El paro, arma del imperialismo

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Entre 5 y 7 millones de personas en nuestro país están en paro y/o en la economía sumergida. Más de 2.000 millones de personas en el mundo, están en la misma situación. El paro es consecuencia de un sistema económico y político radicalmente injusto.

No es que no haya trabajo, eso es mentira. Se trata de someter a los trabajadores, de disciplinarlos, para que sigan sosteniendo con su trabajo explotado el actual sistema económico, disminuyendo al máximo la conflictividad social. Para ello se hacen ímprobos esfuerzos para enfrentar a los trabajadores entre sí: ocupados contra parados; fijos contra eventuales; nacionales contra inmigrantes; viejos contra jóvenes; legales contra sumergidos; asalariados contra autónomos. Se trata de romper la solidaridad. El sistema imperialista provoca el paro, las horas extras, el pluriempleo, la esclavitud, la explotación, la economía sumergida… se trata generar una cultura de la insolidaridad que degrade el mundo del trabajo, porque el trabajo humano es solidaridad.

No es que no haya trabajo, eso es mentira. Se trata de someter a los trabajadores, de disciplinarlos, para que sigan sosteniendo con su trabajo explotado el actual sistema económico, disminuyendo al máximo la conflictividad social.

Cuando de joven el poeta Rilke fue a ver a Rodin, no fue a hablarle sobre arte como podríamos suponer sino que le preguntó al genial escultor sobre cómo debemos vivir. Rodin le contestó con una sola palabra: “Trabajando”. Rilke, muchos años después recordando aquel momento comentó: “ Lo comprendí muy bien… siento que trabajar es vivir sin morir.

Nosotros diríamos en un sentido parecido que el trabajo humano digno es un bien para la persona y para la sociedad. Es algo que nos trasciende hacia los demás y hacia el futuro. Su degradación es un crimen: la explotación y el paro, literalmente matan…. matan por hambre, por aborto, por esclavitud, por accidentes laborales, por depresión, por rupturas familiares. Pero también matan la vocación profesional, la creatividad, la solidaridad…