HISTORIA LA DE HOAC. (HISTORIA EXTERNA). Conferencia de Guillermo Rovirosa (1950).

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Desde los primeros instantes, y siguiendo las «Normas» de la Jerarquía, se pensó en dar a la HOAC un contenido espiritual máximo y un sentido social que se fundara solamente en la Verdad y en la Justicia. En lo espiritual se enfrentó la HOAC con los que dicen que a los obreros hay que darles la religión «arregladita» a su mentalidad, como si la santidad no fuera esencialmente UNA, y como si los que acaparan de los bienes de este mundo no pudieran ver con buenos ojos que los obreros «disfrutáramos» de la religión en toda su plenitud; ¡Como si en esto tampoco pudiéramos salir de proletarios! en cuanto a lo social, bien claras y terminante son las palabras de los Papas, particularmente del actual. Ellas han sido constantemente la fuerza firmísima de la HOAC ante los que en todo momento han hecho lo posible para que se plegara y adaptada a los «usos y costumbres»… que nos han conducido a dónde estamos.
La HOAC nació hace 1920 años, en las orillas de la lago de Genesareth, cuando el divino obrero incorporó once obreros, (junto con otro de profesión indefinida) a sus tareas apostólicas.

A través de los siglos a ido adoptando en cada época las «formas» que las necesidades de los tiempos han exigido. Esta «forma» actual data del mes de mayo de 1946, que es la fecha en que los Arzobispos españoles, precedidos por el de Toledo, promulgaron las NORMAS GENERALES PARA LA ESPECIALIZACIÓN DEL APOSTOLADO OBRERO DE ACCIÓN CATÓLICA.

Desde aquel momento, todos los que en las filas de la acción católica sentían ansias por acudir a esta parcela de la viña del Señor, tan descuidada, comprendieron que la HOAC era exactamente la herramienta, o instrumento, que necesitaban, y cuya carencia hacía infructuosos los mejores esfuerzos… como ocurría al labrador que únicamente contara con sus manos para trabajar la tierra.

Al frente de todos ellos hay que destacar un nombre: el de Santiago Corral, presidente del consejo superior de los hombres de acción católica, que con su prestigio defendió desde el primer momento una HOAC obrerista, frente a los que quisieron una HOAC «que no se metida en nada», y cuya misión sería mantener el «Status quo» actual frente a posibles avances del comunismo.

Desde los primeros instantes, y siguiendo las «Normas» de la Jerarquía, se pensó en dar a la HOAC un contenido espiritual máximo y un sentido social que se fundara solamente en la Verdad y en la Justicia. En lo espiritual se enfrentó la HOAC con los que dicen que a los obreros hay que darles la religión «arregladita» a su mentalidad, como si la santidad no fuera esencialmente UNA, y como si los que acaparan de los bienes de este mundo no pudieran ver con buenos ojos que los obreros «disfrutáramos» de la religión en toda su plenitud; ¡Como si en esto tampoco pudiéramos salir de proletarios! en cuanto a lo social, bien claras y terminante son las palabras de los Papas, particularmente del actual. Ellas han sido constantemente la fuerza firmísima de la HOAC ante los que en todo momento han hecho lo posible para que se plegara y adaptada a los «usos y costumbres»… que nos han conducido a dónde estamos.

Desde sus primeros instantes la HOAC comprendió que una condición básica para su éxito era su INDEPENDENCIA TOTAL frente a todo lo que no fuera la jerarquía de la Iglesia. Apoyados en Cristo, nadie dudó del éxito, frente a los que hubieran preferido apoyos de las potestades, o la ayuda de los adinerados.

Con estas directrices bien claras y definidas, se iniciaron inmediatamente en las tareas que culminaron en la «Primera semana Nacional de la HOAC» celebrada en Madrid a últimos de octubre de aquel año memorable de 1946.

