¿Por qué no se habla del síndrome postaborto?

2391

La doctrina oficial del gobierno y sus cómplices, cuando hablan del aborto, es que se trata de un debate superado. Nosotros creemos que no. Hay una pregunta básica a la que ningún político quiere responder: si lo que se destruye mediante el aborto es una vida humana o no.

Cada vez que se pregunta a un político por este tema evade responder directamente. Evidentemente, la vida humana que se destruye es lo más importante del debate. Si la clase política no quiere abordar este tema, que a nosotros nos parece indiscutible, proponemos debatir sobre las otras víctimas del aborto, que las hay y también son silenciadas.

Muchas leyes y actuaciones administrativas necesitan la realización de estudios e informes previos que evalúen su impacto antes de ser aprobadas. Así, hablamos de evaluaciones de impacto ambiental que permiten la defensa de la naturaleza ante la construcción de obras públicas. Y si las cigüeñas y las hayas tienen derechos, ¿Por qué la ley del aborto no ha merecido una evaluación de las víctimas que deja, además de la vida humana que siega?

A nadie le gusta vivir cerca de una central nuclear o un centro de almacenamiento de residuos nucleares. Todos los días nos bombardean con las campañas antitabaco y antialcohol. Cada día se da más importancia a la salud de algunos, pero ¿por qué no se han evaluado los efectos del aborto en la salud? Los datos nos dicen que si esos efectos se hicieran públicos no habría ley del aborto. El aborto ha causado múltiples víctimas y daños que es necesario poner de manifiesto. Las leyes del aborto se aprueban con premisas falsas.

Los datos nos dicen que si esos efectos se hicieran públicos no habría ley del aborto. El aborto ha causado múltiples víctimas y daños que es necesario poner de manifiesto. Las leyes del aborto se aprueban con premisas falsas.

Otra moda impuesta hoy es lo ecológico. Todo debe ser ecológico, la comida, los coches… Cuando una mujer está embarazada, no parece muy ecológico que sea la propia madre la que impida que la criatura llegue a término. No hay ninguna otra especie sobre la tierra que lo haga. Si no es ecológico que esto suceda, debemos hacernos dos preguntas, una sobre las causas y otra sobre las consecuencias.

¿Por qué sucede esto? ¿Qué presiones recibe la mujer para hacer algo tan antinatural como abortar? ¿Qué presiones ha interiorizado y cuáles son evidentes desde el exterior? Cuando el presidente de Uruguay, el socialista Tabaré Vázquez, vetó la ley del aborto de su país afirmó “Es menester atacar las verdaderas causas del aborto en nuestro país y que surgen de nuestra realidad socio-económica. Existe un gran número de mujeres, particularmente de los sectores más carenciados, que soportan la carga del hogar solas. Para ello, hay que rodear a la mujer desamparada de la indispensable protección solidaria, en vez de facilitarle el aborto”. Ante una realidad así, lo socialista es preguntarse por qué sucede. Y una vez preguntado y respondido, atajar las causas del problema. No hace mucho se celebraba en España un juicio contra un empresario por coaccionar a una trabajadora a abortar el hijo que esperaba si quería conservar su puesto de trabajo. ¿Cuántas coacciones directas como ésta existen que no son denunciadas? ¿Cuántas indirectas como la explotación laboral, el precio de la vivienda, etc?

La otra pregunta que debemos hacernos es qué sucede después. Lo más importante, insistimos, es la vida que se elimina. Como además se siega por parte de aquella persona que más debería protegerla, lo más lógico es pensar que un acto tan antinatural como el aborto provocado no puede pasar sin consecuencias para quien lo hace. En los pueblos de España no ha sido raro encontrar hasta hace poco a viejos que participaron de una u otra manera en la Guerra Civil: en combate, en la retaguardia, en milicias de uno u otro bando, en enfrentamientos en pueblos, delaciones… Muchos de ellos, poco antes de morir seguían atormentados por sus implicaciones en actos realizados muchos años antes, que directa o indirectamente habían llevado al asesinato de otras personas. Personas creyentes o no creyentes, de una u otra ideología… nunca consiguieron superar su participación en actos que atentan contra una ley escrita en el corazón de todo ser humano. Si esto sucede con personas que fueron enemigas… ¿cómo no va a suceder en la madre que acaba con la vida de aquel a quien está llamada a cuidar y proteger?

