El PUBLI-REPORTAJE sobre EMILIO BOTÍN, en INFORME SEMANAL

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El Consejo Provisional de Informativos de TVE hace un comunicado donde se puede apreciar la manipulación y el control de la información al servicio del primer banco de España..Sobre los juicios pendientes hubo censura…



5 de mayo del 2004

El Informe Semanal sobre Emilio Botín representa un mal ejemplo de reportaje centrado en el perfil político, humano y profesional de un personaje destacado de la sociedad.

Con independencia de las valoraciones subjetivas que puedan hacerse del reportaje, consideramos oportuno dejar constancia de algunas observaciones que fundamentan nuestra preocupación y juicio negativo del trabajo realizado.

No hay que poner en duda la idoneidad de un reportaje de Informe sobre una persona como Emilio Botín, por su condición de primer banquero del país, uno de los más importantes de Europa, actor muy influyente y determinante en la vida política, social, académica y cultural de España y, no menos importante, protagonista habitualmente esquivo con los medios de comunicación.

Tales atributos hubieran merecido un trato más riguroso, con más sustancia, más enfocado hacia la significación de la entidad que Botín lidera, sus estrategias, sus aciertos y fracasos, sus planes de futuro, sus valoraciones sobre las distintas opciones en política económica, el incipiente desarrollo de la unión monetaria europea, la crisis financiera y económica en América Latina, etc.

En lugar de todo ello, el Informe Semanal nos ofrece un producto que puede calificarse sin exageración de publirreportaje, en el que se omiten los datos relevantes que puedan sustentar un análisis de la gestión del Banco Santander y se reproducen todos aquellos que podemos leer en cualquier folleto de presentación o publicidad básica del grupo.

Algunas omisiones son especialmente llamativas. Ni siquiera se menciona en el reportaje las causas judiciales que Botín tiene pendientes y que están próximas a resolverse. El silencio aquí es aún más llamativo que los elogios o el tono hagiográfico que impregna todo el reportaje. Con independencia de que el interesado estuviera interesado o no en comentar su situación judicial, no es aceptable que ese elemento de la actualidad relacionado con el personaje sea silencio. La omisión de esas circunstancias refuerza la sensación de sospecha de que se ha hecho un servicio al Santander y a su Presidente, más que un trabajo periodístico serio, riguroso y profesional.

La duración del reportaje, casi diecinueve minutos, es superior en un 50 por ciento a la habitual en Informe Semanal. No consideramos que este justificado ni por lo extraordinario de su enfoque, ni por la oportunidad de su emisión, ni por el interés de su contenido general.

Del contenido de las declaraciones vertidas por Botín en el programa sólo es responsable él mismo, pero resulta chocante que un personaje de su relevancia e influencia se extraigan y reproduzcan afirmaciones, opiniones y valoraciones por lo general vagas u obvias como la mayoría de las que pueden escucharse en el reportaje.

Si ha habido cuestionario previo, que es previsible que así haya sido, puede exigirse un intento por extraer de un personaje como Botín mayor concreción o compromiso en las respuesta.

Estamos hablando de un programa informativo, no de un video publicitario, caracterizado, como se sabe, por mensajes simples (o simplistas) y valoraciones sólo positivas de la entidad que lo encarga.

También nos resulta preocupante el coste del reportaje en relación con el producto final. El viaje a Nueva York se traduce en un paseo del presidente del Santander por la oficina local de la entidad y en otro por Central Park, completado con una valoración sobre la ciudad ciertamente irrelevante: «es una ciudad muy libre (…) realmente muy impresionante». Del viaje a Brasil no se obtienen resultados más sustanciosos; peor aún, para engrandecer la tarea del banco allí se deslizan afirmaciones discutibles como ésta, referida a la sede central de la filial BANESPA: «un buen lugar para mirar el futuro de América Latina».

Es una pena que la importancia y alto significado de la presencia de los bancos españoles en América -en este caso, del Santander- queden tan diluidos e incluso pervertidos en el reportaje.

Las referencias al «compromiso más allá del puro negocio bancario» quedan reducidas a la pura anécdota al ilustrarlo con la donación de instrumentos musicales para niños pobres. Este parte del reportaje rezuma puro paternalismo.

La parte dedicada a la construcción de la Ciudad Santander, en Boadilla del Monte, es pura publicidad. El programa se extiende en describir las instalaciones, con alguna referencia sonrojante a la calidad del trabajo que hubiera merecido alguna valoración de los representantes laborales o sindicales. En cambio, omite cualquier referencia a los planes futuros del banco, a sus perspectivas de negocio, etc.

El programa incluye referencias a la vida familiar, sentimental, privada plagada también de lugares comunes. Lo curioso es que se intenta ofrecer una dimensión humana del personaje y el resultado, por el contrario, refuerza sus perfiles más duros, más distantes.

El reportaje concluye con una valoración muy positiva de la gestión económica en España en los últimos años. No es lo más importante, pero no hubiera estado de más una valoración sobre los proyectos del futuro gobierno en materia económica.

Este deplorable resultado viene condicionado por un encargo que condiciona el trabajo de los profesionales, mediante un esquema preestablecido. Ignoramos en qué nivel de la Dirección se pactó con el Banco Santander el planteamiento general y las condiciones de los rodajes.

En definitiva, no creemos procedente que se proyecten este tipo de reportajes hagiográficos, publicitarios, carentes de profundidad, servil con los grandes poderes fácticos, porque constituyen derivas inquietantes de nuestra tarea informativa.

Con esta denuncia, pretendemos evitar que se repitan.

Consejo Provisional de Informativos. TVE


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