Pero habrá que decir algunas cosas de como se preparó: se pensó en la preparación, para ser completa, había de cuidar tanto lo natural como lo sobrenatural. En el aspecto natural, se empezó por publicar desde junio una hoja quincenal que se repartía a todos los centros de hombres de A. C. de España a través de sus respectivos consejos diocesanos. En dicha hoja se les iban poniendo al corriente de los planes y proyectos de la comisión nacional provisional con vistas a la asamblea de octubre, con su programa, conferencias, sus ponencias, reuniones, etc. En el aspecto sobrenatural, además de todo aquello que con carácter particular ofreció cada uno de los que intervenía (y que no puede referirse aquí, aunque lo supiéramos), hay un aspecto que conviene señalar, y fue el padrinazgo de los obreros tuberculosos enfermos en el sanatorio «Victoria Eugenia», de las afueras de Madrid. Tan pronto como aparecieron las «Normas» creando la HOAC, un grupo de enfermos que se preparaban para constituir un centro de acción católica se entusiasmaron con la obra y se prestaron a ofrecer todos los días su sufrimiento y sus dolores por la HOAC, merece ser destacada la figura de Fermín, su presidente, por su gran entusiasmo. Cuando parecía que su salud iba mejorando, tuvo una recaída en septiembre, que en pocas semanas le llevo a mejor vida. Murió dos días antes de iniciarse la «Primera Semana Nacional», no teniendo en su boca más que palabras por nuestra Obra, siendo las últimas que pronunció: «mi vida por la HOAC, mi vida por la HOAC».

Gracias a Dios, son hoy varios los Centros integrados por tuberculosos, cuya colaboración apreciadísima en nuestra Obra consiste en ofrecer diariamente su dolor por la H.O.A.C.

La intervención sobrenatural se hizo patente, ya que dos días antes de iniciarse la Semana Nacional no se tenía en Madrid noticia de cuántos asistirían a ella, pensándose en que su número no pasaría de sesenta. En aquella fecha de últimos de octubre y en aquel año plagado de extranjeros, todo eran dificultades para encontrar alojamientos en Madrid.

Y empiezan a llegar Semanistas, y más Semanistas, hasta el número de doscientos diez; nadie se explica cómo pudo ser, pero con más o menos comodidades, todos se alojaron, y aquella «Semana» transcurrió en medio de un entusiasmo indescriptible, aprobándose una serie de Ponencias que daban la pauta en fórmulas concretas para empezar en seguida a realizar prácticamente las «Normas» de la Jerarquía.

Como figura destacada de aquella reunión hemos de referirnos al Rvdo. D. Atanasio Goicoechea, joven sacerdote que fue designado Consiliario Nacional de la J.O.A.C. pocos días antes y que, gravemente enfermo, fue a Madrid y dio cada mañana las meditaciones durante la Semana Nacional, dejando impresionadísimos a los a los asistentes. A todos los que al verle tan agotado le instaban para que se cuidara, con su sonrisa ancha e inolvidable les contestaba invariablemente: «¿Qué más quiero que morir por «esto»? No tardó muchas semanas en entregar su alma a Dios este fundador de la H.O.A.C., y su entierro fue un acto memorable en Vizcaya por el número inmenso de obreros de todas las tendencias que asistieron al mismo.

El fruto palpable de aquella excepcional reunión (además de los entusiasmos que los asistentes se llevaron a sus respectivas Diócesis) fue nuestro periódico «¡TU!», cuyo primer número apareció el día 15 de noviembre de 1946, como boletín quincenal destinado a que no se apagara el fuego de la Semana Nacional, mientras se preparaba la publicación del gran semanario obrero de A.C., que proyectaba la Junta Técnica Nacional.

Al año siguiente se fueron creando Comisiones Diocesanas y bastantes Centros en diversas Diócesis, celebrándose la Segunda Semana Nacional en el Seminario de Toledo, en septiembre de 1947, asistieron a ella cerca de cuatrocientos semanistas.

