La INMIGRACIÓN en FUERTEVENTURA

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Cuando alguien viaja en patera paga más que si viajara en un barco de lujo. A los barcos de lujo les reciben las autoridades, a los «sin papeles» las fuerzas del orden. Las aguas entre Canarias y África son una gran fosa común. Los guardias civiles de Fuerteventura tienen la tasa más alta de España en bajas laborales… el Estado ya sabe como expulsar inmigrantes sin pagar el viaje.



PESCA TRÁGICA
B.M.

En los últimos cuatro años, Ambrosio, pescador y armador desde los años 70, ha visto como ha aumentado la inmigración marítima ilegal entre Marruecos y Canarias, desde que la llegada de pateras era casi una anécdota hasta la proliferación actual.

Hasta el pasado 2 de diciembre no había sentido la impotencia y la rabia de quien intenta salvar una vida y no lo consigue. Ese martes vio cómo se ahogaban a escasos metros de la popa de su pesquero varios inmigrantes a quienes creyó haber rescatado, hasta que la llegada de una lancha de Salvamento Marítimo animó a los inmigrantes a ponerse en pie y la patera zozobró. «Da pena saber que con un simple chaleco salvavidas muchas de esas muertes podrían evitarse», reflexiona Ambrosio.

Ambrosio y su tripulación de diez hombres, entre los que está su hijo menor, pescan atunes en aguas de Fuerteventura y Lanzarote. Ellos avisaron a Salvamento Marítimo cuando se dieron cuenta de que había una patera pegada a un costado del pesquero. «Uno de los que iban en la patera saltó dentro de nuestro barco. Era un joven que venía de Costa de Marfil. Gritamos a los demás inmigrantes para que se quedaran quietos y así lo hicieron. Entonces amarramos la patera al barco y esperamos la llegada de la patrullera de la Guardia Civil. Al que saltó a bordo le dimos agua con manzanilla y ropa seca».

Entre la tripulación hay un marroquí que lleva varios años afincando en San Andrés. Este pescador pudo entablar conversación con algunos de los inmigrantes. Cuando se acercó la patrullera de Salvamento Marítimo, el costamarfileño regresó a la patera, que desamarraron del Batabano Primero, y en cuestión de segundos se desató la tragedia.

«En los últimos años avistamos pateras casi a diario, no una ni dos, sino hasta cuatro, paradas a la espera de que anochezca para acercarse a la costa con menos peligro», relata Ambrosio. «No hablamos mucho de ello porque sabemos que las mafias están en las dos orillas. Nunca los había visto ahogarse. Se me saltaron las lágrimas cuando supe que el de Costa de Marfil también había muerto. Sólo quería largarme de allí. No me importaba el pescado ni nada». El patrón del Batabano explica que la ley obliga a los pescadores a dar aviso a Salvamento Marítimo cuando ven una patera en peligro, pero les impide el rescate directo de los naúfragos. Sin embargo, después de lo vivido, también dice que si vuelve a localizar una barquilla con problemas «mandará el corazón y después ya veremos».

FUERTEDESESPERADA

Por Juan C. De la Cal

«Papa, comentan en el colegio que ustedes son los culpables de que se ahogaran los negritos que vinieron en la patera del otro día». Papá se quedó de piedra. Mientras buscaba la respuesta adecuada para su hijo, recordó lo que sucedió aquella noche cuando la patera que estaban rescatando volcó de repente al tratar de subir todos sus ocupantes precipitadamente a la patrullera. Instintivamente, el marinero de la Guardia Civil se echa la mano al brazo, todavía dolorido, del esfuerzo que tuvo que hacer para sujetar a pulso a un inmigrante que se iba para el fondo. Y esos arañazos que se hizo en la espalda cuando se le escurrió entre las rocas. Y ese compañero que se rompió cuatro vértebras al caer al mar tratando de impedir que la embarcación volcase. Y las veces que él mismo se tuvo que echar al oscuro océano buscando cabezas entre las olas antes de que desaparecieran para siempre.

Su mujer no aguanta más. Fuerteventura se le quedó pequeña hace tiempo. Su marido llega a casa un día sí, y otro también, con la cara demudada por la tristeza que le producen los cadáveres que tiene que sacar del mar, por el olor a muerto que no desaparece de su pituitaria en días.

En los cementerios de Fuerteventura cada vez hay más tumbas anónimas donde, a modo de epitafio, sólo figura: inmigrante sin identificar. Municipios como el de Antigua tienen ya un amplio presupuesto para costear los gastos del sepelio.

Es un secreto a voces en la isla que la falta de medios humanos que padece el Servicio Marítimo de la Guardia Civil es una de las razones de que el fenómeno siga en aumento. Una de las razones de esta escasez de personal se debe al alto número de bajas laborales; a finales del año pasado casi la tercera parte de la plantilla estaba de baja clínica, muchos por depresiones ansiosas.

Medio centenar de turistas vio llegar a una playa de El Castillo el cadáver de un subsahariano. Le hicieron fotos, torcieron sus caras con horror y muchos no cenaron aquella noche. Alguno, entrado en años, llegó a confesar al camarero que era el primer muerto que veía y «no le había gustado nada».

Un negocio para los abogados.

El turno de oficio de letrados en Fuerteventura probablemente sea el más numeroso y lucrativo de España. El año pasado los juzgados tramitaron más de 10.000 expedientes de expulsión. Por ley, cada uno de estos extranjeros tiene que estar asistido por un letrado de oficio cuya primera labor es recurrir automáticamente estos expedientes de expulsión en 72 horas. Por cada expediente los abogados cobran una tarifa preestablecida de 120 euros. A esta cantidad hay que añadir lo que cobran por asistir a sus clientes recién llegados en comisaría y en el centro de retención de El Matorral. Cada visita no baja de los 60 euros. En los juzgados, cuentan el caso de un abogado que el pasado mes de agostó facturó tanto dinero él solo –todos los demás se fueron de vacaciones- que las autoridades canarias están negociando con él la manera de pagarle a plazos para no alterar más aún sus presupuestos.

Hospital.

Las quejas también llegan del hospital comarcal, el único de la isla, ya de por sí saturado con su escaso centenar de camas. Se han llegado a dar cita de ¡cuatro meses! para una prueba de embarazo. El personal sanitario está preocupado por la aparición de algunos casos de tuberculosis y cólera entre los propios inmigrantes. En una de las camas encontramos al senegalés Ibrahim, que tuvo un accidente en una obra hace unos días –empleado obviamente sin contrato- y que sólo sabe decir en castellano: «mezcla, bloque y cemento».

CEAR ACUSA AL ESTADO DE ENGAÑAR A LOS INMIGRANTES.

El método es sencillo: se les dice que si se van voluntariamente los trámites de expulsión se paralizan. La realidad es que luego sí que reciben la prohibición de entrada en España. ¡pero nos ahorramos el pasaje!