La triste historia de la doble valla

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La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, volvió ayer a enmendar la plana al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, echándole en cara la ilegalidad de llevar a cabo las denominadas devoluciones en caliente, porque, según la ex-ministra, una vez están en la valla o la han cruzado ya están en suelo español y deberían someterse a un proceso de expulsión regulado por la ley de extranjería.

Desde que se levantaron las dobles vallas en las fronteras de Ceuta y Melilla, hace 15 años, todos los ministros del Interior han optado por las llamadas «devoluciones en caliente».

La elección de uno u otro nombre depende de si el que habla lo hace desde la oposición o desde el Gobierno, pero ambos se refieren a la misma injusta realidad: la entrega inmediata a Marruecos de inmigrantes que acaban de saltar las alambradas y se encuentran entre las dos vallas o, incluso, definitivamente del lado español.

En octubre de 2005, siendo titular de Interior el socialista José Antonio Alonso, cuando medio millar de inmigrantes empobrecidos intentaron pasar a Ceuta, sucedió que cuatro de ellos fueron abatidos a tiros, dos murieron en el lado marroquí y los otros dos en el lado español. Y un centenar fueron expulsados a Marruecos a través de la verja.

“Si se puede abrir la valla y se pueden rechazar, ¡para afuera!”, ordenaba el jefe del instituto armado» durante el gobierno socialista.

Para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero el terreno entre las dos vallas venía a ser como el de un puesto fronterizo en donde un agente rechaza al extranjero que carece de la documentación en regla para entrar en el país.

La disparidad de criterio radica en qué se considera territorio español, ya que tanto el ministro como la Defensora coinciden en que debe aplicarse la ley de extranjería a todo aquel que llega a suelo español.

«Desde el momento en que una persona está en territorio español tiene que ser tratada conforme a la legalidad vigente, no entiendo que se hable de devoluciones en caliente, eso no existe en la ley de extranjería», zanjó Soledad Becerril tras su intervención.

Conclusión: Ni siquiera se aplican las injustas leyes que hacen de nuestras fronteras «trincheras» contra los empobrecidos de la tierra, a los que primero robamos injustamente.

Autor: Juan Rodríguez

Ver también: Guerra encubierta en las fronteras