‘Enemigos’ del euro: así son, así actúan

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Más de 100.000 millones de dólares al día contra el euro. El mercado de divisas ‘Forex’ es el más grande del mundo, con una negociación diaria de más de tres billones de dólares ‘3.000.000.000.000’

¿Se imagina usted que gana 5.500 euros a la hora? Tenga en cuenta que no es por cada hora de trabajo, sino por cada hora del día. O sea, también cuando duerme. Cuando come. Cuando está en la ducha. Ahora pongámoslo un poco más difícil: ¿Se imagina ganar eso durante 12 meses consecutivos?

Probablemente, no. Pero ese dinero, es decir 2.913 millones de euros, es lo que ganó en 2008 John Paulson, el fundador y gestor del hedge fund Paulson & Co. En ese año, su fondo, que hasta entonces había tenido un comportamiento mediocre, ganó 10.900 millones de euros. Más que el PIB de Bolivia, un país de 10 millones de habitantes.

Ahora, Paulson es uno de los tiburones que está detrás del ataque contra la deuda griega, portuguesa y española. Es, sin embargo, muy complicado saber cuál es su verdadera parte de culpa del desplome del euro y la subida del precio de la deuda española. Los hedge funds no están regulados, y nadie sabe lo que decide Paulson en su oficina en Manhatan.

Otro “especulador” al que se refería el ministro de Fomento, José Blanco, para justificar la caída del euro es Brevan Howard, dirigido por Alan Howard, un hombre que bate records de discreción en un sector caracterizado por su nula transparencia.

También podría haber actuado Moore Capital, gestionado por Louis Moore Bacon, cuñado de uno de los pioneros del sector de los hedge funds, Julian Roberston, el hombre que, con su ataque especulativo contra el baht tailandés en 1998, desencadenó la crisis que provocó la suspensión de pagos de Rusia y Corea del Sur y llevó al mundo al mayor cataclismo financiero hasta el estallido de la crisis subprime. Una crisis que fue precisamente la que permitió a Paulson aquel año dorado de 5.500 euros a la hora.

Como invierten

Los hedge funds son fondos de inversión de alto riesgo. Su principal característica es que están exentos de restricciones a la hora de invertir, a diferencia de los fondos tradicionales. Además, buscan obtener rentabilidad en cualquier momento del mercado, incluso cuando éste cae, por lo que su riesgo es mucho mayor y, por ello, generalmente están reservados a inversores con alta cualificación y patrimonio.

Los fondos que están, supuestamente, llevando a cabo estos ataques contra el euro suelen ser denominados macro, porque su estrategia se basa en seguir los grandes acontecimientos de la macroeconomía mundial, en contraposición a otros, como los “direccionales” (que invierten en Bolsa), los especializados en renta fija o variable o los fondos de fondos (como los famosos feeders que invertían el dinero de sus clientes en el fondo de Bernard Madoff).

Otra característica de estos vehículos es el apalancamiento, una forma educada de decir hipoteca hasta las cejas. Un hedge fund normal puede operar con unos activos que suponen 10 veces su base de capital. O sea, que por cada millón que recibe de los inversores, obtiene, endeudándose, otros 10. En este contexto, una caída del 10% del valor de los activos del fondo lo deja sin base de capital, es decir, en quiebra. En esta industria, ganar 5.555 euros a la hora es casi tan fácil como perderlos.

Estos fondos han tomado posiciones en divisas a través de contratos de futuros, unos instrumentos derivados que permiten ganar dinero tanto si una moneda sube como si baja. En este caso concreto, los inversores han negociado cerca de 6.000 millones de euros a través de 40.000 ventas de futuros, según las cifras del Chicago Mercantil Exchange (CME).

Existen otras muchas plataformas de negociación a las que, por cierto, concurren no sólo especuladores, sino también bancos centrales, bancos comerciales y Gobiernos. Según varios brokers consultados, sólo en una semana la venta de euros a través de estos derivados ha superado con creces los 100.000 millones.

El mercado de divisas por excelencia es el Foreign Exchange (Forex), que posiblemente, es también el centro de negociación financiera más grande del mundo, con un volumen diario de 3.000.000.000.000 (tres billones) de dólares. A diferencia de otros mercados, como la Bolsa o el de renta fija, el Forex no está organizado. Es decir, es una especie de conexión virtual entre miles de agentes económicos que comparten a través de un sistema electrónico intercambios billonarios de divisas.

