Migrantes empobrecidos son esclavizados en el caos de Libia

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La Organización Internacional de las Migraciones denuncia que en plazas de la ciudad de Sabha, en el desierto del Sáhara, los locales compran y venden subsaharianos…

Mujeres y hombres subsaharianos que intentan emigrar a Europa través de Libia acaban siendo vendidos en mercados de esclavos. Los negreros del siglo XXI se mueven ahora en camionetas pick-up a través del desierto y venden a sus víctimas en aparcamientos o plazas de la ciudad de Sabha, a más de 600 kilómetros al sur de Trípoli. Aquellos que pueden trabajar en la construcción alcanzan un mayor precio en el mercado. A las mujeres se las convierte en esclavas sexuales. Si sus familias pueden comprar su libertad, se les deja ir previo pago. Si no, sufren el encierro y las torturas y son sucesivamente revendidos.

Lo ha denunciado la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en un informe en el que recoge varios testimonios. Uno de ellos es el de un joven senegalés, llamado SC para proteger su identidad, que contó que tras atravesar el desierto del Sáhara pagando a las mafias, al llegar a Sabha le llevaron a una plaza donde había un mercado de esclavos. Allí fue comprado y llevado a una casa que servía de prisión para otras 100 personas.

Los traficantes obligan a los migrantes a llamar a sus familias para que paguen por su libertad, muchas veces les torturan durante la llamada para que sus parientes lo oigan. Por SC pidieron unos 450 euros, que no pudo reunir. Así que el joven senegalés fue revendido a otro negrero libio, que aumentó el precio de su libertad a casi 1.000 euros.

Cuando algún esclavo muere o compra su libertad, se le reemplaza adquiriendo otro. Según SC, las mujeres son compradas por individuos que las llevan a sus hogares privados donde las fuerzan sexualmente. La OIM afirma que ha recolectado esta información a través de migrantes que han retornado a casa después de su viaje fallido. «En los últimos días, varios migrantes me han contado historias horribles. Todos confirman el riesgo de ser vendido como esclavo en plazas y garajes de Sabha por los conductores o por los locales», narra un trabajador de la agencia en Níger. Los migrantes son puestos a trabajar «frecuentemente en la construcción y después, en vez de pagarles, les venden a otro comprador», añade.

Adam (nombre ficticio para proteger su anonimato) fue secuestrado junto a otros 25 hombres de Gambia cuando viajaba de Sabha a Trípoli, la capital libia. Hombres armados les llevaron a una prisión donde había encerrados otros 200 hombres y varias mujeres, todos de varias nacionalidades africanas. Según Adam, les pegaban todos los días y les forzaban a llamar a sus familias para pagar un rescate. Los padres de Adam tuvieron que vender su casa para poder liberarle. Cuando recibieron el dinero, abandonaron a Adam en Trípoli al borde de la muerte. Tuvo que ser hospitalizado durante tres semanas para recobrarse de las heridas de la tortura y de una malnutrición severa: pesaba 35 kilos.

Fosas comunes en el desierto

«La situación es extrema», declara Mohammed Abdiker, director de Operaciones y Emergencias de la OIM. «Las últimas informaciones sobre mercados de esclavos se añaden a una larga lista de abusos en Libia», señala. Abdiker ha visitado Libia recientemente, donde la OIM ha accedido a varios centros de detención de migrantes para estudiar sus condiciones. «Sabemos que los migrantes que caen en las manos de los traficantes se enfrentan a la desnutrición sistemática, los abusos sexuales e incluso el asesinato. El año pasado supimos de la muerte de 14 de ellos en solo un mes, en uno de estos lugares. Murieron de hambre y enfermedades. Sabemos que hay fosas comunes en el desierto», cuenta.

Rescate

Una vez retenidos, según el mismo testimonio, los inmigrantes se enfrentan a distintas posibilidades. Algunos son obligados a ponerse en contacto con sus familias para pedir un rescate. Mientras están al teléfono, son golpeados para que los familiares puedan hacerse una idea de la delicada situación en la que se encuentran. En el caso del testimonio senegalés, pidió a su familia la cantidad equivalente a 480 dólares imposibles de asumir. Fue vendido por segunda vez a otro ciudadano libio que todavía pedía más dinero; el equivalente a 970 dólares. El testigo ha puesto en conocimiento de la OIM que el dinero debía ser abonado a través de Western Union o Money Gram a nombre de Alhadji Balde, ubicado en Ghana.

El hombre senegales logró una parte del dinero y, para suplir el resto, trabajó como intérprete para sus captores. «Explica condiciones sanitarias espantosas», explica el portavoz de la OIM Joel Millman para añadir: «Comían una vez al día y, en ocasiones, se les dejaba morir de inanición». Si morían o eran liberados, «los secuestradores vuelven al mercado para reemplazarlos», explicó el testigo.

Esclavas sexuales

En el caso de las mujeres, la práctica de compra venta es idéntica pero el destino son casas particulares donde son tratadas como esclavas sexuales abocadas a la prostitución. Otra testigo ha explicado a la OIM que fue retenida en una especie de almacén cerca de la ciudad libia de Misrata por secuestradores somalís y sometida a violaciones y torturas físicas. Su marido, que ya había logrado llegar al Reino Unido, ha llegado a pagar la cifra equivalente a 7.500 dólares y ahora vuelven a exigir un segundo pago.

El director de Operaciones y Emergencias de la OIM, Mohammed Abdiker, que acaba de volver de Libia, asegura haber tenido acceso a casos «horrorosos». «Los inmigrantes que caen en las redes de traficantes hacen frente, sistemáticamente, a malnutrición, abuso sexual, incluso asesinatos», asegura Abdiker para añadir: «Tenemos constancia de que el año pasado 14 inmigrantes murieron en emplazamientos como los descritos en un solo mes de enfermedades y malnutrición». «Nos están contando que hay fosas comunes en el desierto», finaliza.

Fuentes: OIM, El Mundo, El Periódico

Redacción: Solidaridad.net