En la frontera, la violencia estatal española y marroquí alcanza niveles intolerables

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Entrevista a José Palazón, presidente de la organización de derechos humanos Prodein. El activista melillense apunta a la responsabilidad de las autoridades marroquíes y españolas en el resurgimiento de los saltos coordinados a la valla.

PREGUNTA: ¿Qué razones hay detrás de esta nueva ola de saltos de la valla e intentos de cruzar la frontera?

JOSÉ PALAZÓN: Desde mediados del año 2006 hasta el año 2010 el número de personas que intentaron acceder a la ciudad de Melilla descendió bruscamente como consecuencia de la gravísima represión que ocurrió durante el año 2005 y primer semestre del 2006. Durante esos meses, solo en la misma valla fronteriza murieron 27 inmigrantes y cientos resultaron heridos. El número de inmigrantes que pudieron fallecer en el interior de Marruecos esos años debió de ser enorme. Nunca se sabrá a ciencia cierta cuántos fueron.

Como consecuencia de aquellas acciones los inmigrantes cambiaron los caminos de acceso a la UE abriendo la ruta de las Islas Canarias y potenciando la italiana a través de Lampedusa.

Entre los años 2006 a 2010 cambiaron también las formas de acceso a Melilla. Los inmigrantes ya no intentaban acceder a la ciudad de Melilla saltando la valla que la rodea, las entradas por este método fueron mínimas. Durante estos años el método más frecuente de entrada fue en el interior de algún tipo de vehículo, introducidos en el motor o cualquier otro habitáculo. Los grupos que se dedicaban al tráfico de personas por la frontera utilizando este método crecieron exponencialmente. El precio que pagaban los inmigrantes oscilaba entre los 3.000 y los 5.000 euros.

El ritmo de entradas, según nuestras estimaciones, fue durante este periodo de 1,5 inmigrantes diarios. Hubo una gran mayoría de inmigrantes procedentes de países asiáticos: India, Pakistán y Bangladesh sobre todo. La política del gobierno durante este periodo fue la de retener a los inmigrantes en el CETI de Melilla hasta cinco años para desanimarlos e intentar así cortar el llamado «efecto llamada».

Durante los años 2009 y 2010 se endurecieron las medidas de control fronterizas y los accesos a Canarias quedan más limitados. Esto provocó una fuerte concentración de inmigrantes en los países de la rivera sur del Mediterráneo. En Libia los inmigrantes pueden permanecer libremente e incluso trabajar y solo son detenidos si les sorprenden en una acción migratoria hacia el norte. En Marruecos la represión de los inmigrantes ha descendido y en ciudades como Casablanca, Rabat, Tanger, se hacinan comunidades numerosas que sobreviven haciendo pequeños trabajos, con el objetivo de ganar el dinero suficiente para poder pagar a las mafias que les llevarán en patera a la península, o entrar a Ceuta o Melilla.

En los alrededores de Melilla numerosos grupos, pequeños y dispersos, realizan trabajos en la construcción y agrícolas con el mismo fin. A finales del 2010 los controles fronterizos para detectar inmigrantes escondidos en coches aumentan. Las entradas por este método disminuyen y comienzan a aumentar las entradas a nado a través del mar, que habían sido muy infrecuentes en Melilla hasta entonces.

La situación cambia radicalmente en la frontera de Melilla en el año 2011. La guerra en Libia y el conflicto de Túnez hace que miles de inmigrantes tengan que huir de esos países y buscar un lugar más seguro. Argelia siempre ha sido un lugar de tránsito hacia Marruecos y Marruecos, pendiente de su agitación política interna, se despreocupa de su papel de gendarme de la inmigración. Estos factores hacen que se concentren numerosos grupos de inmigrantes en todo Marruecos, y también en la zona de Melilla.

