Un millar de niños fueron secuestrados en China y vendidos como esclavos por 50 euros

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Más de 1.000 niños fueron secuestrados en varias provincias chinas -especialmente en Henan- y vendidos en la de Shanxi para trabajar como esclavos en fábricas de ladrillos, según informó ayer el Diario del Pueblo, órgano oficial del Gobierno.

«Algunos habían estado aislados del mundo exterior durante siete años, recibieron palizas y resultaron mutilados por intentar escapar. Los vigilantes también les quemaron las espaldas con ladrillos ardiendo», afirman algunos padres en una carta, citada por el diario. Los chicos eran vendidos por 500 yuanes (unos 50 euros).


Unos 400 familiares han buscado ayuda en Internet, después de haberse gastado sus ahorros intentando encontrar a sus hijos, en la mayoría de los casos sin éxito. Los chavales trabajaban 14 horas al día, recibían poca comida y eran golpeados con frecuencia, según ha publicado el periódico en su página web en chino. Algunos incluso fueron enterrados vivos cuando sus heridas empeoraron.


Los padres procedentes de Henan -una de las regiones más pobres y pobladas del país- «se gastaron todo el dinero que tenían y arriesgaron sus vidas para adentrarse en las montañas en busca de sus hijos», pero sólo lograron rescatar a 40, señala el diario. Porque salvar a los chicos, que se encontraban en poder de «matones» y guardas, no era fácil, según sus familiares. Los padres han denunciado que la policía «no sólo no les ayudaba, sino que incluso les impedía» liberarlos. Tras ser puesta en marcha la campaña de petición en Internet, la policía de Henan urgió a la de Shanxi a que participara en el rescate.


Los niños -el menor de ellos de ocho años- solían ser secuestrados cerca de las estaciones de tren o de autobuses. Después, eran llevados a ciudades como Yuncheng, en Shanxi, de gran tradición en la fabricación de ladrillos.


La noticia se produce después de que la prensa china publicara la semana pasada que habían sido rescatados en la misma provincia 31 obreros que vivían desde hacía un año en condiciones de esclavitud en una fábrica de ladrillos, propiedad del hijo del secretario local del Partido Comunista. Los trabajadores sólo recibían pan y agua, y no eran pagados. Ocho de ellos estaban tan traumatizados por la experiencia que sólo eran capaces de recordar sus nombres. Tenían quemaduras, llagas y heridas por todo el cuerpo, porque eran obligados a caminar en el horno descalzos y a transportar ladrillos que aún no se habían enfriado. Vigilantes y perros impedían que huyeran.


Estos casos de esclavitud revelan hasta qué punto el meteórico proceso de reformas económicas que ha experimentado China en las tres últimas décadas ha creado una tremenda fractura social. Mientras en las grandes ciudades, los nuevos ricos rivalizan por conducir potentes automóviles y vestir las mejores marcas para mostrar su éxito, en el campo -donde vive el 70% de la población-, decenas de millones de personas se han visto obligadas a emigrar debido a la pobreza. A menudo, para tener que trabajar en condiciones de explotación, con jornadas interminables y apenas sin descanso. Las desigualdades, el culto al dinero y la corrupción son tales que el Gobierno -preocupado por su propia continuidad- está tomando medidas para disminuir la brecha e intentar recuperar la moralidad perdida.


El lunes pasado, las autoridades tuvieron que poner en marcha una investigación para responder a las acusaciones de que cuatro empresas proveedoras oficiales de artículos para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 explotan a sus trabajadores y han empleado mano de obra infantil. Playfair 2008, una agrupación internacional de organizaciones sindicales y de defensa de los derechos de los trabajadores, asegura que encontró empleados en estas compañías que eran obligados a trabajar 15 horas diarias, siete días a la semana, y ganaban la mitad del salario mínimo, que es de unos 70 euros. Una de las factorías utilizó a niños de 12 años.


Las cuatro empresas, que fabrican, entre otras cosas, material de papelería, gorras y bolsos, negaron en un principio las acusaciones; pero una de ellas -la firma Lekit, situada en la ciudad de Dongguann (provincia de Guangdong)- reconoció ayer que una de sus subcontratas empleó a niños de 12 y 13 años. Pero dijo que no trabajaban con productos relacionados con los Juegos Olímpicos. Cobraban 20 yuanes (dos euros) al día.


El trabajo infantil -ilegal en China- es denunciado regularmente por las organizaciones de defensa de derechos humanos.