70 aniversario de la muerte de Julián Besteiro

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El PSOE lo silencia, pues vidas como la suya exigen tomarse la militancia socialista en serio

‘… En España ha habido intelectuales como Julián Besteiro, que éticamente fueron ejemplares. Y no hay derecho que el Partido Socialista Obrero Español a estas alturas no haya puesto una calle a Julián Besteiro en todos los pueblos de España. Pero ¡claro! tenemos un socialismo corrompido… las personas éticas estorban. ¡Claro! la imagen de Julián Besteiro exige una vida en serio’.


Julián Gómez del Castillo,  militante cristiano socialista autogestionario


El pasado mes de octubre se cumplieron 70 años de la muerte de Julián Besteiro. El PSOE no ha hecho ni un solo acto de homenaje, ni una sola mención. Tampoco el congreso de los diputados ha hecho referencia al que uno de sus presidentes.


Julián Besteiro fue un socialista de origen intelectual y burgués. Dos notas que van a marcar su vida y su trayectoria dentro del PSOE, en el cual va a encarnar una importante corriente y un estilo de socialismo en unos años muy convulsos para España, para el movimiento obrero y para el propio socialismo. Sin embargo su altura moral le llevó a recorrer un camino, que conscientemente le llevó a terminar como el más humilde y pobre de los muchos españoles que murieron en la Guerra Civil Española. Besteiro muere en la cárcel gravemente enfermo porque se niega a salir de Madrid. A este punto no se llega por casualidad o ingenuidad, como algunos han afirmado. Es la consecuencia lógica de una trayectoria vital consecuente y militante.


Julián Besteiro nace un 21 de septiembre de 1870 en Madrid. Es el más pequeño de cuatro hermanos. La familia formaba parte de la clase media madrileña. Fue un niño triste y enfermo y también reservado. El padre muere cuando Julián tenía 9 años. Su hermana Juanita, compañera de juegos, 4 años después, y su madre tres años más tarde. A Julianillo solo le sobrevivirá su hermana Carmen.


A los diez años entra en la Institución Libre de Enseñanza y cultiva allí una amistad con algunos de sus compañeros y maestros que le durará toda la vida. De hecho son estos amigos los que se ocuparán de su viuda, Dolores Cebrián, tras su muerte.  Julián y Lola, maestra nacional, contrajeron matrimonio en 1913. Aunque ella era católica accede a casarse en ceremonia civil y asimismo  a su muerte pide ser enterrada junto a su marido en el cementerio civil. No tuvieron hijos. El dirá de ella: Yo estoy legítimamente orgullosos de mi mujer. Es una verdadera compañera. Animosa, fuerte y llena de generosidad. Se bien que la unión ideal en el  matrimonio es un fruto raro y precioso y que yo lo poseo.


Un año antes Julián Besteiro había ingresado en la UGT. Llegará a la vida socialista con 40 años. Dirá: Mi familia es la UGT.


Se doctora en Filosofía y letras en 1912. Ganará por oposición la Cátedra de Lógica de la Universidad Central de Madrid, pero abandonará su actividad intelectual por entregarse de lleno a su militancia socialista.


La división del socialismo español es ya patente en aquellos años. Con los años, dentro del PSOE, Besteiro encarnará una corriente tachada de «moderada» frente a la más «conservadora» de Indalecio Prieto y la más izquierdista-bolchevista de Largo Caballero, el Lenin español. Sin embargo, desde un punto de vista militante, más allá de etiquetas partidistas, Prieto encarnará en política al posibilista, Largo Caballero al oportunista y Besteiro al hombre moral. Decidió correr la suerte de su pueblo. Años después Indalecio Prieto reconocerá en sus  memorias que fue el socialista más insigne del socialismo español, después de Pablo Iglesias, ferozmente combatido pos sus propios compañeros de filas. Aún así es necesario recordar que la mayor fuerza del socialismo era su militancia obrera. El mismo Prieto recordará en sus memorias que el hombre que más socialismo había hecho en España fue un ciego que recorrió a pie el Norte español difundiendo libros y revistas socialistas.


Besteiro fue efectivamente el moderado, pero a la vez muy radical (entendido como el ir a la raíz) en sus posturas morales (en su forma de entender la democracia, la revolución…etc) . Desde el principio fue muy reacio a la colaboración en el gobierno, aunque era republicano convencido. Siempre atacó al comunismo  y delimitó claramente el leninismo y el estatalismo del marxismo, del que se declara adepto. De hecho se decía que era el único en el PSOE que había leído a Marx. Asimismo, en la huelga de 1917, por la que Besteiro y otros compañeros son encarcelados y cuyo manifiesto es redactado por él, dirá: «El sentido de la huelga , un sentido revolucionario, era para regenerar España«.


Nada más salir de la cárcel se celebrarán elecciones y Besteiro saldrá elegido diputado a Cortes. Ya no abandonará el escaño en ninguna de las elecciones que se celebrarán hasta la caída de la República.


Aunque también cometió graves errores políticos, como apoyar la Dictadura de Primo de Rivera. También apoyó en su desarrollo la huelga revolucionaria del 34, con la que no estuvo de acuerdo desde un principio pero que creyó más coherente apoyar por encontrarse en el grupo parlamentario socialista.


