¿Bodas gays? Bah, en Holanda ya van a por el matrimonio a tres…

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No sé si recordaran aquel chiste que decía: ”El matrimonio es una carga tan pesada, que se necesitan tres para soportarlo”. Pues esto es lo que ha pasado en Holanda.

El pasado 23 de septiembre Víctor, Mirjam y Bianca acudieron a una notaria para firmar un contrato de cohabitación, es decir, un documento que regula el funcionamiento, los costes y los bienes comunes de la propiedad y de sus posesiones.

Víctor con sus mejores galas y las alianzas en el bolsillo. Ellas vestidas igual, y no era para menos, con un vestido de novia blanco y reluciente. Tras la firma del documento, el trío declaro ante los medios que, tras convivir juntos durante casi dos años, se consideraban un matrimonio. Victor ama a las dos. Bianca y Mirjam aman a Víctor y se aman entre sí, y esa bisexualidad es el truco de que la “relación de a tres” funcione como una piscina de aceite y sin celos.

Este contrato no está considerado matrimonio, pues estaríamos hablando de poligamia. Pero ya es un primer paso, para que la opinión publica internacional comience con su campaña de lavado de cerebro a la que nos tienen acostumbrados, que noticias de este calibre las vayamos considerando “normales” y que recurramos a un vocabulario confuso que hace que nos engañemos con mas facilidad.

Aunque nos hemos acostumbrado a cambiar el nombre a las cosas seguimos teniendo como referente, por ahora, el Diccionario de la Real Academia Española, en el que podemos leer que “Matrimonio es la unión de un hombre y una mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales”.

Querer casarte con una persona no quiere decir que puedas casarte con ella.
Los niños, los jóvenes no pueden pensar que es amor la consecuencia de una fustración, una enfermedad o una debilidad. En el ambiente de una ciudad, de una sociedad, los medios de comunicación no pueden dar carta de naturalidad a una costumbre que rigió las épocas de decadencia de las grandes culturas, contribuyendo a su desaparición. No son costumbres nuevas, son muy antiguas y han coincidido siempre con épocas de crisis culturales y de disolución de sistemas sociales.
¿Es discriminatorio que un padre quiera casarse con su hija?
¿O que una mujer quiera casarse con su amante, sin dejar de estar casada con su marido, por la simple razón de que quiere a los dos?
¿O que dos hermanos quieran formar un matrimonio?
¿O que yo, que amo tanto a mi perro, quiera formalizar mi unión con un documento?
No sé los demás, pero yo tengo la impresión de que si no empezamos a cortar de raíz estas barbaridades, esto se va a pique.

Remedios Falaguera