España o los vientos del subempleo

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El paro aumentó en España en 17.200 personas en los primeros tres meses del año trimestre hasta los 4.255.000 parados y la tasa de desempleo sube al 18,75% de la población activa, una décima más respecto al cierre de 2016. Pero sigue siendo el mayor paro después de Grecia en la zona Euro

Entre los más afectados están los migrantes. Por edad, el aumento del desempleo se concentró en el tramo de 25-54 años (53.300 parados más) y disminuyó en los demás grupos; mientras que por nacionalidad, el alza fue absorbida por los extranjeros, con 28.600 más, mientras que se redujo en 11.300 entre los españoles.

Menos trabajo a tiempo completo, más a tiempo parcial

Respecto al tipo de contratación, el empleo a tiempo completo cae en 111.100 personas, mientras que el de tiempo parcial aumentó en 41.300 y el porcentaje de personas que trabajan por debajo de la jornada habitual escala al 15,59% del total de trabajadores.

Desde el máximo de 2013, el paro ha caído en más de dos millones de personas, y la tasa de paro de la última EPA se sitúa en el 18,63 por ciento de la población activa, en torno a 8 puntos menos que la registrada en 2013. Pero todo esto, ¿gracias a qué?.

Más actividad económica en la hostelería y los vientos de cola

¿Cuáles son los factores explicativos de esta evolución? En primer lugar el crecimiento de la actividad económica, especialmente en sectores de baja productividad e intensivos en mano de obra (como turismo u hostelería?), ayudados por los célebres vientos de cola, es decir, factores coyunturales (las guerras que favorecen el turismo, petróleo barato, política monetaria ultra expansiva del BCE, etc.).

Aunque algunos factores tiendan a revertir, sus efectos continúan proporcionando inercias positivas a corto plazo.

La reforma laboral

En segundo lugar, la reforma laboral de 2012, que “flexibilizó” la contratación, redujo las indemnizaciones por despido y restó peso a los convenios colectivos. Esto, además de posibilitar la creación de empleo con mucho menos crecimiento que antes, posibilitó una «devaluación salarial» considerable. No fácil de estimar, teniendo en cuenta la economía sumergida, alrededor del 20 por ciento del PIB según varias instituciones. Es obvio que esta devaluación, que continúa, ha mejorado la “competitividad exterior” (de ahí cuatro ejercicios consecutivos de superávit de la balanza de pagos) pero ha mermado considerablemente los ingresos de la Seguridad Social.

En definitiva, se ha creado empleo, pero ha disminuido la calidad del mismo, si la medimos por el salario percibido, que seguirá reduciéndose ligeramente en un contexto de repunte (transitorio) de la inflación.

Redacción: Solidaridadnet