Yo aborté: el libro del año

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Habla Esperanza Puente Moreno : ´Tenía trabajo y una casa, pero me estaba planteando abortar a mi hijo, interrumpir de forma voluntaria el embarazo de este niño no buscado. ¿Por qué me planteaba algo tan atroz y que no quería hacer?… Un ginecólogo de Madrid me dijo que el aborto era algo tan sencillo, que en el mismo día se solucionaba el problema. Me dijo que había clínicas especializadas y que allí me atenderían. Entendí que era algo similar al que me iba a sacar una muela.

Yo aborté

Diecisiete mujeres españolas explican en un libro cómo les cambió la vida tras abortar (Alba)

La periodista Sara Martín, en colaboración con la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA), ha escrito «YO ABORTÉ», un libro-testimonio sobre el trauma por el que pasan las mujeres tras realizar un aborto.

Casi veinte mujeres españolas se atreven a contar su traumática experiencia tras suprimir su embarazo en «YO ABORTÉ» (Vozdepapel), el primer y único libro de este tipo que se ha escrito en España. Es un grito clamoroso de denuncia de las madres que se sintieron engañadas y solas ante un embarazo que no buscaban. Todas ellas abortaron en soledad y sin apoyo, nadie les contó lo que iban a sufrir después de ese hecho doloroso. Por eso relatan sus testimonios, para que todos sepan lo que a ellas nunca les contaron: que nunca, en ningún caso, merece la pena abortar. El propósito de las personas que comparten su experiencia en el libro es «ayudar a otras». El haber abortado ha supuesto para ellas un impacto emocional que no sospechaban antes de dar ese paso, y se muestran extrañadas ante la falta de información que hay sobre las consecuencias que tiene la «interrupción voluntaria del embarazo».

Libertad muy condicionada. Aunque ninguna persona concreta la obligó, una de las mujeres que se atreven a contar su caso, Esperanza, se muestra convencida de que no actuó libremente cuando abortó, ya que no tenía información sobre las consecuencias y las alternativas al aborto. Tener un segundo hijo iba a resultar sumamente problemático para Esperanza, y no tardaron en ofrecerle la posibilidad de abortar como una opción muy razonable. Según refiere, en la clínica en la que abortó «no me explicaron nada de la intervención, de los efectos adversos, las alternativas… Era una cliente que pedía un producto y pagaba por él. No les interesaba explicar nada». «Toda madre quiere a su hijo —prosigue Esperanza—, yo quería al mío y cuando le vi en el bote de cristal, muerto, sufrí lo indecible». Gracias a su fuerte temperamento y al apoyo que le proporcionó AVA, Esperanza terminó superando el trauma que para ella supuso el aborto.

Los hombres también lo sufren. Pero no sólo ellas tienen la palabra en la experiencia post-aborto. Los hombres, los maridos, los novios y los amigos son también víctimas por su coacción o su silencio ante la interrupción del embarazo de su pareja. Fernando es uno de ellos: tiene la experiencia de cuatro abortos que han cambiado su vida para siempre. «A los que me dijeron que daba igual y que no pasaba nada, quiero decirles que sí que pasa: llevaré esos abortos en la conciencia toda mi vida». En la actualidad, hasta las organizaciones más partidarias de las prácticas abortivas, como la International Planned Parenthood Federation, empiezan a reconocer la existencia de un síndrome post-aborto que ha afectado a un 60 por ciento de las mujeres de la población estudiada.



Habla Esperanza Puente Moreno :
«Tenía trabajo y una casa, pero me estaba planteando abortar a mi hijo, interrumpir de forma voluntaria el embarazo de este niño no buscado. ¿Por qué me planteaba algo tan atroz y que no quería hacer?… Un ginecólogo de Madrid me dijo que el aborto era algo tan sencillo, que en el mismo día se solucionaba el problema. Me dijo que había clínicas especializadas y que allí me atenderían. Entendí que era algo similar al que me iba a sacar una muela.

Cuando entré en el establecimiento de Datarme atendió una señorita que me pidió los datos y el dinero, y me hizo entrar en una sala de espera. El dinero era imprescindible y no me dieron factura alguna de haber pagado nada.

