mucho de menos» (Paidós, 2004).

En el segundo foro, plantean Barlow y Clarke, «el debate acerca de si el agua debe ser considerada como una necesidad o como un derecho» no tuvo un interés puramente semántico. Abordó en profundidad la cuestión de quién debe responsabilizarse de asegurar que los seres humanos tengan acceso al agua, la esencia misma de la vida: ¿El mercado o el Estado, las empresas o los gobiernos? Con toda probabilidad el debate no se habría producido de no haber sido por la presencia de un reducido grupo de asociaciones que representaban a la sociedad civil. Trabajando juntos bajo un estandarte común conocido como Proyecto Planeta Azul, representantes de grupos ecologistas, obreros y de interés público, tanto de países industrializados como de otros en vías de desarrollo, hicieron oír insistentemente su voz para que el agua fuera reconocida como un derecho humano universal.

«Pero los organizadores del Foro Mundial del Agua tenían otras intenciones. Lo que ellos deseaban era que el agua fuese calificada oficialmente de necesidad, de manera que el sector privado, a través del mercado, tuviera el derecho y la responsabilidad de suministrar ese recurso vital a cambio de un beneficio económico». Reconocer el acceso al agua como un derecho «implicaba que los gobiernos debían responsabilizarse de que todos los seres humanos pudiesen acceder al agua, independientemente de que ello reportase un beneficio económico. Al final, los representantes de los gobiernos se doblegaron a los intereses corporativos de los patrocinadores del foro. En una declaración firmada por los funcionarios gubernamentales asistentes a la conferencia ministerial se decía que el agua era una necesidad básica. No se aludía para nada a que el agua fuese un derecho universal».