Una nota destacada de esta reunión fue la presencia de numerosos sacerdotes, religiosos y seminaristas, y de unos 65 jóvenes obreros. Desde entonces han sido rarísimas las reuniones de la H.O.A.C. a las que no han coincidido estos tres elementos; eclesiásticos y obreros jóvenes y adultos; a lo cual se debe este tono especial que ha ido tomando la Obra, de elevación espiritual, por la presencia de sacerdotes y seminaristas, carencia de sosería, por la presencia de los jóvenes, y sentido constructivo y de responsabilidad, por la presencia de los hombres. Otra nota memorable fue la intervención invisible y visible del Cardenal de la H.O.A.C., el Dr. Plá y Deniel. Aquel trayecto entre el teatro y Palacio no lo olvidarán nunca los que tomaron parte en la manifestación.

Aquella Segunda Semana Nacional dio también su fruto; que fue, el «Boletín de Militantes» (que diversas causas retrasaron) apareciendo el primer número en diciembre de 1947. Mensualmente da los guiones de los «Círculos de Estudios para Militantes», así como consignas y temas formativos y organizativos de la Obra.

Las dificultades de alojamiento que hubo que vencer en Toledo hicieron temer lo que pasaría el año próximo si no se adoptaba alguna providencia especial. La solución fue desglosar la Semana Nacional en dos partes (que antes se tenían simultáneamente): «Cursillos de Formación» destinados a promover vocaciones del militante O.A.C., y «Semana» propiamente dicha, casi exclusivamente para Consiliarios y dirigentes diocesanos, con misión fundamentalmente organizativa y normativa.

Así se hizo, y en primavera de 1948 se dieron tres Cursillos interdiocesanos; el primero, en Córdoba, para la mitad meridional de España; el segundo en Zaragoza, para la parte noreste, y el último en León, para la Diócesis del noroeste, asistieron en conjunto unos quinientos cursillistas. Estos Cursillos se realizan en régimen de internado durante cinco días y medio. En ellos se estudian principalmente cuatro materias: Vida sobrenatural; Técnica del Apostolado; Programa Social y «La H.O.A.C.». Un detalle interesante de estos Cursillos es la parte preponderante que en ellos tienen los cantos de la H.O.A.C., que resuenan en todos los momentos, pues los hay adecuados a todas las situaciones, y dan a tales reuniones una vibración inconfundible.

En el Cursillo de León estuvo presente el joven sacerdote belga R. P. Marcelo Vilenbroeck (antiguo obrero) asistente general del famoso Canónigo Cardijn fundador y alma de la J. O. C., y verdadero patriarca de todo el movimiento obrero católico internacional.

La Tercera Semana Nacional tuvo su sede en Madrid, en el Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, en la Ciudad Universitaria, en el verano de 1948. La asistencia de semanistas no llegó a los doscientos. Fue nota destacada del mismo el vibrante discurso del Cardenal Primado en la sesión de apertura, en el que dijo severas palabras a los que llamándose católicos, ponen trabas a la Iglesia para que ésta pueda estructurar sus propias Organizaciones Obreras de Acción Católica.

En dicha Semana Nacional se estrenó el hermoso himno «¡ADELANTE!», que es hoy la más popular de nuestras canciones.

Nota destacada, fue la presencia de varios Prelados (españoles y extranjeros), que realzaron en gran manera el tono de las deliberaciones. Las ponencias que más trascendencia tuvieron fueron las que se referían a «Equipos de Conquista» y la de los GOES (Grupos Obreros de Estudios Sociales) sobre las cuales es menester decir algunas palabras.

Los Equipos de Conquista son la piedra angular de la Obra; son la negación del individualismo egoísta, maldecido tantas veces en la Sagrada Escritura: ¡Ay del solo!, y la afirmación del Espíritu de Hermandad. El «Equipo», en general, se organiza con vistas a un objetivo determinado, y cuando se ha conseguido, se disuelve. Así un militante O.A.C. puede formar parte de varios equipos, en el taller, en el barrio, en el fútbol, etc. Un ejemplo nos ilustrará esto de la manera más clara.

