100 años de dictadura en China, convergente con el capitalismo de vigilancia

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Este 1 de julio es el centenario del Partido Comunista Chino, que domina el escenario político del país más poblado del mundo. El Partido Comunista de China (PCCh) nació en la clandestinidad en 1921, con un puñado de intelectuales y activistas chinos -entre ellos, Mao Zedong-, y este 1 de julio celebra su centenario con 95,1 millones de miembros y el control de la segunda mayor economía del planeta.

Establecido con la ayuda de la URSS

La historia del PCCh empieza en medio de una época convulsa que llevó entonces a los pocos miembros del partido a acabar su histórico primer congreso en una barca, huyendo de una redada policial.

El PCCh tenía solo unos 50 miembros cuando fue fundado por Chen Duxiu y Li Dazhao. Ambos habían estudiado marxismo en Japón y formaban parte de los intelectuales chinos con ideas comunistas que se convirtieron en figuras influyentes en las protestas estudiantiles de 1919 conocidas como el Movimiento del 4 de Mayo, recuerda el diario hongkonés The South China Morning Post, uno de los pocos medios semindependientes en el país.

La falta de registros oficiales, por la huida de los miembros del partido que escapaban de la mencionada persecución policial, hizo que fuera complicado marcar una fecha exacta del nacimiento del partido.

«Pese a que han celebrado su aniversario el 1 de julio durante gran parte de su existencia, tuvieron que pasar años para que el segundo partido político más grande del mundo -después del Bharatiya Janata de India- oficialmente fijara esa fecha», señala el SCMP.

«Establecido con la ayuda de la Unión Soviética y de la Internacional Comunista de Lenin en Shanghái -la ciudad más poblada e industrializada de China-, el PCCh era entonces un partido obrero que intentaba atraer al naciente proletariado chino bajo su bandera», explica Jean-Pierre Cabestan, reconocido politólogo de la Universidad Baptista de Hong Kong, en un análisis titulado «El PCCh, 100 años de adaptación».

Y «más de 30 años después del final de la Guerra Fría y el posterior colapso de la Unión Soviética, el PCCh y el Estado que estableció en 1949 -la República Popular China- siguen vivos y coleando«, remarca en el texto, publicado en la revista Política Exterior.

En los inicios del PCCh, el país estaba controlado por los nacionalistas del Kuomintang, que emprendieron una purga comunista, llevando a Mao y al entonces Ejército Rojo a escapar emprendiendo la Larga Marcha, 12.500 kilómetros en gran parte a pie.

Los nacionalistas y comunistas mantuvieron una lucha que solo se detuvo temporalmente para unir sus fuerzas contra la invasión japonesa en la II Guerra Mundial, protagonizando una larga guerra civil.

El conflicto interno acabó con la victoria de los comunistas liderados por Mao y la fundación de la República Popular China en 1949, lo que impulsó que los miembros del PCCh aumentaran en 22 millones en las siguientes dos décadas.

Sus apoyos no dejaron de crecer desde entonces, pese a los episodios más turbulentos del PCCh bajo Mao (como el Gran Salto Adelante, que acabó con la vida de unos 30 millones de chinos por inanición, o la impuesta Revolución Cultural) y después de la muerte del Gran Timonel, con la masacre de Tiananmen (1989).

El auge como partido no se puede explicar sin el ascenso económico del país: que en este siglo ha pasado de ser pobre y vapuleado por potencias extranjeras a sentarse a la cabeza del tablero mundial. Aunque China conviva con amplias zonas empobrecidas internamente.

Una de las importantes claves de ese éxito fue el inicio de la Reforma y Apertura de China en los años 70 impulsada por Deng Xiaoping -el líder en la sombra-, lo que llevó a la entrada del país en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, abriéndole las puertas del mundo capitalista.

En China se han dado el gobierno de mano ferrea durante este siglo, con una economía planificada desde el partido, sin libertades ni políticas ni religiosas, con ejecuciones sumarias y con la filosofía confuciana de fondo (Confianza del pueblo en su gobierno por encima de toda duda).

Durante este siglo todas las rebeliones han sido repelidas y enterradas en múltiples formas de control y operaciones de detención. Las últimas las tenemos ahí, el pueblo iugur o la situación de Hong Kong, son una pequeña muestra. La tecnología (cámaras, detección con inteligencia artificial, tarjetas digitales de ciudadanía etc…) se ha incoporado como herramienta fundamental de control político-militar.

Xi-Jinping, el actual secretario general del PCCh, presidente de la República Popular y presidente de la Comisión Militar Central, ha centralizado el poder de toma de decisiones para convertirse en el líder chino más influyente desde Mao Zedong. Es más, desde que ascendió a la cima del liderazgo del partido hace casi nueve años, Xi ha purgado sus filas de posibles rivales y eliminado los límites del mandato presidencial, lo que significa que bien podría quedarse durante varias décadas más.

A nivel internacional, entre el Covid-19, la represión de los musulmanes en Xinjiang (noroeste) y las amenazas contra Taiwán, la imagen de China ha caído en los últimos dos años a su nivel más bajo en la mayoría de los países occidentales, según un estudio publicado por el centro de investigación estadounidense Pew.

La propuesta cultural y económica convergente con el capitalismo de control y vigilancia

Existe hoy un gran maridaje entre gobierno y grandes empresas chinas, en el que se reparten funciones dentro de una estrategia global que incluye una seguridad de suministro energético, de minerales estratégicos y de rutas de transporte y comercio (Asia, Iberoamérica, África…)

La guera por el monopolio y control del 5G en todo el mundo, el desarrollo de ordenadores cuánticos (ciberseguridad, aplicaciones militares…) y la carrera espacial son algunos de los aspectos más destacables de los frentes del gigante asiático.

Socialmente, destacar el desastre de la política del hijo único, que con miles de abortos (la mayoría niñas), ha tenido grandes consecuencias demográficas, además de imponerse en la población con crímenes horrorosos, multas y esterilizaciones forzadas. (ver gráfico)

Fuentes:

abc.es, elconfidencial.com, bbc.com/mundo