24 de marzo. XXIV aniversario del asesinato de MONSEÑOR ROMERO

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´Me hacen un inmenso honor cuando me rechazan porque me parezco un poquito a Jesucristo que también fue piedra de escándalo´. ´¡No matarás!. Ojalá se grabara con cincel en la conciencia y en el corazón del que trata con otro hombre sobre todo de autoridad a súbdito: ¡No matarás!, la ley de Dios lo manda. ´ Puedes escuchar su viva voz en RADIO.SOLIDARIDAD.NET



MONSEÑOR ROMERO

Homilia Del Fuego

Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre debe revalecer la ley de Dios que dice «No matar». Ningun soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla.

Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la oreden del pecado.

La iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación.

Queremos que el gobierno tome en serio que e nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día mas tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios; Cese la represión.

23, MARZO, 1980/VIII 382.


NO MATARÁS

Quinto mandamiento. Homicidio. Sacralidad de la vida humana.

El quinto mandamiento, breve pero tremendo: «No matarás». Aquí se proclama la sacralidad de la vida. Acuérdense que todo está bajo el epígrafe: «Yo soy el Señor tu Dios, yo que he dado vida, salud a tu hermano, tú se la vas a quitar» ¡Cuánta sangre está borrando entre nosotros la felicidad y la santidad de este mandato! Se manda a matar, se paga por matar, se gana por matar. Se mata para quitar de enfrente el enemigo político que estorba, se mata por odio. Cuántos crímenes privados habrán en esos cadáveres que aparecen; muchas veces el origen de la captura fue oficial, pero pienso yo el motivo del asesinato: ¿Cuál habrá sido? ¿Quién habrá pagado?, ¿Qué intereses hay detrás de esa muerte? ¡No matarás! ¡Es terrible!.

Ojalá me estuvieran escuchando hombres que tiene sus manos manchadas de homicidio. ¡Son muchos por desgracia! Porque también es homicida el que tortura. El que comienza a torturar no sabe a dónde va a terminar. Hemos visto víctimas de torturas, llevados con mil subterfugios mentirosos, a morir en un hospital. Son asesinos también, son homicidas, no respetan lo sagrado de la vida. Nadie puede poner la mano sobre otro hombre porque el hombre es imagen de Dios. ¡No matarás! Yo quisiera llevar también esta palabra breve a ese mar inmenso de ignominia que mata hasta en las entrañas de la madre. El aborto, crimen abominable, también es matar. Y pensar que la que tortura, la que asesina es su propia madre… ¡No matarás!. Cuando Cristo perfeccionaba este mandamiento decía: «ya cuando comienzas a odiar, has comenzado también a matar». Por eso vino a perfeccionar Él, con los consejos evangélicos, los mandamientos: para ponerlos lo más lejos posible de la posibilidad del hombre, para que fueran siempre felices no cometiendo las desobediencias contra la ley del Señor.

Podíamos seguir aquí, porque este quinto mandamiento entre nosotros, está muy descuidado, pero ¡trágicamente descuidado!. Ojalá que ante la luz de mis palabras que repiten la palabra de Dios, miráramos con más respeto la vida del hombre. Sobre todo, si ese hombre está bajo el poder de quien lo está haciendo sufrir. ¡Respétalo por favor!. ¡No lo mates!, ¡No lo estés matando!. ¿Dónde están los desaparecidos?. ¿En que cárcel mueren languideciendo o ya murieron, ya los mataron?. Digan siquiera para que las madres sepan siquiera dónde llevarles una corona a sus hijos que lloran en la incertidumbre…

¡No matarás!, aunque manejes tanquetas y fusiles de altos calibres. ¿Por qué murieron los espectadores de la huelga hace apenas unos pocos días? ¿Qué no hay otra manera de apartar una muchedumbre más que tirando balas? Nueve hogares, por lo menos lloran la muerte inesperada tal vez imprudente, pero imprudente de ambas partes. ¡No matarás!. Ojalá se grabara con cincel en la conciencia y en el corazón del que trata con otro hombre sobre todo de autoridad a súbdito: ¡No matarás!, la ley de Dios lo manda.


Textos de Monseñor Romero sobre la Biblia

No podemos segregar la palabra de Dios de la realidad histórica en que se pronuncia, porque no sería ya palabra de Dios, sería historia, sería libro piadoso, una biblia que es libro de nuestra biblioteca. Pero se hace palabra de Dios porque anima, ilumina, contrasta, repudia, alaba lo que se está haciendo hoy en nuestra sociedad (27 de noviembre de 1977).
Queridos hermanos, que no vaya a ser falso el servicio de ustedes desde la palabra de Dios. Que es muy fácil ser servidores de la palabra sin molestar al mundo. Una palabra muy espiritualista, una palabra sin compromiso con la historia, una palabra que puede sonar en cualquier parte del mundo porque no es de ninguna parte del mundo; una palabra así no crea problemas, no origina conflictos. Lo que origina los conflictos, las persecuciones, lo que marca a la Iglesia auténtica es cuando la palabra quemante, como la de los profetas, anuncia al pueblo y denuncia: las maravillas de Dios para que las crean y las adoren, y los pecados de los hombres, que se oponen al reino de Dios, para que lo arranquen de sus corazones, de sus sociedades, de sus leyes, de sus organismos que oprimen, que aprisionan, que atropellan los derechos de Dios y de la humanidad (10 de diciembre de 1977).