En un taller hay un encargado de sección, casado, con hijos, que está intentando seducir a una joven obrera. Otra obrera O.A.C. se da cuenta del peligro, y habla de ello a su Vocal de Conquista. En este caso las Obreras O.A.C. solas pueden muy poca cosa, y es menester formar un Equipo con los Hombres y los Jóvenes O.A.C. del taller. Entre todos serán cinco, o seis los que formarán el «Equipo», los cuales elaborarán el plan de ataque, encaminado principalmente a «estorbar», no dejando nunca solos al encargado y a la muchacha. Los hombres de la H.O.A.C. y los jóvenes, llevándole con ellos a la taberna a la salida del trabajo, discutiendo con él de fútbol, que es lo que más le apasiona…, y ellas no dejando con ningún pretexto a la chica, ni dentro ni fuera del trabajo. Si los componentes de este Equipo comulgan juntos, o separados, cada mañana ofreciendo su Comunión por este apostolado, cambiando impresiones antes de entrar al trabajo, acabarán llevándole a él a una tanda de Ejercicios Espirituales, y entrando ella en la A.C.O., y así se comprende los frutos copiosos que se obtienen y las gracias abundantes que descienden sobre la H.O.A.C. En otros casos se tratará de intervenir en una elección sindical; en otros de colocar un O.A.C. en un taller para iniciar fútbol, que es lo que más le apasiona…, y ellas no dejando con ningún pretexto a la chica, ni dentro ni fuera del trabajo. Si los componentes de este Equipo comulgan juntos, o separados, cada mañana ofreciendo su Comunión por este apostolado, cambiando impresiones antes de entrar al trabajo, acabarán llevándole a él a una tanda de Ejercicios Espirituales, y entrando ella en la A.C.O., y así se comprende los frutos copiosos que se obtienen y las gracias abundantes que descienden sobre la H.O.A.C. En otros casos se tratará de intervenir en una elección sindical; en otros de colocar un O.A.C. en un taller para iniciar el apostolado; en otros, de conseguir para un O.A.C. el cargo de secretario del Club de Fútbol por la gran labor que desde allí puede hacerse, etc., etc. Siempre que aparece un objetivo a conseguir se forma el Equipo apropiado, con conocimiento de los Vocales de Conquista respectivos, a los que se da cuenta de la marcha y desarrollo de los planes de conquista.

Los G.O.E.S. han definido «EL CEREBRO DE LA H.O.A.C.», y su misión es la de elaborar planes y estudiar y resolver problemas sociales. La palabra «Obreros» no significa imperativamente que deban ser exclusivamente obreros los que integran tales grupos, pues los hay de Estudiantes, de Seminaristas (en la mayoría de los Seminarios) y en numerosos noviciados de Ordenes Religiosas. Cada grupo consta de tres personas, cada una de las cuales estudia por su cuenta el tema que se propone desde el «Boletín de Militantes» para aquel mes, reuniéndose una tarde, o una noche, para comunicarse sus respectivos puntos de vista y redactar el estudio del Grupo, que es la fusión de los tres estudios individuales. En el tiempo que llevan actuando se han conseguido ya resultados muy notables, y ello hace que la Obra tenga grandes esperanzas en su futura actuación.

Y al llegar a este punto hemos de referirnos otra vez al periódico, que por aquellas fechas de la Tercera Semana Nacional seguía apareciendo quincenalmente.

El tiraje en aquella época (14.000 números) representaba todavía pérdidas en cada número, aún suponiendo que todos se cobraran, lo cual distaba mucho de ser cierto.

Los auxilios económicos con que se contaba por parte de entidades de Acción Católica, se vió que no llegarían nunca por falta de fondos. Por otra parte la Junta Técnica Nacional ya había renunciado a lanzar por su cuenta el Semanario Nacional Obrero de Acción Católica, alegando que el «¡TÚ!» ya cumplía este cometido.

