Nigeria: El genocidio continúa

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Todavía nadie ha dicho nada de que fruto de esta guerra provocada por las multinacionales de los países enriquecidos es por lo que hoy están llamando a nuestras puertas muchos inmigrantes de estos países.

Declaraciones de Sanou Mbaye (economista senegalés):

«Se está incubando una fiebre de oro negro. Esta fiebre no alegra a los africanos de a pie, que son conscientes de la maldición que se avecina: corrupción, conflictos y desastres ecológicos y la certidumbre de que los petrodólores exacerban la pobreza en lugar de curarla»

Nigeria es el séptimo mayor exportador de petróleo del mundo, pero el 70 por ciento de la población vive inmersa en la pobreza. Especialmente complicada es la situación en la región del Delta del Níger, en la que se concentra la producción petrolera del país. La inestabilidad del Delta ha sido considerada uno de los factores que han propiciado el gran incremento del precio del petróleo en las últimas semanas.

El petróleo proporciona al Estado el 80 por ciento de sus ingresos y supone el 90 por ciento de las exportaciones. Casi todos los pozos petroleros se encuentran en el Delta del Níger, donde extraen oro negro seis grandes multinacionales petroleras (Shell, Chevron, Elf, Movil, Texaco y Agip). Pero, paradójicamente, la región del Delta del Níger está empobrecida y poco desarrollada.

Las ganancias han ido a parar a una serie de gobiernos corruptos (Las palabras del director general de la Shell en Nigeria: «Para una empresa comercial que se propone realizar inversiones, es necesario un ambiente de estabilidad. Las dictaduras ofrecen eso») y a las grandes compañías petroleras. Al pueblo sólo le han dejado la basura: las fugas de gases altamente tóxicos, los vertidos de petróleo que han contaminado tierras y ríos, la polución; en definitiva, un ecosistema totalmente deteriorado.

Según un informe de Human Rights Watch, la quema de gases provenientes de la producción del petróleo emite 35 millones de toneladas de dióxido de carbono y 12 millones de toneladas de metano al día; es por eso la zona del mundo que más contribuye al calentamiento global. Sólo de 1976 a 1996 se han producido 4.835 vertidos de petróleo en la región del Delta del Níger.

La compañía anglo-holandesa Royal Shell produce más de la mitad del petróleo de Nigeria; según el Worldwatch Institute, «apoyándose en la complicidad del Gobierno, la Shell nunca ha llevado a cabo ninguna evaluación ambiental antes de excavar nuevos pozos o instalar oleoductos».

En 1993, la Shell se vio forzada a abandonar la producción de petróleo en Ogoniland como resultado de una campaña de presión dirigida por el MOSOP (Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni), que acusó a la compañía de poner en peligro el ecosistema de la zona y de provocar daños irreparables a las comunidades que viven del campo y de los ríos.

«Lo que la Shell y la Chevron han hecho al pueblo ogoni, a sus tierras y a sus ríos, a sus arroyos y a su atmósfera podría llamarse genocidio. El alma del pueblo ogoni está muriendo y yo soy su testigo». Ken Saro-Wiwa, ahorcado junto con otros ocho activistas del MOSOP. El MOSOP acusó entonces a la Shell de connivencia con el asesinato. Se calcula que unas 2.000 personas fueron asesinadas por estar implicadas en protestas contra la Shell a principios de los 90. La compañía Shell ha invertido miles de millones en lavarse la cara ante la opinión pública.

A partir de las críticas continuas, los ataques a sus instalaciones y las extorsiones –que han incluido incluso el secuestro– la Shell cambió de política. En 1998, Ogulacha conoció la electricidad.

En los últimos años se ha producido un aumento de los conflictos entre diferentes grupos étnicos de la región del Delta del Níger, que algunos consideran haber sido azuzados por las propias compañías.

En mayo de 2004 se inicia una huelga en las plataformas petrolíferas; denuncian el despido de algunos compañeros y la subida de precios de los combustibles en un 50%, después de que Obasanjo decidiera poner fin a las subvenciones para los derivados del petróleo. Esta huelga coincide con la visita de G. Bush a Nigeria, que envía fuerzas del ejército para garantizar la seguridad en la zona. La huelga se ve ensangrentada con feroces represalias del ejército hacia los trabajadores y los manifestantes, con un balance de muertos desconocido.

Es entonces cuando la Shell reconoce que «inadvertidamente», aumentó la corrupción, el conflicto y la pobreza con sus actividades de extracción de petróleo en Nigeria.

En septiembre del mismo año, los enfrentamientos entre el ejército y la -mal llamada- guerrilla nigeriana son tales que fuerzan a la Shell a suspender sus operaciones en varios pozos. La situación es muy tensa; Shell evacúa a 235 trabajadores. Unos 500 civiles podrían haber muerto en enfrentamientos, según AI.

En octubre continúa la huelga general en Nigeria contra el incremento del precio del combustible, y por la reclamación de mejores salarios por la inseguridad que viven (esto afecta a la Shell). Esta guerra no declarada ha provocado 53.787 muertos, dieciocho veces más que en los atentados de las Torres Gemelas.

La situación ha convertido a este país en centro de atención de la prensa internacional. La inestabilidad del Delta ha sido considerada uno de los factores que han propiciado el gran incremento del precio del petróleo en las últimas semanas.

Ha sido necesario que nos suban el combustible aquí, en los países occidentales, para que Nigeria salga en los periódicos. Pero nada dicen de que esas subidas son producidas por las grandes corporaciones del petróleo, que lejos de ver bajar sus beneficios, cargan a los ciudadanos con los posibles gastos generados por una huelga en Nigeria. Esta subida es provocada por los grandes del petróleo, que no renuncian a seguir ganando más y más dólares, que no renuncian a explotar hasta el exterminio a los pueblos dueños y señores del crudo nigeriano. Echan la culpa a una huelga en un país africano, en definitiva, a unos ciudadanos que no toleran que sigan robándoles sus vidas, sus tierras y su futuro.

(publicado en la Revista Autogestión num.61)