Rescates financieros para incompetentes (extracto)

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Parece que la crisis apenas ha hecho mella en la cultura del exceso de Wall Street

El País 8/2/2009


Parece que la crisis apenas ha hecho mella en la cultura del exceso de Wall Street


De lo que estoy hablando es de los planes de la Administración para rescatar el sistema bancario, planes que están tomando la forma de un ejercicio clásico de socialismo amargo: los contribuyentes pagan la factura si las cosas salen mal, pero los accionistas y los ejecutivos reciben los beneficios si las cosas salen bien.


«Tenemos un sistema financiero controlado por accionistas privados y administrado por instituciones privadas, y nos gustaría hacer todo lo posible para preservarlo», dice Timothy Geithner, el secretario del Tesoro, mientras se prepara para hacer que los contribuyentes carguen con el mochuelo de las inmensas pérdidas de ese sistema.


Mientras tanto, un artículo del Washington Post que cita fuentes gubernamentales afirma que Geithner y Lawrence Summers, el principal asesor económico del presidente Obama, «creen que los Gobiernos son malos gerentes bancarios» (a diferencia, se supone, de los genios del sector privado, que se las han arreglado para perder más de un billón de euros en unos cuantos años).


Y este prejuicio a favor del control privado, incluso cuando es el Gobierno quien está poniendo todo el dinero, parece estar pervirtiendo la respuesta a la crisis financiera.


Los bancos necesitan más capital. En épocas normales, los bancos amplían su capital vendiendo acciones a inversores privados, quienes a cambio reciben una participación en la propiedad del banco. Por tanto, se podría pensar que si ahora los bancos no pueden o no quieren ampliar lo suficiente su capital mediante inversores privados, el Gobierno debería hacer lo que haría un inversor privado: aportar capital a cambio de una parte de la propiedad.


Pero hoy en día las acciones de los bancos valen tan poco, que la propiedad no sería parcial: inyectar el dinero de los contribuyentes necesario para que los bancos fuesen solventes los convertiría, a efectos prácticos, en empresas de propiedad pública.





Mi respuesta a esta perspectiva es: ¿y? Si los contribuyentes están corriendo con los gastos del rescate de los bancos, ¿por qué no deberían obtener la propiedad?


El plan de rescate bancario constará de dos elementos principales: la compra por parte del Gobierno de algunos activos bancarios con problemas y garantías frente a pérdidas causadas por otros activos. Las garantías representarían un gran regalo para los accionistas de los bancos; las compras tal vez no, si el precio fuera justo, pero, según información del Financial Times, los precios probablemente estarían basados en modelos de tasación en lugar de en precios de mercado, lo que significa que el Gobierno les estaría haciendo un gran regalo también con esto. Y, a cambio de lo que probablemente sea una gigantesca subvención para los accionistas, los contribuyentes obtendrán… Bueno, nada.


Mientras tanto, parece que la crisis apenas ha hecho mella en la cultura del exceso de Wall Street. «Digamos que soy un banquero y que he generado 23 millones de euros. Yo debería recibir parte de ese dinero», comentaba un banquero a The New York Times. ¿Y si eres un banquero y has destruido 23.000 millones? ¡El Tío Sam acude al rescate!


Salvar la economía va a ser muy caro: es probable que ese plan de estímulo económico de 800.00 millones de dólares sea sólo un anticipo, y que rescatar el sistema financiero, incluso si se hace bien, cueste cientos de miles de millones. No podemos permitirnos el lujo de despilfarrar el dinero regalándolo  a los bancos y a sus ejecutivos sólo para mantener la ilusión de que son propiedad privada.


Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de Economía en 2008.