Se habla del sufrimiento que genera el embarazo en la madre y la ansiedad que le puede provocar para justificar el aborto. Pero cabe preguntarse si ese argumento no sirve para cuando el niño ya ha nacido. Aquel que se mete en problemas de drogas a los 15 años y empieza a ir mal en los estudios… ¿acaso no genera sufrimiento y ansiedad en los padres? El que empieza a ir al botellón y se emborracha ¿no provoca ansiedad en su madre? ¿No le da disgustos que muchas veces merman su salud física? ¿No sería lícito según el argumento de evitar sufrimientos a la madre, que ésta matara a su hijo para ahorrarse los sufrimientos que le genera su conducta? Cualquier cabeza sensata aborrecería esta solución. Y es lógico pensar que si una madre actuase así, no tardaría en arrepentirse.

Ha habido intentos de sistematizar los síntomas que se manifiestan tras un aborto provocado en el llamado síndrome postaborto, que ha recogido toda una serie de síntomas psicológicos, sociales, emocionales… que pueden padecer las personas implicadas en un aborto, de modo especial la madre. Algunos de los síntomas mostrados por distintos estudios hablan de mayor riesgo de padecer problemas mentales como depresión, hablan de un aumento del riesgo de hospitalización psiquiátrica tras el aborto, del aumento de consumo de alcohol y drogas, del incremento de las probabilidades de padecer trastornos alimentarios, de problemas del sueño, de pensamientos obsesivos sobre niños. Las consecuencias no se reflejan sólo en el interior de la mujer, sino que afecta a sus relaciones con los demás. Un amplio número de mujeres informan incluso tiempo después de realizado del aborto de atonía emocional (necesidad de ahogar emociones o insensibilidad para experimentarlas). De igual forma aparece un sentimiento de soledad y aislamiento, mucho más dañino cuando se oculta el aborto a personas significativas del entorno: el padre del niño, los padres cuando es una menor la que aborta… Otra consecuencia es la dificultad para iniciar o mantener nuevas relaciones afectivas. Todo ello provoca que haya  mayor índice de intentos de suicidio en mujeres que han abortado que en el resto de la población. Se calcula que en España se han producido alrededor de un millón de abortos desde la despenalización del aborto. Con estos números parece lógico pensar que parte del malestar psicológico que padece nuestra sociedad puede tener su origen en el aborto. Según un estudio de la Fundación Iberdrola en su Proyecto Esperi de abril de 2005, cerca de 700.000 adolescentes españoles sufren trastornos del comportamiento. ¿Por qué no se investiga la relación entre una y otra realidad?

Esta realidad de sufrimiento tras un aborto, aunque la padecen especialmente las mujeres, también afecta a los hombres. El aborto en España ni con la vieja, ni con la nueva ley, tiene en cuenta al padre del niño. No es extraño encontrar hombres que han padecido ansiedad y depresión tras el aborto de un hijo suyo o que se han visto impotentes para impedirlo. Ni que el aborto influya en la relación de la madre con los otros hijos que ya tenía o con los que pudieran llegar más tarde.

Cuando los portavoces (oficiales y extraoficiales) del gobierno hablan de estos síntomas y los niegan o banalizan, diciendo que no son ciertos, que una acción así no tiene consecuencias para la madre, culpabilizan doblemente a la madre que los padece, ya que al tormento que padece por el aborto provocado, se suma el de pensar que esos padecimientos se deben a que ella es especialmente débil, a que no está suficientemente “liberada”…

Es mucho el sufrimiento que un aborto puede generar para la madre. Pero aunque toda la ciencia del mundo asegurase que no hubiera ninguna  consecuencia para ella (cosa improbable) el aborto no dejaría de ser un odioso acto de violencia.

Es mucho el sufrimiento que un aborto puede generar para la madre. Pero aunque toda la ciencia del mundo asegurase que no hubiera ninguna consecuencia para ella (cosa improbable) el aborto no dejaría de ser un odioso acto de violencia.

Finalizamos con la llamada de Juan Pablo II a vosotras, mujeres que habéis recurrido al aborto: “Sabemos cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no dudamos que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática. Probablemente la herida no ha cicatrizado en vuestro interior. Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto (es decir, que el aborto es un acto grave por cuanto destruye a un ser humano no nacido). Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Os daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor. Ayudados por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de vuestro compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre”.

De vuestro sufrimiento puede brotar la fuerza para una nueva lucha. Una lucha solidaria por la vida. Contra las estructuras que os empujaron  a vosotras a abortar y condenaron a vuestros hijos a no nacer. Una lucha por una sociedad cuyas condiciones políticas, económicas, sociales y culturales estén configuradas  para que los más débiles sean sus protagonistas.