Paro y explotación. ¡trabajo sobre capital!

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El paro en nuestro país es una auténtica canallada para millones de personas

Las cifras reales no se saben. Nos dicen que hay 4 millones pero ya se han encargado de camuflar la cifra todo lo que han podido. Algunos estudios señalan que si se contabilizara rigurosamente el desempleo podríamos estar hablando de unos 7 millones de personas.

Actualmente más de un millón de trabajadores ya no reciben ningún tipo de prestación; más de 800.000 familias tienen todos sus miembros en el paro; el paro juvenil supera el 30%… en definitiva, la sociedad española ha entrado en un clima de violencia social de impredecibles consecuencias.

Por otro lado la explotación del trabajo sigue creciendo. Nuestra economía sumergida estará rondando el 30% y cada día se descubren más casos de explotación laboral que no tienen nada que envidiar a la pura esclavitud. Los inmigrantes empobrecidos están siendo auténtica carne de cañón. A nivel mundial, ¡el 60% de los trabajadores están en la economía sumergida! Esto es un escándalo. El trabajador como sujeto, es una persona y como tal debe protagonizar la vida económica. El capital no es sujeto, es un instrumento al servicio del trabajo. El capital es trabajo acumulado. Por ello es necesario plantear una revolución en la vida económica que empiece considerando al trabajador como lo más importante del proceso productivo.  Ello exige a nivel mundial que:

1) Todos dispongan de un trabajo digno.

2) El trabajo tenga las condiciones adecuadas.

3) Todo trabajo sea correspondido por un salario justo

4) El trabajo debe permitir el desarrollo armónico e independiente de la familia como escuela de solidaridad y célula básica de la sociedad.

 

Los trabajadores son considerados capital humano, objetos, instrumentos, piezas de un proceso que se pueden explotar, flexibilizar, suprimir, intercambiar. Hay que plantearse una revolución que acabe con la esclavitud, con el paro, con la explotación. Una revolución que permita a los padres educar a los niños en la cultura del trabajo. Una revolución que permita a cada persona desarrollar su vocación profesional y su vocación a la justicia.