El éxito financiero de las Cajas Rurales

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Durante los últimos años hemos visto como se ha robado todo el patrimonio del ahorro popular que representaban las Cajas de Ahorros y éstas se han convertido en Bancos. Nos han dicho que no había otra solución y, además, que en una sociedad moderna las Cajas de Ahorro eran algo que ya no tenían cabida. Sin embargo sigue habiendo realidades de cooperativas de ahorro popular desafiando, con su simple existencia, los razonamientos de los “listos”.

Teódulo Jiménez, 84 años, es uno de los fundadores de la cooperativa vitivinícola en 1953, y de la Caja Rural de Vellamalea, en los años 1970: “En aquellos años había muchos emigrantes en Francia, Holanda y Alemania y el dinero que enviaban lo retenían los bancos y tardaba más de dos meses. Entonces el presidente de la cooperativa se fue durante dos semanas a esos países a hablar con los emigrantes mientras el resto atendíamos sus campos, y recogió de ellos el dinero para fundar la Caja Rural. A partir de entonces el dinero llegó puntualmente a las familias, comenzamos a conceder préstamos y el desarrollo del pueblo se disparó. Dimos hasta dos millones de pesetas de entonces sin firmar, dándonos la mano, y nadie falló. La Caja Rural ha cambiado la vida de este pueblo, tenemos unas sesenta cooperativas funcionando gracias a ella.

Antonio Téllez es, desde 1989, el presidente de la Caja Rural de Villamalea. Tiene 65 años, ha sido agricultor, albañil y barbero, estuvo de emigrante en Holanda y a su vuelta tomó las riendas de la Caja. Como todos los miembros del consejo rector, Téllez no cobra nada, ni siquiera tienen asignadas dietas por las reuniones. “Nuestras dietas son el café que nos tomamos en las reuniones, algo menos que los 88,1 millones de euros de pensión del exconsejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáez” afirma. La entidad tiene un capital social de siete millones de euros debido a que nunca han repartido dividendos entre los socios. Explica que los créditos son de todo tipo “como cualquier banco, para consumo, para comprar una vivienda, para un negocio…” En algunos casos, como las cooperativas del champiñón, pueden ser de hasta 800.000 euros. “La concesión la decide el consejo rector, solemos aprobar casi todos los préstamos porque, en el pueblo, con poco más de cuatro mil habitantes, nos conocemos todos. En caso de impago -afirma- antes de ejecutar un embargo solemos renegociarlo. En toda la historia de la Caja se habrán ejecutado dos o tres préstamos a pequeños negocios por deudas que tenían con Hacienda, nunca una vivienda”.

Además, la morosidad de estas cajas es más baja que en el resto de entidades financieras porque se han concedido los créditos con más prudencia: siempre conocen a los solicitantes. Se suele decir que paga mejor el pobre honrado que el rico sinvergüenza.

Esta caja rural y otras parecidas (Caja Rural de Casas Ibáñez y Caja Rural de Mota del Cuervo) se han encontrado una situación curiosa: Muchos ciudadanos se han visto expulsados de los bancos y cajas tradicionales por cierres de oficinas y aumento de los gastos. Además han entrado en una dinámica de estafa a sus clientes (participaciones “preferentes”, obligaciones subordinadas…) Como consecuencia, gran parte de ellos han decidido colocar sus depósitos o sus ahorros en pequeñas entidades financieras que les merecen más confianza. De modo que, a estas cajas rurales, les está sucediendo lo contrario que al resto de la banca tradicional, les están entrando muchos depósitos y la demanda de créditos es pequeña por parte de la pequeña empresa y vecinos de la localidad. Entonces están invirtiendo en deuda pública, es decir, mientras la gran banca va a pedir dinero al BCE al 0,5% para luego prestar al Estado al 5%, estas pequeñas cajas están financiando, en sus limitadas posibilidades, al Estado a través del excedente de depósitos que tienen.

Fuente: Le Monde Diplomatique/Pascual Serrano

Nota Voz de los sin voz: Son pequeñas cajas rurales que, en los peores momentos para el sector financiero, no tienen ningún problema de caja, ni piden ayuda al Estado ni al Banco Central Europeo. No les hace falta. Estas son esas realidades y los hombres que las hacen posibles.