Empobrecidos, perseguidos y… sin tierra

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Miles de inmigrantes empobrecidos en el Golfo de Bengala viven una condena a muerte por deshidratación y hambre en barcazas a la deriva.

El «otro mediterráneo» se convierte en un gran cementerio, con embarcaciones herrumbrosas llenas de familias empobrecidas, hacinamiento y muerte.

Los países de la zona los devuelven al mar.

Unos 6.000 bengalíes y rohingya, una minoría perseguida en Birmania, siguen atrapados en embarcaciones a la deriva, sin agua ni comida. Países como Tailandia, Malasia e Indonesia no hacen más que «jugar al ping pong» con la vida de estas personas, esperando soluciones pactadas en las moquetas de la ONU.

Lo cierto es que esto se puede dilatar, con medidas que frenen la opinión pública, maquillando el problema real que subyace.

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), unas 25.000 personas zarparon en barcos desde Bangladesh y Birmania (Myanmar) durante el primer trimestre de 2015, el doble del número registrado en el mismo periodo de 2014.

Varios gobiernos se niegan a aceptar a los rohingyas, ya que los consideran inmigrantes ilegales de Bangladesh, donde tampoco son reconocidos.

Las imágenes y las informaciones que llegan de las embarcaciones a la deriva en el mar muestran a decenas de personas visiblemente agotadas, sin agua ni comida. Desde la Organización Internacional para la Migraciones se ha pedido a los países implicados que recojan a estas personas, que de lo contrario morirán en alta mar.

Los rohingya, sin derechos en Birmania

Aunque el artículo 15 de la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce a toda persona el derecho a tener una nacionalidad y a que no se le prive arbitrariamente de ella ni del derecho a cambiarla. El gobierno de Birmania afirma que los rohingya son migrantes de Bangladesh y les niega la ciudadanía (aunque han habitado el país por varias generaciones) y además son perseguidos.

Los rohingya son descendientes de comerciantes árabes que naufragaron en las costas de Birmania en el siglo octavo. Su lenguaje, sin embargo, es un dialecto bengalí relacionado con los pueblos indoarios de Bangladesh y la India.

Las leyes en contra de ellos son muy duras y altamente discriminatorias:

  • un rohingya no puede ser un ciudadano de Birmania
  • un rohingya necesita permiso para casarse
  • un rohingya necesita permiso para tener más de dos hijos
  • un rohingya debe informar a las autoridades si quiere viajar fuera de sus pueblos (incluso en casos de emergencias médicas)

Con escaso acceso a la educación, los rohingya suelen encontrar empleo como conductores o pescadores. Desde 1978 más de 300.000 rohingyans marginados han cruzado la frontera hacia Bangladesh, para escapar de la opresión del gobierno birmano.

            Tampoco en países musulmanes

La mayoría de los migrantes rohingyas, quieren establecerse en Malasia porque es un país con mayoría musulmana que requiere mano de obra «explotada». Sin embargo,  el gobierno dejó claro que no aceptará barcos llenos de migrantes.

Indonesia es un país musulmán que también se ha pronunciado en contra de los rohingyas. El gobierno advirtió que los que llegaron a la costa podrían ser expulsados.

Bangladesh les ha permitido vivir en campamentos en su frontera del sureste y otras veces los ha expulsado a Birmania, sin embargo los campamentos de refugiados están desbordados y en condiciones de absoluta miseria.

Autor: Juan Rodríguez