El VATICANO ALERTA sobre el DRAMA de los NIÑOS de la CALLE y PIDE ESFUERZOS para ERRADICAR las CAUSAS

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La Santa Sede une esfuerzos en favor de los niños de la calle. En su opinión, «una pastoral para los niños de la calle no puede limitarse a los efectos, sino que debe dirigirse también a las causas». Según un informe de «Amnistía Internacional», los niños de la calle serían 100 millones (150 millones de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo) en las ciudades del sur del mundo», alertó en «Radio Vaticana» el secretario de dicho dicasterio, el arzobispo Agostino Marchetto


CIUDAD DEL VATICANO, martes, 26 octubre 2004 (ZENIT.org).- Consciente de la gravedad de la existencia de entre 100 y 150 millones de niños de la calle en el sur del mundo, el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes está reuniendo experiencias en la pastoral dirigida a estos menores para potenciar soluciones a este fenómeno.

Es el objetivo del Primer Encuentro Internacional para la pastoral de los niños de la calle, que promueve el dicasterio en el Vaticano entre el 25 y 26 de octubre.

«Según un informe de «Amnistía Internacional», los niños de la calle serían 100 millones (150 millones de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo) en las ciudades del sur del mundo», alertó en «Radio Vaticana» el secretario de dicho dicasterio, el arzobispo Agostino Marchetto.

45 millones de estos menores están en América Latina, 10 millones en África, 40 millones en Asia, y «también Europa conoce este fenómeno, especialmente en los países del Este», apunta.

Tienen entre 5 y 18 años y son las primeras víctimas «de la disgregación familiar, de la urbanización desatinada, de las migraciones y de las numerosas guerras de nuestros días», según se ha denunciado en el Encuentro que reúne a unos 40 participantes de la mayoría de los países europeos, y también de Bolivia, Perú, Filipinas, la India y Brasil.

«La primera finalidad de este encuentro (…) es la de escucharnos, poner en común las experiencias que la Iglesia tiene en la pastoral, en la acogida de estos chavales –explica monseñor Marchetto–. De ello debería trazarse una pastoral específica anclada en la responsabilidad episcopal, además del compromiso generoso de personas e instituciones diversas».

Esta cita internacional busca igualmente «dar visibilidad a todas las fuerzas institucionales y privadas, a las asociaciones y organizaciones no gubernamentales, al voluntariado y a los grupos comprometidos a favor de cada pequeño marginado», recalcó en la apertura de los trabajos el cardenal Stephen Fumio Hamao, presidente del Consejo Pontificio, según recoge «Sir».

En el examen de «las cuestiones y necesidades pastorales de aquellos cuyas vidas giran en torno a las calles» se descubre que «en algunos países –mencionó el arzobispo Marchetto , según cita el servicio informativo del episcopado italiano— los niños acaban en la calle también por motivos relacionados con la superstición, fruto de la ignorancia». Es el caso de los «ndoki» o «enfants sorciers», o sea, niños «brujos».

Según el prelado, la «acogida» de estos menores se presenta como «un problema clave», si bien hay que diferenciar entre «niños de la calle» y «niños en la calle» –«estos últimos vuelven a sus casas»–, en una proporción de 1 a 3. «Estamos, en cualquier caso, en los primeros balbuceos de esta vastísima cuestión y hay que tenerlo en cuenta», aclaró a la emisora pontificia .

Traficantes de droga, proxenetas, turistas occidentales en busca de sexo fácil, rastreadores de «carne fresca para el mercado de órganos» están entre los riesgos que afrontan estos menores. Son también circunstancias que llevan a infringir la ley y a la cárcel de menores.

«Ciertamente se requiere aquí una labor preventiva de acogida», así como dar seguimiento «a quienes están en la cárcel. El horizonte se hace más amplio y más difícil», advierte.

En su intervención en el Encuentro, el arzobispo Marchetto explicó que la calle es como una «madrastra»: al principio para los niños parece «una isla de salvación» y se vive como un juego o un «escenario de una aventura maravillosa que puede dar placer y liberar de la visión repetida de la madre maltratada, de los hermanos hambrientos, de la violencia y de la humillación».

Pero luego se transforma, como relató el padre Shay Cullen, presidente de «Preda foundation» de Filipinas –con 1,2 millones de niños de la calle–, en un lugar terrible donde deben «escarbar entre la basura, mendigar, vender y esnifar drogas y robar», cita la agencia «Sir» del episcopado italiano.

«A menudo no son respetados por la policía», y se llega, como ocurre en Brasil, Guatemala y Honduras, a que «los niños de la calle sean considerados parásitos por los comerciantes, que piden su eliminación», denunció.

De hecho, «numerosas ciudades han sido testigos de actividades de los escuadrones de la muerte, grupos de vigilantes que son frecuentemente policías que han concluido su servicio. Davao, en la isla de Mindanao, al sur de Filipinas, es tristemente célebre por sus escuadrones de la muerte que suprimen a los niños de la calle», alertó.

Para hacer frente a este fenómeno, «existen proyectos muy cualificados y eficaces que afrontan las necesidades de naturaleza socio-asistencial y educativa», pero «pocos proyectos de prevención a través de la movilización de las comunidades cristianas hacia el cambio de las condiciones sociales y económicas que están en el origen» del problema, recalcó el sociólogo Mario Pollo.

En su opinión, «una pastoral para los niños de la calle no puede limitarse a los efectos, sino que debe dirigirse también a las causas».