‘NUEVA YORK – C-FAM’ Un nuevo informe que examina los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas asegura que el proyecto podría causar más daños que beneficios. El documento revela que el amplio proyecto mundial de desarrollo, en general, concibe a los pobres como «un problema a resolver, en vez de verlos como compañeros que buscan su propio desarrollo y éxito
El informe explica que los líderes mundiales publicaron en 2001 los ODM con grandes expectativas, pero que hoy, a medio camino de alcanzarlos, se han vuelto vulnerables a la politización y a la influencia de los intereses especiales.
En la obra de Brian Scarnecchia y Terrence McKeegan titulada «Los Objetivos de Desarrollo del Milenio a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia», los autores afirman que uno de los problemas cruciales reside en que la implementación de los ocho objetivos con sus veinte metas y cincuenta y seis indicadores tendió a efectuarse partiendo de un enfoque descendente dirigido por especialistas y centrado en aspectos tecnológicos. Este abordaje es defendido por el principal asesor económico de la ONU para los ODM, el profesor de la Universidad de Columbia y tecnócrata Jeffrey Sachs. No obstante, los autores del reporte sostienen que el abordaje adoptado no tiene en cuenta los dos principios fundamentales del desarrollo humano moral: la solidaridad y la subsidiaridad.
Citando al Papa Benedicto XVI en su discurso de 2008 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la obra se advierte que la propuesta de la ONU para mitigar la pobreza y el hambre agrava el modo en el que los más débiles son dejados «al margen del desarrollo integral, quedando, por lo tanto, expuestos a experimentar sólo los efectos negativos de la globalización». «Al promover una cultura «abarcadora» y «globalizada»», sostienen los autores, los ODM imparten «valores falsos, capaces de empañar un modo de vida auténticamente humano» y debilitan la cultura nacional y las tradiciones que sustentan el bienestar en el nivel inferior.
Por ejemplo, los objetivos para lograr la enseñanza primaria universal y reducir la mortalidad materna no consideran el papel fundamental de la familia como es debido. No existe tratado alguno de la ONU que proteja los derechos de la familia como en el caso de los derechos del niño. Según el informe, esta falta de interés recae sobre la institución fundamental en lo que respecta al bienestar del niño: la familia. El modo en el que la ONU promueve la igualdad de género «sirve para inculcar la falsa idea de que el género es una construcción social cambiable», sostienen los autores.
El estudio revela que los ODM promueven, como es debido, la educación de las mujeres, pero lo hacen, en primer lugar, con el fin de reducir su fertilidad. Asimismo, muestra que el objetivo de reducir la mortalidad materna no contempla a las mujeres en su integridad como personas, sino que sólo se centra en la maternidad. El objetivo por el cual se garantiza la sostenibilidad del medio ambiente también hace hincapié en el control de la natalidad.
El lugar que ocupan los intereses especiales queda de manifiesto, particularmente, en el implacable intento de crear un nuevo objetivo para «promover la salud sexual y reproductiva», según se indica en el informe. Esta fue la única meta internacional impulsada por especialistas que las naciones rechazaron cuando se adoptaron los ocho ODM. Es por ello que los proponentes del aborto optaron por reclamar la existencia de dicha «meta» dentro del objetivo tendiente a reducir la mortalidad materna. Si bien esto fue rechazado por los Estados Miembros de la ONU, agencias como el Fondo de Población y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia continúan afirmándolo.
Robert Araujo, S. J., advierte en el prefacio del informe: «Ya no importan tanto las metas, sino el modo en el que se las persigue… hay una profunda y creciente divergencia sobre cuál es el mejor modo de proceder».
Traducción: Luciana María Palazzo de Castellano