Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG) establece que 'la prostitución es un trabajo por cuenta propia'…
Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG) establece que «la prostitución es un trabajo por cuenta propia», desestimando el recurso presentado por el Abogado del Estado en representación de la Inspección deTrabajo y Seguridad Social, contra la empresa Pamifran.
Una inspección encontró en el hotel club Ciros de Pontevedra a 14 mujeres extranjeras sin permiso de trabajo «ejerciendo la prostitución».
Estas mujeres, que salen de sus países expoliados, dejando muchas veces a sus hijos y familias atrás, se encuentran con una situación de explotación que se les impone a vida o muerte, pues su condición de «ilegales» no les permite elegir. En concreto, la sentencia llama «trabajadoras libres» a unas mujeres sin papeles que vivían en unos apartamentos propiedad del dueño del club, que les pagaba 20 euros por «cliente» y les cobraba por alojamiento según la misma sentencia, 50 €/día (¡unos 1500 euros al mes!). Así, en vez de castigar al proxeneta que se enriquece comerciando con mujeres empobrecidas, se lava las manos culpando a la víctima.
La Justicia mira hacia otro lado ante la explotación sexual, y refleja una realidad sangrante, que en España afecta a más de 400.000 mujeres, en su mayoría inmigrantes. Este negocio mueve en nuestro país 18.000 millones de euros al año. Cada día El País y El Mundo ingresan unos 15.000 euros gracias a las páginas de «relax», unos 100 millones de euros anuales a costa de la mujer prostituida.
Será por eso que, como es habitual, al capital le salen buenos defensores. ¿Dónde está el feminismo de la Ministra de Igualdad ante semejante explotación?
Es inmoral pedir «que se regule» o se «legalice» una actividad que esclaviza. Para avanzar hacia la justicia no hay más remedio que abolir la prostitución y acabar con las causas que obligan a las personas a emigrar de sus países de origen llamados por un mercado tan salvaje como el de la Unión Europea.