Los planes contra la violencia doméstica olvidan a niños y ancianos

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Entrevista a Lorenzo Millas – Criminólogo. David Lorenzo Morillas Fernández (Jaén, 1977) consiguió un premio a la mejor investigación criminológica por su estudio Análisis Criminológico del delito de Violencia Doméstica, publicado por la Universidad de Cádiz. Después de escribirlo, Morillas se dio cuenta de que las mujeres sufren en mayor grado el maltrato, pero los niños y los ancianos son los que en realidad están más desprotegidos.

Pregunta. ¿Se puede detectar a un futuro maltratador?

Respuesta. La propia víctima puede hacerlo. Por los comportamientos del agresor día a día, la víctima es capaz de ver rápidamente el riesgo de agresión que puede sobrevenirle en el futuro. Aunque hay vínculos que suelen unir a ambos que impiden a la víctima alejarse de él. Los individuos que están próximos al maltratador potencial sí pueden detectarlo pero, desde el exterior, es imposible.

P. ¿Es posible saber que una víctima sufre maltrato sólo con observarla?

R. Sí. La mujer se encierra en sí misma, en su propio mundo, y se aisla de todo. Ése es uno de los síntomas. En niños, los médicos juegan un papel fundamental. Cuando un niño llega a un centro sanitario, muestra una actitud excesivamente cariñosa hacia el personal sanitario, alejándose del maltratador. Sabe que, mientras esté con médicos y enfermeros, no lo van a agredir. En ancianos, es mucho más difícil averiguarlo.

P. ¿Cuál es el prototipo de maltratador?

R. Es un hombre de entre 37 y 45 años. De cara al exterior, no muestra su agresividad. Suele beber alcohol, y es celoso, muy celoso. Son características comunes que se ven en todos los maltratadores. Pero, evidentemente, no todo individuo que las reúna tiene por qué delinquir.

P. Siempre se habla de la violencia del hombre hacia la mujer, pero no al contrario.

R. En la práctica es más fácil demostrar que un hombre es un maltratador, porque suele utilizar la violencia física. La mujer recurre más a la psicológica. Este delito está tipificado, pero es muy difícil de detectar y demostrar. Además, el hombre tiene mucho miedo a reconocer públicamente que una mujer le maltrata.

P. ¿Qué ha aprendido después de escribir el libro?

R. Que la violencia doméstica es un problema educativo. Esto se está asumiendo ahora, pero los resultados no los veremos hasta dentro de unos 15 o 20 años. Y que los planes de acción contra la violencia doméstica están centralizados sólo en las mujeres, pero se olvidan totalmente de niños y ancianos. Estamos creando una gran cobertura para ellas, que ahora cuentan con mayores recursos sociales y asistenciales. Pero nos olvidamos de que niños y ancianos están más desprotegidos, no pueden valerse por sí mismos, ni decidir si ponen una denuncia o acuden a un hospital.