Madres sin fronteras buscan a migrantes desaparecidos I

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38 mujeres centroamericanas, madres de migrantes desaparecidos, se juntaron en Guatemala en octubre de 2012 para buscarlos. Llevaban las fotos de sus hijos y muchas expectativas. Recorrieron 14 estados y 23 localidades de México con un mismo objetivo: encontrarlos. Recogemos algunos momentos de la Caravana “Liberando la esperanza”.

Doña Teodora Ñaméndiz, nicaragüense, llevaba 32 años sin ver a su hijo. Se fue en 1980 y desde 1985 ella no supo más. Aunque tiene 75 años, no se acobardó ante el reto que le propusimos desde el Servicio Jesuita para Migrantes, una de las instituciones que organizó la caravana. Tres veces se cayó durante el viaje y, como si de un viacrucis se tratara, tres veces se levantó.

La vi caer por primera vez cuando pasamos la frontera mexicana de El Ceibo, tropezando con una grada. Y aunque pensamos que se había fracturado algún hueso, se levantó y siguió adelante como quien tiene clara una misión, siguiendo un magnetismo misterioso. El 27 de octubre su hijo fue localizado. Vivía en Veracruz. Cuando le dijeron que su madre estaba viva y buscándolo, comenzó a llorar. El 29 de octubre, madre e hijo se pudieron dar el abrazo esperado y ella vio por primera vez a sus tres nietos. Se dieron cinco encuentros como éste durante la caravana.

Dos mujeres y un camino

En “La Odisea” Penélope se queda esperando a Ulises. En Centroamérica, cansadas de que Ulises no vuelva, algunas madres van en su busca y al hacerlo viven su odisea. Estas caravanas se iniciaron en El Progreso (Honduras) en el año 1999 con dos mujeres unidas por la misma experiencia: la pérdida de contacto con sus hijos migrantes. A través del programa “Sin Fronteras”, de Radio Progreso, las dos decidieron unirse, organizaron el Comité de Familiares de Migrantes de Progreso (COFAMIPRO) y se pusieron en camino.

En diciembre del año 2000 sale la primera caravana. Una de las fundadoras, Edita Maldonado, logró localizar a su hija en México. Llevaba cinco años desaparecida, había sido víctima de abuso sexual y de trata. Fue contagiada de VIH y murió poco después de encontrarse con su madre. Hoy doña Edita sabe dónde está enterrada su hija y sigue animando a otras madres.

Desde ese año 2000 se siguieron organizando nuevas caravanas: en 2002, 2005, 2006, 2008, 2009, 2010 y 2011. La caravana de 2012, en la que participó un buen grupo de madres nicaragüenses, fue la primera en la que participaron mujeres de los cuatro países centroamericanos. Se sumaron dos hombres a la caravana.

Las mujeres hablan

Doña Guadalupe Rivas, quedó a cargo de cinco nietos y sufre dificultades económicas para criarlos. Después de ocho años “desaparecido”, su hijo fue localizado en Chiapas en 2011, pero tiene otro nombre y no quiere saber nada de sus hijos. Doña Lupe decidió ponerle una denuncia en Chiapas demandando una pensión alimenticia para los hijos que él abandonó.

Situaciones como ésta no deben hacernos olvidar las principales causas de las desapariciones. Fray Tomás González, franciscano que dirige el Albergue de Tenosique y que acompañó a nuestra caravana durante todo el trayecto mexicano, afirma que el enemigo de los migrantes “es un monstruo de varias cabezas”. Entre ellas, las autoridades de México y la corrupción del Instituto Nacional de Migración, el crimen organizado y los estados expulsores, que no garantizan el “derecho a no migrar”. El machismo “descuidador” es otra. Esa actitud de huida contrasta con la actitud de búsqueda que muestran las mujeres en estas caravanas. “Ese vacío que el hijo deja en la madre no se llena con nada”, nos decía Carmen Lucía Cuarezma, mostrando la foto del hijo que buscaba.