El déficit que el «¡TU!» arrastraba en el verano de 1948 llegaba a las noventa mil pesetas, y ya la imprenta amenazaba con no tirar más números si al mismo tiempo que se pagaban al contado los números corrientes no se iba enjugando algo del déficit de los números anteriores.

En una reunión celebrada durante la III Semana Nacional se planteó la posibilidad de enjugar el déficit haciendo un empréstito a los obreros que entonces ya estaban encuadrados en la H.O.A.C. Hubo disparidad de criterios, no llegándose a ningún acuerdo; pero meses más tarde se estructuró el Empréstito, y la H.O.A.C. se lanzó decididamente a él. Se trata de un préstamo sin interés que se hace a la Sección de Publicaciones O.A.C. encaminado a que ésta disponga de los fondos necesarios para su cometido. Los «Bonos» son de diez, quince, veinticinco, cincuenta y cien pesetas; y se amortizarán por sorteo tan pronto como las circunstancias económicas lo permitan. El «Empréstito de Liberación», llamado así porque su finalidad era liberar nuestras publicaciones de toda tutela financiera o de otra clase, fue recibido con enorme entusiasmo, y como no se trataba de fantasías, sino de consolidar algo que ya existía (el «¡TU!») y de convertirlo en semanario, de los bolsillos exhaustos de los obreros católicos españoles han salido CIENTO NOVENTA MIL PESETAS, con lo que el «¡TU!» pagó las deudas y se hizo semanario en marzo de 1949, salvando el bache económico que esto representaba, pudiendo montar su Redacción y Administración con cierta decencia, y permitiendo iniciar la publicación de libros, opúsculos y folletos.

Para los obreros de la H.O.A.C. es una inversión de dinero, aunque sea solamente de diez pesetas, que no solamente es un título de honor, sino una ACCIÓN que le hace «accionista», y, por tanto, propietario del «¡TU!». Este puede reivindicar con pleno derecho sus títulos de ser periódico de los obreros (ya que son todos obreros los que lo escriben), y para los obreros (pues son obreros los cuarenta mil suscriptores que hay en estos momentos en toda España, colocando el «¡TU!» en segundo lugar en cuanto a tiraje de los semanarios españoles de toda clase, y en el primer lugar, y muy destacado, entre todas las publicaciones de Acción Católica).

Una de las realización de la H.O.A.C. ha sido la creación de una «Escuela Elemental de Periodismo por Correspondencia», dirigida por personal técnico del «¡TU!». Cada año se celebra un curso, al final del cual los que lo han conseguido satisfactoriamente reciben un carnet que los acredita como corresponsales informativos del «¡TU!» Actualmente existen diseminados por toda España más de cien de tales corresponsales entre los afiliados a la H.O.A.C., lo cual representa que hoy «¡TU!» tenga un servicio de información excepcional, como no puede sostenerlo ningún otro semanario de signo exclusivamente utilitarista.

En vista del éxito de los tres Cursillos Interdiocesanos celebrados en 1948, se planearon ocho más para la primavera y parte del verano de 1949, en las localidades de Manresa, Badajoz , Palencia, Orense, Murcia, Madrid, Begoña y Barcelona, asistiendo en total cerca de novecientos cursillistas.

La IV Semana Nacional se celebró en el Seminario de Avila, durante el mes de julio, bajo la dirección espiritual y la presidencia en todas las sesiones del Prelado de aquella Diócesis.

En aquella reunión se elaboraron dos piezas fundamentales para nuestra Obra: el PROGRAMA SOCIAL DE LA H.O.A.C., en el que se centraron todos los estudios y enseñanzas recibidos y elaborados hasta la fecha en materias sociales y aplicados concretamente a nuestra Patria en los momentos presentes, y el IDEAL HUMANO DEL O.A.C. que constituye la síntesis de cualidades y de realizaciones a que debe aspirar el militante O.A.C., para no desentonar con la maravillosa y excelsa misión que la Iglesia os ha encomendado; ser apóstoles de Cristo en nuestro propio ambiente.

