El hallazgo de nuevos yacimientos en el estuario del río Muni no ha dejado indiferente a los franceses, que, temerosos de ser excluidos del reparto de la enorme tarta petrolera guineana, están maniobrando ahora para desestabilizar al régimen de Teodoro Obiang, que, en su opinión, ha traicionado su confianza favoreciendo los intereses norteamericanos…África ha pasado a ser una zona priotaria para ambos países; pero sobre todo para Francia, que no sería lo que es sin el uranio de Gabón o el petróleo del golfo de Guinea. Por eso, sostiene a “sus” dictadores contra viento y marea…
Por Donato Ndongo
Fuente: Mundo Negro
Publicado en Junio de 2003
Tras la firma de los acuerdos de Marcoussis en enero pasado, por los que Francia forzó un gobierno de unidad nacional para intentar poner fin a la guerra civil de Costa de Marfil, los costamarfileños se manifestaron por las calles de Abiyán agitando banderitas estadounidenses, mientras la multitud hostigaba a las tropas francesas estacionadas en los suburbios de la capital. Imagen que resume, mejor que mil palabras, el pulso entre estas dos potencias por el control de África.
Desde hace siglos, Francia considera al continente africano una especie de zona natural de expansión. Tras la primera guerra mundial, el Tratado de Versalles le otorgó algunas antiguas colonias de Alemania, Togo y Camerún. No contento con ello, la política exterior de París tiende a fagocitar a la ex colonia española, Guinea Ecuatorial, y a los antiguos territorios portugueses, sobre todo Guinea-Bissau, São Tomé y Príncipe y Angola. De ahí los acuerdos económicos y políticos que, con la excusa de las integraciones regionales, de hecho sitúan a estos países en la zona económica del franco. Lo mismo ha sucedido con las ex colonias belga (la República Democrática de Congo, Ruanda y Burundi) que, con el pretexto de la francofonía, giran en la órbita francesa desde sus respectivas independencias.
Estados Unidos, que durante décadas descuidó su política africana, relegada durante la guerra fría, ha descubierto en la última década la importancia estratégica y económica de ese continente. A pesar de su fracaso en Somalia, ha esperado a ejercer su influencia en África a partir de las ex colonias británicas, sobre todo Nigeria y Suráfrica, pero también Ghana, Sierra Leona, Liberia, Gambia o Uganda.
Mientras se repartieron así las zonas de influencia, no hubo conflicto. Pero los intentos de penetración americanos en lugares como la República Democrática de Congo, Congo-Brazzaville, Senegal, Gabón, Guinea Ecuatorial o Angola alarmaron a los franceses, que a su vez movieron sus peones en la zona para parar a los estadounidenses. Guerras como las de los dos Congos tienen ahí su explicación, pugna a la que tampoco son ajenas algunas escaramuzas, hasta ahora más bien diplomáticas, que se dan en Senegal y los países ribereños del golfo de Guinea.
Estados Unidos quiere conquistar São Tomé y Príncipe y Guinea Ecuatorial. En el primer país, Washington desearía montar una base militar que controlara todo el golfo, lugar que ha pasado a ser de importancia estratégica capital, debido a los inmensos recursos energéticos que alberga. (Ver M.N. abril pág 34 y ss.) En el segundo país, los norteamericanos han conseguido hacerse con la mayoría de los pozos petroleros descubiertos tanto en los alrededores de la isla de Bioco como frente las costas de Bata, en la region continental.
El hallazgo de nuevos yacimientos en el estuario del río Muni no ha dejado indiferente a los franceses, que, temerosos de ser excluidos del reparto de la enorme tarta petrolera guineana, están maniobrando ahora para desestabilizar al régimen de Teodoro Obiang, que, en su opinión, ha traicionado su confianza favoreciendo los intereses norteamericanos. Así parece indicarlo tanto la reavivación del latente litigio del islote guineano de Mbañe, reclamado por los gaboneses, como los intentos de promocionar el liderazgo del desconocido Rubén Ndong, un “escritor franco-africano” (según se presenta él mismo) nacido en Evinayong, Guinea Ecuatorial, y exiliado en París desde hace décadas.
África ha pasado a ser una zona priotaria para ambos países; pero sobre todo para Francia, que no sería lo que es sin el uranio de Gabón o el petróleo del golfo de Guinea. Por eso, sostiene a “sus” dictadores contra viento y marea.
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