El amor no se comercia, se ofrece gratuitamente

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Ha fallecido Teresa Losada, pionera en la acogida de inmigrantes musulmanes en España. Estos últimos años, al mismo tiempo que avanzaba su enfermedad, ha ido recibiendo, agradecida, numerosos reconocimientos a su labor.

En 1977 fundó Bayt al-Thaqafa, un referente e inspiración para los centros de acogida que en España irían abriéndose a partir de entonces al ritmo de las diversas llegadas de inmigrantes.

Teresa Losada fue pionera porque esta inmigración no empezaría a ser algo cuantitativamente importante hasta principios de los años noventa, al calor del boom económico producido, en parte, por la burbuja inmobiliaria. En 1977, España ya había recibido una primera llegada de inmigración musulmana procedente de Siria, especialmente estudiantes de carreras técnicas y científicas, favorecidos por las buenas relaciones entre la dictadura española y la siria.

Poco a poco, el número de marroquíes y de musulmanes del África subsahariana iría en aumento, y Teresa Losada dejaría una brillante perspectiva de trabajo universitario en la Facultad de Semíticas para atender a esta población junto con un grupo de compañeras religiosas, pertenecientes a la congregación de Franciscanas Misioneras de María.

Después de largos años de estudio, que incluye una tesis doctoral, su opción, junto con otras dos compañeras fue ganarse la vida limpiando por las mañanas y dando clases por las tardes a los inmigrantes. Más tarde sería llamada por el Vaticano para ser consultora del Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso, concretamente para las relaciones con los musulmanes.

Su diálogo interreligioso fue de los de la vida cotidiana, del que se interesa por el otro, descubre sus riquezas y acoge incondicionalmente. Así entendía ella este diálogo:

“En el encuentro no hay itinerarios previos. Tan importante como la meta es el punto de partida. Es una exigencia evangélica y por lo tanto no podemos poner fronteras ni límites. Es un proceso abierto porque participamos de un misterio insondable y nuestra fe nos reta a ir más allá de las fronteras. Quizás comenzaremos a ser verdaderamente cristianos cuando nosotros demos diez pasos aunque el otro dé uno solo. Dialogar, convivir, dar sin la certeza de esperar reciprocidad, manifiesta la mayor gratuidad a la que nos invita nuestra fe. Una de las resistencias más tenaces de la opción cristiana es la suposición de que no hay reciprocidad.

Sin embargo, la reciprocidad positiva no está en el punto de partida, sino en el término de un camino de gratuidad, pues con el amor no se comercia, no se compra ni se vende, se ofrece gratuitamente.

El encuentro es una actitud interior, una manera de ser, pues los diques de nuestro corazón han cedido”.  Es el diálogo de la vida, como hicieron Carlos de Foucauld y muchos años antes San Francisco de Asís. Para ello tuvo que vencer “muchas resistencias interiores”. Para Teresa Juan Pablo II “fue un profeta cuando convocó en Asís a los líderes religiosos del mundo para rezar y dialogar y Benedicto XVI cuando visitó la mezquita Azul de Estambul en 2006 y habló del Dios único.  Ahí tenéis como se dialoga”.

Autor: Jaume Flaquer