Poco después de la Semana Nacional de Avila, la Jerarquía designó para Presidente Nacional de la Obra a Manuel Castañón, ferroviario, que hasta aquel momento había presidido la Comisión Diocesana de la H.O.A.C. de Palencia. Desde su iniciación hasta aquel momento, Santiago Corral presidió provisionalmente la H.O.A.C., en espera de que entre sus militantes destacara aquel cuyas dotes y circunstancias personales le hicieran acreedor de encargarle esta alta misión. Ello no ha representado que Corral se haya apartado de la H.O.A.C., ya que, como Corral se haya apartado de la H.O.A.C., ya que, como Presidente Nacional de los Hombres de Acción Católica, podríamos decir que es nuestro súper-presidente, y tendrá siempre la gratitud de todos cuantos amamos esta H.O.A.C. tan limpia, que tanto debe a Santiago Corral como a fundador y ordenador.

Siguiendo (con más o menos variantes) el modelo de los Cursillos Interdiocesanos, fueron bastantes las Diócesis que en 1949 organizaron por su cuenta y con sus medios Cursillos Interdiocesanos, lo cual representa un paso muy firme en la marcha de la Obra.

Y así se llegó al mes de noviembre, a finales del cual fue suspendida gubernativamente la publicación de nuestro semanario «¡TU!», cuando su tirada había llegado a los 34.500 ejemplares.

Ante un requerimiento oficial de que el «¡TU!» debería pasar por la censura gubernativa, o en caso contrario se suspendería su publicación, los Arzobispos españoles, en su Conferencia anual celebrada en noviembre, acordaron que nuestro semanario, como órgano de la Iglesia en la A.C.O., no pasaría en ningún caso por la censura gubernativa, puesto que ya pasaba por la censura eclesiástica; consecuencia de esta actitud del episcopado español fue suspendido fulminantemente el periódico.

Esta medida produjo un gran desconcierto en nuestras filas, y fue entonces cuando se comprendió el valor del «¡TU!» al ver que llegaba un sábado, y otro sábado, y otro… Pero hemos de reconocer que la suspensión hizo un gran bien a la Obra, desmintiendo «con hechos» la propaganda que incesantemente venían radiando las radios comunistas de que la H.O.A.C. era un instrumento gubernamental, que nos ayudaban con todos los medios para sembrar la confusión entre los trabajadores españoles. La suspensión duró los meses de diciembre, enero y febrero, y durante ellos se realizaron gestiones en diversos sentidos, sin el menor éxito. Hasta que en marzo las autoridades civiles cambiaron completamente de actitud, autorizando que el «¡TU!» renovara su publicación en las mismas condiciones que antes; es decir; sin otra censura que la eclesiástica. Después de su aparición, el «¡TU!» ha visto aumentar constantemente su tirada, habiendo llegado ya a sobrepasar los 40.000 ejemplares.

Durante el tiempo de la suspensión del «¡TU!», la Jerarquía designó para el cargo de Consiliario Nacional de la H.O.A.C. a Monseñor Eugenio Merino, que había sido el traductor de los libros de la J.O.C. al castellano y uno de los sacerdotes que de más lejos se venía interesando por el apostolado obrero. Lo mismo que mientras la H.O.A.C. no tuvo su propio Presidente fue presidida por el del Consejo Superior, así mismo ocurrió con el Consiliario, que antes del nombramiento de Monseñor Merino estábamos con los buenos oficios de los que ocuparon de Consiliario Nacional de la Rama de Hombres.

Nombrados ya los cargos fundamentales, como son el Consiliario y el Presidente, se ha celebrado a últimos de junio la V Semana Nacional de la H.O.A.C. en Madrid. Es prematuro todavía para hablar de sus frutos, puesto que sus conclusiones no son válidas hasta que las aprueba la Dirección Central de la Acción Católica de España; pero se ha prestado gran interés a la coordinación de actividades en toda la A.C.O. y a la formación de militantes y propagandistas. También se propuso que se declarara tema permanente para el año próximo el de LA REFORMA DE LA EMPRESA.