Carmen Velasco entrevista a José Luis Ferris, «Lorca decía que le tenía alergia y le vetó la asistencia en determinados actos literarios en Madrid. El poeta granadino era, además de un gran escritor, un señorito andaluz. Si algo quería Lorca de los demás era la pulcritud en el aspecto físico y Hernández utilizaba espardeñas y pantalones de tela»
-¿Este ensayo pretende eliminar algunas falsedades sobre el autor de ‘El rayo que no cesa’ que aún tiñen su vida?
-El propósito era revisar la trayectoria vital e incluso literaria de Miguel Hernández a través de los años e indagar en los tópicos y leyendas que tapaban la figura del poeta. A poco de investigar, descubrí las falsedades. No nació inmerso en la pobreza. Su padre no era un simple ganadero, sino que tenía una explotación que cubría toda la Vega Baja y exportaba a Zaragoza y Barcelona. El padre, a quien le gustaba criar a sus hijos en el esfuerzo y la valoración de las cosas, tenía potencial económico. Tampoco el poeta oriolano fue autodidacta. Estuvo más de 10 años escolarizado cuando el resto de niños sólo tenían dos años de instrucción académica como mucho. Hizo primaria y también bachillerato en Santo Domingo, donde iban los hijos de las familias bien. Hernández tenía un talento especial.
-¿Qué tipo de don?
-Tenía una mayor retentiva, por ejemplo, se sabía episodios enteros de la Biblia que recitaba de memoria. Pero también era un niño muy curioso que siempre iba preguntando. A partir de los 15 años, cuando su padre decidió que se ocupara del ganado, cargaba los clásicos, como Góngora o Virgilio, en su mochila.
-Además de falsedades, ¿tuvo muchos enemigos?
-No eran enemigos, sino que hubo gente que le despreciaba y le trataba con desdén, como Francisco García Lorca, Luis Cernuda o Rafael Alberti.
-¿Por qué?
– Lorca decía que le tenía alergia y le vetó la asistencia en determinados actos literarios en Madrid. El poeta granadino era, además de un gran escritor, un señorito andaluz. Si algo quería Lorca de los demás era la pulcritud en el aspecto físico y Hernández utilizaba espardeñas y pantalones de tela. Lorca era el epicentro de todas las reuniones literarias y se sentía Dios en Madrid. Sin embargo, cuando llegó el poeta oriolano llamó la atención por su pureza. Algo que no pudo soportar el granadino. Vicente Alexandre contaba con pena esos capítulos.
-¿Y Cernuda y Alberti?
-Cernuda consideraba que Hernández era zafio y que olía a campo. Y Alberti rivalizó con el oriolano en ser el poeta del pueblo, un título que ganó el segundo con sus versos de la guerra civil que recogen el sentir de los milicianos, campesinos, trabajadores y gente humilde. Hernández fue el mejor en conciliar arte, poesía de compromiso y conectar con los ciudadanos.
-¿El año Hernandiano servirá para desterrar estas leyendas?
-Espero que sí. En Elche y Orihuela se va a celebrar un congreso internacional en el que se expondrán las últimas investigaciones. Con las conferencias queremos acercarnos al hombre y al poeta. Y seguro que la venta de su poesía sube.
-¿Qué opina de la confusión alrededor del legado del poeta?
-La familia, que ya ha rechazado algunos peritajes, tiene la decisión. Que los herederos aclaren si quieren hacer una cesión en depósito, alquilarlo o venderlo.
-¿Entendería que los fondos viajarán a Madrid?
-Madrid no se asocia a la vida de Miguel Hernández. Él estuvo vinculado a afectivamente a Elche, ciudad de su esposa, y a Orihuela, donde nació. Que se instale en Madrid es como arrancar un patrimonio que debe quedarse en Alicante.
*José Luis Ferris. Es biógrafo de Miguel Hernández. El escritor publica una visión ampliada de la biografía ‘Pasiones, cárcel y muerte de un poeta’.