Hace unos días, la prensa digital, informaba de la muerte de un inmigrante en Manresa después de un largo viaje en el contenedor de un tráiler que venía de Italia. Mientras escribimos este artículo, hermanos nuestros acompañan un joven abatido por la muerte de dos amigos ahogados.
Seguro que eran jóvenes valientes y trabajadores, como tantos otros que, por amor a la familia, empotran sus vidas en los muros de nuestra indiferencia.
POR AMOR A LA FAMILIA, EMPOTRAN SUS VIDAS EN LOS MUROS DE NUESTRA INDIFERENCIA. |
La gran mayoría de personas migrantes buscan ganarse la vida trabajando. La carencia de condiciones laborales en los países de origen es causa de su emigración. Cuando no hay trabajo digno para todos, hay miseria, violencia, guerras, enfermedades. En cambio, con bajas tasas de paro y condiciones laborales dignas hay más posibilidades de mejorar las condiciones de vida: educación, transporte, sanidad, democracia…porque el trabajo es un bien para el individuo y para la comunidad. La migración tiene mucha relación con el paro masivo y la informalidad laboral que afecta al 60% de los trabajadores del mundo.
¿Por qué este paro masivo en el mundo? ¿Hay algún responsable?
No es únicamente un tema de personas y de actitudes, es fundamentalmente un tema de instituciones. La causa del desempleo es el modelo de desarrollo social capitalista, y su responsable, un entramado institucional controlado por agentes económicos, políticos, culturales y sociales de los países más poderosos. San Juan Pablo II dirá que los dos principios dinámicos que mueven el engranaje de este sistema capitalista son el lucro y el poder (Encíclica SRS). Y todos nosotros formamos parte de este engranaje, pero no de la misma manera. El sistema capitalista únicamente necesita el 20% de la fuerza laboral. Por eso, el mismo Papa proclamará: “¡TRABAJO SOBRE CAPITAL!”.
Entre las instituciones de este entramado sistémico, es la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una de las 15 agencias especializadas de las Naciones Unidas (ONU), quien tiene como misión promover los derechos laborales internacionales, es decir, combatir la explotación laboral. Creada en 1919, hace más de 100 años, es hora de hacer balance y preguntarse qué papel juega, dado que el paro y la esclavitud infantil siguen creciendo en el mundo.
Para revisar la actuación de la OIT, hemos puesto el foco en un punto, qué es el primer problema laboral: la esclavitud de millones de niños.
En un informe reciente, la misma OIT reconoce que la proporción de trabajo infantil presente sobre el total en las cadenas mundiales de suministro varía entre el 9% en el África Septentrional y Asia Occidental, y el 26% en Asia Oriental y Sudoriental. Puesto que desde el 1919 esta lacra no ha dejado de aumentar, hay que ver qué propone la OIT para erradicarla. ¿Qué ha hecho y que hace la OIT para combatir este crimen contra la infancia?
El 2021 ha sido declarado por la OIT, “Año internacional por la erradicación del trabajo infantil”. Si buscamos en su web las acciones concretas de la OIT, lo primero que encontramos es un concurso musical. (Sin comentarios). Hay otras acciones, destacando que promueve la Responsabilidad Social Empresarial (lavado de cara) y lo que ella misma dice: ”Buenas prácticas sobre el trabajo infantil en las cadenas de producción”, donde relata algunas experiencias (en el cacao, en la economía informal…) muy necesarias pero absolutamente insuficientes.
Para conocer mejor la política de la OIT, revisamos su informe “Erradicar el trabajo infantil”. El informe se centra en hacer cinco recomendaciones:
La primera nos informa que, “en las cadenas mundiales de suministro, entre el 28% y el 43% del trabajo infantil tiene lugar en los niveles iniciales del proceso productivo, los niveles más profundos de cadena de suministro y en los entornos de trabajo informales” y a continuación, recomienda: “hace falta un enfoque que alcance toda la cadena de suministro”. ¿Qué más podemos esperar después de esta primera recomendación radical y combativa elaborada por la principal institución que tiene que defender la vida de los niños esclavos?
Que “los gobiernos tienen el deber de establecer y hacer cumplir un marco jurídico” (la segunda), Que “los gobiernos tendrán que asumir un papel activo para alentar a las empresas a actuar con responsabilidad” (la tercera). (Sin comentarios).
La cuarta recomendación sí merece un comentario. Dice: “los instrumentos internacionales, principalmente los Principios rectores de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos, la Declaración de la OIT sobre las empresas multinacionales y las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales, proporcionan un marco amplio para la debida diligencia”. La cuarta nos dice con semántica eufemística que atemos al perro con morcillas. ¿Quién es la diligente OCDE? ¿Qué impulsan las Naciones Unidas? Volveremos después sobre este punto.
La quinta recomendación nos anima a “colaborar y compartir experiencias”. (Sin comentarios).
La OIT es un organismo que tiene que velar por la justicia en el mundo del trabajo. Si nuestros hijos fueran niños esclavos, ¿confiaríamos sus vidas en manos de la OIT?