Las entradas por mar, a nado o en pequeñas embarcaciones se vuelven diarias. Estimamos que el ritmo de entrada ha pasado de 1,5 personas por día, a entre 15 o 20 personas diarias. La procedencia por países cambia, ya no son orientales, prácticamente la totalidad son de origen subsahariano. El Gobierno se ve obligado a aumentar el ritmo de «salidas» del CETI hacia la península. Decenas de inmigrantes que llevaban encerrados hasta cinco años son trasladados a CIES de la península y deportados a sus países o liberados. A pesar de ello el número de inmigrantes del CETI llegó a superar los 800 cuando su capacidad es de unos 450.

En el afán de liberar plazas del CETI de Melilla para mantener su capacidad, el Gobierno comenzó en 2012 a forzar expulsiones a los países de origen, sin garantizar tan siquiera la nacionalidad de los deportados, ni la seguridad de los mismos. El caso más sangrante es el de la expulsión colectiva de ciudadanos de la República Democrática del Congo sin mediar acuerdos de repatriación, ni haber verificado con certeza su nacionalidad.

Otra forma de entrada, que se ha vuelto a generalizar durante el año 2012, es el salto a través de la valla que rodea la ciudad. Al igual que en el 2005 los saltos son consecuencia directa de la presión del ejercito marroquí sobre los asentamientos que los inmigrantes tienen en las proximidades de Melilla. Dicha presión obedece con toda claridad a intereses bilaterales políticos y económicos de Marruecos y España, siendo además, una forma de tener una «presencia ante la UE» que de otra forma no podrían tener ambos países.

El salto a la valla es el recurso menos querido por los inmigrantes que esperan en el lado marroquí para acceder a Melilla. El salto colectivo es el método que emplean solo en situaciones límite, situaciones desesperadas. De esta manera, tras meses de persecución y arrinconados por el ejército marroquí en las proximidades de la valla, son «materialmente empujados» al salto.

P.: En el informe hablabas de una situación de represión, de ambiente bélico en ambos lados de la frontera y de actuaciones fuera de la ley. ¿Nos puedes dar algunos ejemplos?

J.P.: Los saltos en grupo se vienen repitiendo con frecuencia desde el mes de mayo. La violencia institucional española y marroquí alcanza niveles intolerables. Los marroquíes emplean sistemáticamente armas de fuego contra inmigrantes desarmados y que están subidos a la valla, piedras, palos con púas…. Los españoles usan armas antidisturbios como lanzadoras de pelotas de goma, que utilizan a muy corta distancia (a veces menos de un metro) y que provocan graves heridas a los inmigrantes. Durante el 2005 varios murieron por el impacto de estas armas.

Los inmigrantes que son detenidos entre las vallas, o que han sobrepasado éstas, son detenidos y deportados ilegalmente, de forma sumaria, a través de las puertas de servicio de la frontera. Es raro que alguno de los inmigrantes residentes en el CETI no confirme haber entrado a Melilla y haber sido expulsado varias veces.

La existencia de la propia valla y su estructura parece más una trampa para cazar personas que otra cosa. Si ese complejo se montara en cualquier sitio de la UE para cazar animales se declararía ilegal inmediatamente, sería desmontado y los constructores acusados penalmente.

Durante las entradas se emplean todo tipo de armas y elementos de guerra, intervienen helicópteros, se utilizan pelotas de goma…. El sonido se hace insoportable, los gritos de dolor de los inmigrantes mezclados con las detonaciones de armas de fuego, antidisturbios, motores y sirenas recrean un ambiente bélico incomprensible y aterrador.

Como consecuencia de la muerte de un militar marroquí el 11 de julio durante uno de los intentos de salto a la valla, la violencia ha crecido de forma exponencial tanto en la valla como en el interior de Maruecos. Vecinos de distintas localidades marroquíes cercanas a Melilla informan de redadas nocturnas que se desarrollan con gran violencia y hablan de detenciones masivas durante las últimas semanas.

El campus de la Universidad de Ouxda, en la frontera con Argelia, parece un hospital al aire libre, solo que la única asistencia es la que facilita Médicos Sin Fronteras que con los escasos medios de que disponen realizan una gran labor.

