Dirigida por Charles Chaplin en 1939, cuando el cine hablado estaba ya prácticamente en su máximo esplendor. Sin embargo, optó por hacer una película muda en la que se refleja con gran expresividad el auge de una industria en la que los trabajadores son considerados como auténticas máquinas, instrumentos de producción sin más valoración que el rendimiento en medio de un trabajo mecánico y repetitivo.