MOSTRANDO EL ROSTRO

Siguen el rastro

Con las fotos de sus hijos las madres hicieron plantones en los parques de las ciudades. Mostraban las fotos, daban conferencias de prensa, se reunían con autoridades políticas y funcionarios de migración, visitaban albergues de migrantes, cárceles y hospitales, prostíbulos y morgues, alojándose en algunas de las sesenta Casas del Migrante que la Iglesia católica tiene en territorio mexicano.

Fueron jornadas de gran dureza física y también psicológica, pues no fueron pocos los que se acercaban, miraban la foto y decían: “Sí, es él, yo lo vi en tal lugar”, “Ése se cayó del tren y quedó destrozado…” Mostrando el rostro siguen el rastro. Y en el camino el corazón de estas mujeres recibe la sangre venosa de la angustia y empuja la sangre arterial de la esperanza.

Al amanecer del 15 de octubre, a la orilla del río San Pedro, el director de la escuela de Fe y Alegría, donde dormimos, nos contaba cómo pasan los centroamericanos, cómo se ahogan algunos pasando el río, cómo los matan los delincuentes en la montaña, cómo los esperan los narcos en la otra orilla, cómo no dejan testigos, cómo se pudren los cadáveres en la selva…  Las madres estaban esa mañana en uno de esos ríos, escuchando y mirando la otra orilla en silencio. Mucho silencio. Al terminar de hablarnos, sólo se escuchaba el murmullo del río y el latir del corazón de las madres.

El primer abrrazo

En Tenosique, el franciscano dirige el Albergue “La 72”, llamado así en homenaje a los 72 migrantes masacrados por Los Zetas en Tamaulipas, en agosto de 2010. Aparecieron allí 58 hombres y 14 mujeres con un balazo en la nuca, torturados, irreconocibles.

En “La 72” tuvimos el primer signo de esperanza de que hay “desaparecidos” que son encontrados. El hondureño Servelio Mateo se reencontró con sus padres después de nueve años. Esa noticia dio esperanza a las madres, que continuaron la caravana alzando su voz: “¡Vivos se vinieron, vivos los queremos!” Carmen Lucía Cuarezma: “Yo tengo que decir que está vivo, porque si no, me muero yo”.

Hace unos años la salvadoreña Lucy de Acevedo descubrió que su hermano había sido torturado y asesinado en Tapachula. Siguió la lucha para apoyar a otras mujeres y organizó el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Salvador (COFAMIDE). Ellas han identificado algunos migrantes fallecidos con el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

El rastro del ADN

El EAAF ha firmado convenios con El Salvador, Honduras, Guatemala y Chiapas, en los que se implica a la sociedad civil y al Estado para la identificación de migrantes fallecidos. Cuando aparece una fosa común se extraen de los restos muestras de ADN y se comparan con el archivo del ADN de familiares. Sólo en la localidad de Pima, estado de Arizona, yacen restos de 500 migrantes no identificados.

Masacres de ayer y de hoy

Lo que hay en común entre las masacres de los años 80 y los crímenes que hoy se cometen con los migrantes es, la magnitud del crimen. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México reportó que en el año 2010, entre abril y septiembre, hubo en México 11.333 personas secuestradas en tan sólo seis meses. En ese territorio del espanto son pocos los secuestros que llegan a ser aclarados por las autoridades.

Hay un segundo elemento en común: las víctimas y los victimarios. Los ex-kaibiles formados en los años 80 por asesores estadounidenses integran hoy los temibles Zetas. En el pasado mes de mayo, el mismo día que se recordaba el 32 aniversario de la masacre del río Sumpul, Los Zetas cometían la masacre de Cadereyta. La víctima sigue siendo el pueblo centroamericano. Ese pueblo que en el río Sumpul buscaba la frontera para salvar su vida y que hoy sigue cruzando ríos y fronteras buscando la vida.