Durante meses los gobiernos español y marroquí vienen desmintiendo todos estos términos y criminalizando a los inmigrantes. Pero, tras los hechos de la Isla de Tierra en Alhucemas y el gran despliegue mediático que Marruecos y España no han podido contener, se ha puesto de manifiesto cuál es el trato real que están recibiendo los inmigrantes en Marruecos y las graves violaciones de los derechos humanos de las que son víctimas diariamente.

P.: ¿Cómo ha variado la llegada de nuevos inmigrantes con la crisis? ¿Cómo están afectando los recortes a los servicios de atención a los sin papeles?

J.P.: Realmente la llegada de inmigrantes no ha variado en absoluto con «nuestra crisis». Ellos tienen su propia crisis y motivos más que suficientes para escapar. La llegada de inmigrantes tampoco va a cambiar por variar nuestras leyes, ni por utilizar nuestras armas. Todos estos factores solo van a cambiar el nivel de sufrimiento y muerte para los que intentan entrar a través de las fronteras.

En lo que respecta a los recortes en sanidad y formación, en Melilla son un hecho desde el mes de mayo. Ya entonces el CETI dejó de pagar las medicinas que necesitaban algunos inmigrantes congoleños diabéticos y con problemas de corazón. La medida se tomó además en un momento en el que también se prohibió a los inmigrantes hacer pequeños trabajos callejeros como limpiar coches [El régimen de estancia en los CETI es abierto, N. del E.]. Esto agravó mucho la situación de los enfermos. Actualmente se ha suprimido el transporte al Hospital y en el CETI tampoco se hacen desde hace meses cursos de formación.

P.: ¿Cómo se organizan los saltos colectivos? ¿Qué formas de autoayuda y organización colectiva se despliegan entre los inmigrantes que quieren cruzar la frontera?

J.P.: Los saltos colectivos digamos que se organizan en asambleas, los que participan no suelen pertenecer a ninguna mafia y la determinación se toma pocas horas antes del salto para evitar en lo posible filtraciones a los controladores de la frontera. Ocasionalmente las acciones pueden estar alentadas por los confidentes de la policía y los servicios secretos marroquíes.

La influencia de las mafias tal y como las identifican las autoridades es nula en este aspecto. Insisto en que la única mafia que puede intervenir en un salto a la valla, y de forma ocasional son los servicios secretos de Marruecos. Los inmigrantes tienen su propia organización en los bosques, pero esta no se puede calificar de «mafia». Ningún inmigrante podría sobrevivir en la zona fronteriza sin estar en alguna de las organizaciones que les son absolutamente necesarias para sobrevivir. La actividad mafiosa se limita a pequeños grupos de delincuentes que organiza entradas de inmigrantes utilizando vehículos o pateras cobrando de 1.000 a 3.000 euros.

P.: ¿Cómo surgió y se extendió la «ocupación» de la Isla de Tierra? ¿Cómo ha sido la gestión del gobierno español del conflicto?

J.P.: La ocupación de la Isla de Tierra no ha sido una acción excepcional a no ser que tengamos en cuenta el gran despliegue mediático que ha surgido en torno a ella. De hecho el trato y las acciones ilegales que han protagonizado los gobiernos español y marroquí son las practicadas habitualmente en la frontera de Melilla «pero a la vista de todos».

Desde el punto de vista de los inmigrantes era una posibilidad más de entrar en Europa. Desde el punto de vista marroquí es posible que haya sido una acción «tolerada» para presionar a España de cara a la reunión de Alto Nivel que se celebrará en octubre y donde ambos países fijan las relaciones que tendrán durante varios años. Desde el punto de vista español es más que evidente que este Gobierno vive instalado en la arbitrariedad de sus acciones, la ineficacia política, económica y diplomática, y en la más absoluta falta de respeto a los derechos humanos.