Eso quiere la Iglesia: inquietar las conciencias, provocar crisis en la hora que vive. Una Iglesia que no provoca crisis, un Evangelio que no inquieta, una palabra de Dios que no levanta roncha como decimos vulgarmente, una palabra de Dios que no toca el pecado concreto de la sociedad en que está anunciándose, ¿qué evangelio es ése? Consideraciones piadosas muy bonitas que no molestan a nadie, y así quisieran muchos que fuera la predicación. Y aquellos predicadores que por no molestarse, por no tener conflictos y dificultades evitan toda cosa espinosa, no iluminan la realidad en que se vive, no tienen el valor de Pedro de decirle a aquella turba donde están todavía las manos manchadas de sangre que mataron a Cristo: «¡Ustedes lo mataron!». Aunque le iba a costar también la vida por esa denuncia, la proclama. Es el Evangelio valiente, es la buena nueva que vino a quitar los pecados del mundo (16 de abril de 1978).

La biblia sola no basta. Es necesario que la biblia, la Iglesia la remote y vuelva a hacerla palabra viva. No para repetir al pie de la letra salmos y parábolas, sino para aplicarla a la vida concreta en la hora en que se se predica esa palabra de Dios (16 de julio de 1978).
Para que vean cuál es mi oficio y cómo lo estoy cumpliendo: estudio la palabra de Dios que se va a leer el domingo, miro a mi alrededor, a mi pueblo, lo ilumino con esta palabra y saco una síntesis para podérsela transmitir, y hacerlo %a este pueblo luz del mundo, para que se deje guiar por los criterios, no de las idolatrías de la tierra. Y por eso, naturalmente, que los ídolos de la tierra sienten un estorbo en esta palabra y les interesaría mucho que la destituyeran, que la callaran, que la mataran. Suceda lo que Dios quiera, pero su palabra %decía san Pablo no está amarrada. Habrá profetas, sacerdotes o laicos, %ya los hay abundantemente que van comprendiendo lo que Dios quiere por su palabra y para nuestro pueblo (20 de agosto de 1978).

Que se capacite a los niños y a los jóvenes a analizar la realidad de su país. Que los prepare para ser agentes de transformaciones, en vez de alienarlos con un amontonamiento de textos y de técnicas que los hacen desconocer la realidad. Así hay muchos técnicos, muchos sabios, muchos profesionales que saben su ciencia, su profesión, pero que son como ángeles, desencarnados de la realidad en que actúan su profesión. Lo primero que debe buscar una educación es encarnar al hombre en la realidad, saberla analizar, ser críticos de su realidad. Una educación que sea educación para una participación política, democrática, consciente, Esto, ¡cuánto bien haría!
(Homilía 30 de abril de 1978, IV p. 194).


SU MEMORIA VIVA

«Me hacen un inmenso honor cuando me rechazan porque me parezco un poquito a Jesucristo que también fue piedra de escándalo» (31.12.78).

El verbo se hizo carne humana y habitó en nuestro Continente. Nuestro hermano obispo, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, es y fue un hombre de palabra, en ella está presente la vida de sus hermanos y hermanas, también la propia. Monseñor, fue aprendiendo a hablar, fruto de la escucha atenta y cotidiana. Sus últimas palabras se hicieron pan y vino, cuerpo y sangre, signo de veracidad de las mismas, por eso, como las de Jesús, viven para siempre y son luz en nuestro diario hacer.
Hoy, a los dieciocho años de su generosa entrega, hacemos memoria de su vida, vivida día a día, también de su palabra, aprendida en la escucha atenta a sus hermanas y hermanos. Queremos sentir con él como él sintió con la Iglesia de Jesús, a la que sirvió dando el regalo y el don más valioso: la vida confiada en Dios y puesta al servicio de los hombres y mujeres de su tiempo.

Su palabra viva

«Llevar la capacidad de la verdad es sufrir el tormento interior que sufrían los profetas. Porque es mucho más fácil predicar la mentira, acomodarse a situaciones para no perder ventajas, para tener siempre amistades halagadoras, para tener poder…» (22.04.79).

«En la medida en que seamos Iglesia, es decir, cristianos verdaderos, encarnadores del Evangelio, en esa medida seremos el ciudadano oportuno, el salvadoreño que se necesita en esta hora. Si nos alejamos de esta inspiración de la Palabra de Dios podemos ser hombres de coyunturas, oportunistas políticos, pero no seremos el cristiano que siempre es un forjador de historia». (11.11.79).

«La vida siempre es sagrada. El mandamiento del Señor – no matarás – hace sagrada toda vida.» (24.06.79).

«Nada hay tan importante para la Iglesia como la vida humana, como la persona humana. Sobre todo, la persona de los pobres y oprimidos, que – además de ser humanos – son también seres divinos, por cuanto de ellos dijo Jesús que todo lo que con ellos se hace El lo recibe como hecho a El.» (16.03.80).

«Este es el pensamiento fundamental de mi predicación. Nada me importa tanto como la vida humana… Es algo tan serio y tan profundo, más que la violación de cualquier otro derecho humano, porque es la vida de los hijos de Dios» (16.03.80).

«La Iglesia no puede ser conformista. La Iglesia tiene que despertar conciencia de dignidad. La masificación es espantosa. Es cuando se juega con los pueblos, cuando se juega con las votaciones, cuando se juega con la dignidad de los hombres, porque los hombres no han sabido darse su puesto. Y esto no es provocar a la subversión, sino simplemente decirle a todos los que me escuchan: sean dignos, porque la condición del Pueblo de Dios es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo». (11.03.79).

Recordar, celebrar y agradecer a Monseñor Romero que quiso siempre «sentir con la Iglesia», para sentir aquí, en la tierra, la responsabilidad común hacia el horizonte de la vida que nace al «abrir nuestros ojos a la pobreza de muchos» y sentirla como vida propia.

Panamá, 24 de marzo de 1998, decimoctavo aniversario del asesinato de Monseñor Romero.
Pastoral Social de Cáritas de Panamá