En 1925 muere Pablo Iglesias y Besteiro se sitúa al frente del PSOE y de la UGT. Será el presidente del partido hasta 1932 y del sindicato hasta 1934.  Será el Presidente del Congreso de los Diputados de 1931 a 1933. Si la idea de constituirse en guía no disgustaba a Besteiro, la idea de ser considerado «jefe» le repugnaba. Años más tarde, en 1933 dirigiéndose a las juventudes socialistas en pleno proceso de radicalización, que combatió ferozmente, les dijo: Nosotros tenemos que respetarnos los unos a los otros; pero ¿colocarnos en una posición de vivir a las órdenes de un señor, como los hitlerianos, como los partidarios de las dictaduras de todas clases? ¡Ah, eso no, no!». En 1935 dirá: Desgraciadamente hoy en algunos países de Europa las palabras que nosotros aplicamos a los conceptos de «guías» o «consejeros» se han adulterado en su significación para convertirse en «jefes» y en «ídolos».


            En aquellos años el PSOE vive mirando a la URSS, discutiendo si se adhiere o no a la III Internacional. Hicieron falta varios congresos para decidirlo. En una de ellas intervino Besteiro en contra de la adhesión, con constantes interrupciones y abucheos. El suyo fue un discurso duro y amargo, donde no faltaron ataques personales a sus adversarios: «seréis muy revolucionarios, pero mientras discutimos esto de la Tercera están en suspenso todas nuestras actividades revolucionarias». También les dice: «Revolucionario es todo instante del desarrollo de la lucha de clases frente al régimen capitalista. Y el que diga que hay que capacitar al proletariado para la revolución manteniendo esas sociedades secretas para que cuiden  como en conserva a esos niños revolucionarios que han de hacerla, no sabe lo que dice. La revolución la hace el proletariado en todos sus actos. Vosotros, como únicas manifestaciones revolucionarias traéis los insultos«. De esta manera, Besteiro se pronunció claramente contra la masonería, ya fuertemente introducida en el PSOE. También definió muy bien la mentalidad  profundamente autoritaria del comunismo. Esta vez la postura mantenida por él será la mayoritaria dentro del partido. Años más tarde, en un nuevo episodio de radicalización, se quedará en minoría y contemplará como el partido se precipita hacia la violencia y finalmente hacia la guerra. El historiador Salvador de Madariaga llega a decir que la circunstancia que hizo inevitable la Guerra Civil en España fue la guerra civil dentro del partido socialista.


 En 1933 Besteiro afirma que de triunfar el bolchevismo en España, «la República sería la más sanguinaria de la historia contemporánea«, y se declara enemigo irreconciliable de la dictadura del proletariado.


Cuando estalla la Guerra, lo que el denunció en innumerables ocasiones, sus amigos tratan desesperadamente de sacarle de Madrid. El dirá: «… por haber venido representando como diputado a este pueblo sin interrupción en todas las legislaturas desde 1918, me considero tan ligado moralmente a mis electores que creo que es mi deber acompañarlos en las circunstancias difíciles en que actualmente se encuentran y las que todavía les esperan verosímilmente.». A Andrés Saborit, su amigo y biógrafo le llega a decir: «Yo soy viejo. No tengo hijos. Estoy en el deber de morir en Madrid. Usted debe salvarse«. Súplica que también hizo a Cipriano Mera, tal y como éste relata en sus memorias. En una visita a Londres en misión de paz sus amigos hacen un nuevo intento para que se quede en ese país, a lo que responderá: Yo nunca dije «o nos salvamos todos, o todos perecemos», me quedaré con los que no pueden salvarse. Era una clara alusión a las filas comunistas de su propio partido, encabezadas por Negrín.


Igualmente se negará a tener privilegios en la provisión de alimentos. La insistencia de sus amigos para que acepte más provisiones llegará a irritarle. Tendrá su racionamiento como cualquier madrileño más, algo que deteriorará visiblemente su salud. Sin embargo si se movió para que otros tuvieran lo necesario: gestionó una furgoneta con víveres para el hospital psiquiátrico donde se hallaba la viuda de Cossio, su maestro de la ILE.


En la última etapa de la Guerra su actividad será enormemente discreta, relevado ya de todos sus cargos en el PSOE. En un último intento de derramar más sangre y consciente de su prestigio moral  forma la Junta Nacional de Defensa, junto a Cipriano Mera, Casado y otros.


Acabada la Guerra, huidos los demás, queda en Madrid como máxima autoridad republicana. Quizás por ello el episodio de su prisión y muerte fue de extrema crueldad. Le condenan a prisión perpetua, trasladándole a la cárcel de Carmona (Córdoba) junto con un grupo de curas vascos. Uno de ellos, el Padre Ugarte recuerda los gestos doloridos del pueblo de Madrid al paso del furgón.


En la cárcel, viejo y enfermo, vivió un verdadero calvario. La última noche que pasó en la cárcel se tiró de la cama varias veces, y alguna no supo volver solo al lecho. Hablaba en alemán. «La libertad, la libertad», fueron expresiones repetidas durante su delirio. A pesar de que Dolores se encontraba en Carmona, no le dejaron ver a su marido. Esta decisión de las autoridades franquistas fue tan cruel que el propio cuñado de Franco, Serrano Suñer, tuvo que reconocer  que fue «un acto torpe y desconsiderado«. Muere el 27 de septiembre de 1940, a los 70 años.


Según relata Saborit en su celda se encontraron el libro que acababa de recibir para traducirlo del alemán, Jesús Cristus, de Karl Adam, así como la Biblia y el Nuevo Testamento. El sacerdote a quien pertenecía el libro, el párroco de Carmona, se lo entregó a doña Dolores diciéndole que lo había leído Besteiro y por eso tenía gusto en ofrecérselo. Se ve que estuvo abierto muchas veces por el capítulo de Job, al que se comparó alguna vez durante el verano.