En la sala de espera sufrí un auténtico «shock». Allí había niñas con sus madres, adolescentes con el novio, señoreas con el marido. fue una escena aterradora. Sólo se oían murmullos, nadie hablaba con nadie, tenían caras tristes, llorosas, mustias. El profesional que tenía enfrente no me escuchó, porque tenía prisa. Lo siguiente que me dijo fue: «Firma aquí, porque esto es como una intervención quirúrgica y tienes que autorizarla. Pero no te preocupes: cada seis meses se borran lo datos y será como si nunca hubiera pasado.

Perdí por completo el sentido e la realidad; no podía saber qué hacía yo allí, desnuda. La enfermera me dijo que me tumbase, subiese las piernas y colocase los talones donde me señalaba. En ese momento entró el médico y, como si yo no existiera, siguió la conversación con las enfermeras sorbe la suegra de una. Comenzó a tocarme le bajo vientre. Dijo :

-Venga, relájate, que si no va a ser más doloroso de lo que debe ser.

El tono era firme, seco, autoritario. Yo no pude llorar. De pronto, el médico dejó a su izquierda un recipiente d cristal con mi hijo en trocitos dentro. Lo vi perfectamente. En ese momento es como si te arrancasen con él la vida. Tu vida se va tas el recipiente y ya no vuelves a ser la misma nunca».

Es uno de los testimonios del libro «Yo Aborté», editado por la Asociación de Víctimas del Aborto. Esperanza Moreno ha renunciado al anonimato para explica su caso y aconsejar: ¡No lo hagas!

Si se considera que desde 1985 han sido asesinados 700.000 inocentes indefensos a manos de sus propias madres de y de la industria de la muerte que tanto aman nuestros políticos, este es, sin duda laguna, el libro del año.

Un libro que hay que leer con los riñones. El que no lo lea vivirá en un mundo falso, porque el mundo real, al menos la más desgraciada parte de ese mundo real, es lo de Esperanza: cada año, se producen en España 80.000 abortos. Eso significa que hay otros 80.000 muertos sin entierro y otras 80.000 mujeres que vagan por el mundo en busca de un asidero. Es lo que ocurre siempre con las leyes, sean físicas o morales: uno puede trasgredirlas, pero no puede evitar las consecuencias de su trasgresión. Y como las personas, tampoco las sociedades pueden evitar el desastre del aborto.

Los no directamente afectados podemos mirar hacia otro lado o leer «Yo Aborté». No tiene desperdicio, ni tan siquiera para comprobar cómo la obsesión de los aborteros es no dejar huella de su trabajo, seguramente porque están muy orgullosos del mismo. Todo se ejecuta con la frialdad del profesional, del verdugo profesional, y con la opacidad del canalla. Ya lo han leído-escuchado. Como en 1984, la obra feroz de Orwell: Cada seis meses se borran los datos y es que si no hubiera pasado. La historia que no interesa, se describe.

Yo aborté habla de otras historias: de mujeres que odian a quienes le obligaron a abortar, incluidos esposos y madres, de mujeres que no soportan el ruido del aspirador, de mujeres que años después sufren llantos compulsivos. Y de médicos que explican que no existen anticonceptivos que no sean abortivos, de los engaños de los servicios de urgencias, de las mentiras de las multinacionales del aborto (entre ellas, la multinacional Schering, tan citada en Hispanidad), de tanta comodidad y tanta cobardía.

Es el libro del año. Porque cuando se trata de materias menores, como la política, la economía o el periodismo, basta con lúcidos catedráticos que escriben ensayos de 600 páginas. Pero cuando se trata de cuestiones importantes, como la vida, entonces lo único que sirve son los testimonios de los protagonistas. El Concilio Vaticano II decía que el mundo moderno ya no quiere maestros, sino testigos, y andaba sobrado de razón: nos sobran noticias y nos falta información; nos sobran datos y nos faltan ideas, nos sobran análisis y nos falta un sentido para vivir. Y eso, sólo puede darle los testimonios.

Sea valiente. Lea «Yo aborté».

Eulogio López
hispanidad.com