UNA “MEMBRANA INTELIGENTE”

En la frontera mexicana

Hay un último elemento en común que el ADN pone en evidencia al unir las fosas comunes de entonces y las de ahora: responden a una doctrina de seguridad nacional. Las autoridades se empeñan en tratar el tema migratorio desde un enfoque de seguridad, criminalizando a los migrantes, obligándolos a buscar rutas clandestinas y arrojándolos en manos de las mafias.

La mayor prueba han sido los nombramientos hechos por el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, para llevar adelante su política de migración. El 6 de enero nombró director del Instituto de los Mexicanos en el Exterior a Arnulfo Valdivia Machuca. En octubre, siendo Valdivia Machuca coordinador de asuntos migratorios del equipo de transición, había afirmado que el nuevo gobierno quería hacer de esa frontera una “membrana inteligente, que deja pasar lo bueno y detiene lo malo”.

Y para que no quedara duda de que la membrana debe ser “inteligente”, el 15 de enero fue nombrado nuevo Comisionado del Instituto Nacional de Migración Ardelio Vargas Fosado, que ha trabajado durante más de diez años en la “inteligencia” en el Centro de Información y Seguridad Nacional y fue responsable de famosos operativos represivos de la Policía Federal Preventiva. Su último cargo ha sido el de Secretario de Seguridad Pública en Puebla. Queda claro que el nuevo gobierno del PRI en México sigue considerando la migración centroamericana como un problema de seguridad.

Las membranas pueden ser porosas, al preguntar  a los oficiales, por dónde habían pasado los grupos de jóvenes hondureños que se veían por la carretera: “Pasan por ahí, porque no tienen papeles. Los que tienen papeles pasan por aquí”. Las autoridades registran unos 120 lugares por donde los migrantes cruzan la frontera de Guatemala hacia México. Sólo ocho son de paso legal.

DE MEMBRANA COLADORA

A MEMBRANA DEPURADORA

Quiénes de entre los cerca de 400.000 centroamericanos que transitan anualmente por México serán los “buenos” y quiénes los “malos”. Una membrana “depuradora” seleccionará, pero permanecerá un grave problema: la frontera norte de México es una de las trece fronteras más peligrosas del mundo, con 40.000 asesinatos en los cuatro primeros años del sexenio de Felipe Calderón.

Se anuncia la creación de nuevas garitas en la frontera sur de México y la de una patrulla fronteriza similar a la que existe en Estados Unidos, que tendrá de 5 a 8.000 agentes. “Es un asunto de seguridad nacional, hay que ejercer la autoridad donde no la hay”, dice Valdivia Machuca. Y por si quedaran dudas, la gestión de Peña Nieto cuando fue Gobernador del estado de México las disipa. Martha Sánchez, del MMM, recuerda que durante su gobernación se cerraron albergues de migrantes, la policía de ese estado era la más extorsionadora y proliferaban los secuestros de migrantes. Más garitas y más policías son signos de que la criminalización de los migrantes centroamericanos permanecerá con Peña Nieto.

Abrazos entre mexicanas y centroamericanas

Nuestra caravana recibió mucha solidaridad mexicana. En Coahuila, las madres se encontraron con la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUNDEC).

Allí se hizo presente el sacerdote Alejandro Solalinde, amenazado por Los Zetas por defender a los migrantes. También llegaron madres mexicanas con hijas e hijos desaparecidos, mostrando que si el fenómeno es de gran magnitud, mayor ha de ser la solidaridad y la unidad entre los pueblos. “¡No están solas! ¡No están solas!”, gritaba el auditorio, mientras las fotos de mexicanos desaparecidos se mezclaban con las de los centroamericanos. Es importante que los pueblos no pasen por ninguna selección que identifique a “buenos” y “malos” según nacionalidad. El nombre de uno de los colectivos que lleva el albergue para migrantes de Huehuetoca lo expresa muy bien: “Ustedes somos nosotros”.

Autor: José Luis González sj.  (miembro del servicio jesuita para migrantes).

( * Extracto)

Ver Madres sin fronteras buscan a migrantes desaparecidos (segunda parte)