Si nosotros fuéramos las víctimas, ¿no esperaríamos de la OIT unas actuaciones más combativas? El listón de su actuación lo marca la necesidad de los esclavos y explotados: investigaciones y de las empresas concretas que se lucran, sanciones y medidas políticas a los países que sostienen estas cadenas de producción, campañas de denuncia con nombres y apellidos, acciones judiciales y penales, cierres, indemnizaciones…
Para las multinacionales implicadas en las cadenas de producción y distribución, donde hay mano de obra esclava (también infantil), del cacao, té, tabaco, minerales, diamantes, juguetes, ropa, muebles, perfumes, zapatillas, móviles (…), estas cinco recomendaciones no han supuesto ninguna amenaza. Sus acciones siguen ofreciendo rendimiento en los parqués del mundo financiero.
El silencio cómplice de la OIT: traición a los esclavos.
La triste realidad es que toda la protección jurídica, proyectos y programas que emanan de la OIT a lo largo de sus 100 años de historia ha sido un fracaso. Los hechos así lo atestiguan.
Y mucho más que un fracaso, una cortina de humo para silenciar las voces solidarias con las víctimas de Zara, Nestlé, Nike, Google, Ikea, Iphon, Amazon, Ferrero Rocher, Agbar, Corte Ingles, BBVA, CaixaBank… La OIT es una institución que, con su silencio cómplice, legitima un sistema económico criminal y hace de la esclavitud infantil un negocio.
Fijémonos en su “Campaña contra las peores formas del trabajo infantil”. La OIT al poner el foco en esta realidad, concentra toda la atención en una parte del problema, silenciando las otras formas de esclavitud infantil, donde están la mayoría de los niños, empezando por los 100 millones de niños que viven en la calle. De este modo, trocea el problema, lo parchea y aleja la denuncia del entramado global. Es un abordaje parcial que desvía el análisis de las causas a los hechos. Desgraciadamente, pasados varios años que está en marcha esta campaña, siguen muriendo niños aplastados por rocas en las minas de nuestros productos tecnológicos. Constatamos que el problema exige algo más que recomendaciones.
La OIT nos recomienda poner el lobo a vigilar los corderos.
Para acabar, volvamos a la cuarta recomendación que hemos dejado a medias, la relación entre la OIT, las NNUU (ONU) y la OCDE. Recordemos que la OIT nos recomienda explícitamente seguir las directrices de estos organismos.
¿Quién es la OCDE? La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico es una de las instituciones responsables de promover el paradigma del crecimiento económico para gobernar el mundo. Las políticas liberales y neoliberales que denuncian todos los Santos Padres y muy recientemente la Fratelli Tutti del Papa Francisco, son promovidas por instituciones como la OCDE. Es decir, la OIT, en vez de combatir la base ideológica y política del sistema capitalista y una de las causas principales del paro, lo que hace es legitimarla y reforzarla.
En el campo del trabajo, la relación de la OIT con el entramado sistémico (ONU, G20, G7, UE, BM, OCDE…) lo podemos encontrar también en las directrices de otro programa suyo, el Programa por el Trabajo Decente. El octavo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la AGENDA 2030 de la ONU está vinculado y viceversa, con el Programa del Trabajo Decente de la OIT. Mires por donde mires, todo gira alrededor de la misma idea, reforzar el paradigma economicista del crecimiento económico (primer objetivo de este programa).
Aunque no queramos, la OIT forma parte del entramado institucional que provoca hambre en serie, niños esclavos en serie y paro en serie. Cuando la Confederación Sindical Internacional (CSI) promueve la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, se mantiene en esos mismos parámetros marcados por los ODS de la ONU y por la OIT.
La OIT y la cultura de muerte.
Sobre la relación de la OIT con la ONU hay que hacer una última observación, radicalmente determinante para todas aquellas personas e instituciones que defienden la vida desde el momento de la concepción hasta su muerte.
Con la Agenda 2030, la ONU promueve que el aborto sea un derecho. Este objetivo, que para muchos es un derecho básico, para otros es un crimen. ¿Hay derecho a decidir entre la vida del que está concebido y la libertad de la mujer que ha gestado? La ONU dice que sí y ha elegido la muerte de la persona no nacida. Y lo promueve de manera prioritaria con la Agenda 2030.
¿Cómo es posible que una organización que nace para defender uno de los pilares de la sociedad, el trabajo, al mismo tiempo promueva la cultura de muerte? La OIT es una agencia de la ONU, alineada con sus objetivos, alineada con la cultura de muerte.
Conclusión: No se puede servir a dos señores.
No podemos desentendernos del entramado institucional que gobierna el sistema capitalista. La OIT es parte de una estructura que en el marco de las Naciones Unidas y que, bajo el dominio de las grandes empresas transnacionales, con gobiernos nacionales y organismos interestatales, promueve el mal, la muerte y la esclavitud. En términos de Juan Pablo II, la OIT forma parte de una estructura de pecado (SRS).
Podemos legitimarla o combatirla. No podemos ni debemos ignorar ingenuamente las instituciones que nos gobiernan. Los propietarios de las grandes corporaciones globales ven al mundo entero como su fábrica, su granja o su patio de recreo. Las instituciones (y su entramado) nos configuran como seres humanos, determinando lo que hacemos y lo que pensamos. Defender la dignidad del ser humano nos obliga a redescubrir su dimensión social, institucional y política.
Grupo Trabajo y Descarte.