Soportar insultos y calumnias

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Entrevista a Joaquín M. Montero

Fuente: Semanario Alba


-Ser católico y de izquierdas ¿no es una contradicción?


-En absoluto. De hecho, no son pocos los autores que describen cómo la izquierda toma históricamente sus fundamentos del cristianismo. Sin embargo…


-¿Sin embargo?


-No deja de ser cierto que hay en ocasiones en el ejercicio de la vida pública en que fe y razón entran en contradicción. Y hay que estar atentos para dar una respuesta acertada.


-Usted la ha dado.


-La decisión la tomé por motivos políticos, entendiendo la política como consecuencia inmediata de mi compromiso como cristiano.


-Le reformulo la pregunta del principio: ser católico y militante del PSOE…


-Hoy es una contradicción. No entiendo la postura de quienes se dicen católicos y han promovido la ley con su apoyo en las Cortes. Quienes así han actuado deberían plantearse a quien sirven sus conciencias.


-La suya ¿dónde se formó?


-En mi pueblo, Paradas, cuna de solidaridad y donde el cristianismo se ha hecho patente en multitud de manifestaciones cotidianas.


-¿Qué me dice de la casa de sus padres?


-Que era un hogar humilde y una escuela de valores eminentemente cristianos. Y eso que mis padres no tenían incorporado el hecho religioso al día a día.


-¿Usted cuándo lo hizo suyo?


-Descubrí la fe en el colegio público donde estudié y en la catequesis de comunión en la parroquia de San Eutoprio.


-Ese descubrimiento ¿fija un antes y un después?


-Supone un hecho capital que marcará determinantemente la fundamentación, el porqué, de las decisiones importantes de mi vida, pese a algunas etapas difíciles.


 -¿Por ejemplo?


-En el instituto solicité la asignatura de ética y no la de religión, y en la parroquia me alarmaba cuando veía que era más importante lo estético que el fundamento de la fe. Fue una etapa de rebeldía.


-¿Quién le devolvió al redil?


-Julián Gómez del Castillo, una persona que, teniendo yo diecisies años, me impactó y cautivó para el resto de mi vida. Todo en él era una alabanza al Señor. Amó a la Iglesia incondicionalmente y me transmitió con su ejemplo el valor de la justicia y la solidaridad.


-Hable más de él.


-Era un converso promotor de militantes cristianos capaces de encarnar el valor de la pobreza evangélica. Julián ha sido la persona que más me ha acercado a Dios. 


-O sea, que es su modelo de fe.


-Él y Guillermo Rovirosa. No entiendo al uno sin el otro. Estoy seguro de que algún día serán elevados a los altares.


-Aparte de Julián y de Rovirosa ¿alguna circunstancia que haya aumentado su fe?


La enfermedad. Percibir que la vida se acaba, el dolor, revisiones periódicas y las limitaciones que se derivan de ella conforman una experiencia privilegiada para contemplar al Señor en toda su grandeza: «Es Dios el que hiere… y luego cura con su mano» (Job 5,18).


-¿Lee con frecuencia ese pasaje?


-En el último año he recurrido más a Mateo, 5.


-¿Por qué?


-Es una lectura que se hace bien necesaria cuando te toca soportar todo tipo de insultos y calumnias por parte de quienes, carentes de argumentos, rechazan el diálogo y la confrontación de ideas. 


-Eso, digan lo que digan, es persecución.


-La persecución a lo católico es un hecho directamente relacionado con la fidelidad al Evangelio. En la medida que seamos fieles a Cristo seremos también perseguidos. Pero esto no debe preocuparnos, lo contrario sí.


-¿Reza?


-No entiendo mi vida sin la oración. Rezo porque necesito recordar continuamente que Dios no nos pide obras inalcanzables, sino nuestra fidelidad, nuestra incondicional fidelidad.


-¿Y para dar gracias?


-Sí, por la familia en la que nací, por la que he creado junto a mi esposa, por nuestros cuatro hijos, por los amigos. También rezo para pedir perdón por mis traiciones y verme reconfortado por la misericordia de Dios, siempre inagotable.