Contra quién especulan

No sería del todo correcto decir que estos fondos están invirtiendo “contra el euro”, puesto que siempre que se vende una divisa, se hace en referencia a su par. Por ejemplo, puede negociarse un contrato de euro-dólar, de dólar-yen o de libra-franco suizo, pero nunca de una sola moneda. Francisco López, especialista en divisas de X-Trade Brokers añade que “cuando una divisa baja siempre sube su contraria, por lo que en vez de decir que se está apostando contra el euro, podría hablarse de apostar a favor del dólar”.

El mecanismo para negociar monedas requiere de un profundo conocimiento del mercado y disciplina. Si por ejemplo, el euro cotiza a 1,3670 dólares y el inversor cree que va a caer, venderá un contrato de futuros a ese precio. Con ello, se compromete a vender euros a ese cambio en una fecha futura determinada. El inversor ganará si, para entonces, el euro está por debajo (puesto que está vendiendo más caro algo que vale menos). Pero si ocurre lo contrario, las pérdidas pueden ser ilimitadas.

La cuestión es que cuando estos gestores invierten, lo hacen con volúmenes enormes de dinero. Eso convierte a esta gente en creadores de mercado más que en meros inversores. Si todas sus operaciones apuntan en una dirección, arrastran al resto de inversores a hacer lo mismo. Y así se desploma cualquier mercado.

Además, si alguna vez ha habido un ataque real a una moneda, es el que protagonizó George Soros en 1992 con su fondo Guantum. Ante la recesión que padecía Reino Unido, se endeudó en 15.000 millones de euros para tomar posiciones de compra en dólares y de venta en libras. Posteriormente, aireó su creencia de que la libra iba a ser devaluada, provocando una oleada de ventas de esa moneda. El inversor húngaro logró unas plusvalías de 800 millones de euros con esa jugada y provocó, además, que Gran Bretaña gastara inútilmente 50.000 millones para vender dólares y tratar de estabilizar su divisa. Soros, por cierto, es otro de los que ahora está vendiendo euros para beneficiarse de su caída frente a otras monedas internacionales.

Las posiciones en divisas representan sólo una parte de lo que estos fondos de alto riesgo invierten diariamente. Por ejemplo, entre 2005 y 2008, Paulson compró masivamente Credit Defualt Swuape (CDS), en esencia seguros contra la suspensión de pagos de los bonos basados en hipotecas. Era una estrategia muy arriesgada. Si esos bonos suspendían pagos o si se reducía su solvencia, como Paulson esperaba, podía ganar la fortuna que ganó. Pero si la burbuja no explotaba a tiempo, su hedge fund podía hundirse en pérdidas, y los inversores acabarían retirando su dinero.

Y el margen era escaso, porque los hedge funds siempre están al borde de la ruina o de la lluvia de millones. Por de pronto, sus comisiones son astronómicas. Normalmente se guían por la regla 2-20. Eso significa que cada año cobran el 2% del capital invertido más el 20% de las plusvalías de la inversión.

Con semejantes comisiones se explica que, por ejemplo, James Simons, gestor de Renaissance Technologies, ganara en 2008 más de 1.600 millones de euros gracias al desplome de la banca. Y la lista de especuladores millonarios que se han hecho de oro con la crisis financiera continúa con otros nombres como John Arnoldo o Raymon Dalio. Para hacerse una idea, con el beneficio del Santander en 2009 (8.943 millones de euros) sólo se podría pagar el sueldo de los 7 mejores gestores de hedge funds del pasado año.

Aún así, el mito de estos gurús financieros con pocos escrúpulos también tiene una gran parte de sonados fracasos. Según los datos que ofrece la propia industria, cerca del 15% de los hedge funds que se crean terminan desapareciendo al año siguiente. Muchos de ellos, además, lo hacen con pérdidas millonarias, como Long Term Capital Management (LTCM), el hedge fund más grande de la Historia, con una inversión de más de 100.000 millones. La Reserva Federal tuvo que rescatarlo y en 2.000 fue liquidado sin que sus partícipes recuperaran toda la inversión. Curiosamente, el fracaso de este fondo se debió a una mala inversión en deuda pública. Sólo que no era ni griega ni española, sino rusa.