La ONU pide salud sexual para acabar con la pobreza. Tras la Asamblea General de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

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Las decisiones de la Asamblea General de la ONU, se han vendido como una apuesta por las mujeres. Se ha insistido en que, para acabar con la pobreza, sigue siendo esencial que tengan más acceso a los servicios de salud ‘sexual y reproductiva’. En la misma ONU, esto se interpreta como contracepción y aborto.

Las mujeres han sido –en mayor medida que los niños– las protagonistas de la Asamblea General de las Naciones Unidas que, la semana pasada, analizó la situación de los Objetivos de Desarrollo de Milenio (ODM), cuando quedan cinco años para la fecha en la que se tendrán que haber cumplido. Una semana antes de la Cumbre, se anunció, con gran alegría de entidades abortistas, que la ex Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, dirigirá la nueva entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres –ONU Mujeres para abreviar–, un nuevo superorganismo resultado de la fusión, el pasado julio, de cuatro organismos distintos. ONU Mujeres nace con un presupuesto anual de 220 millones de dólares.

La Cumbre concluyó con el lanzamiento definitivo –tras un primer anuncio en abril– de la Estrategia Global para la Salud de Mujeres y Niños, a la que Gobiernos y ONG se han comprometido a aportar más de 40 mil millones de dólares. Un proyecto loable en principio, aunque la puesta en marcha de las dos iniciativas hace sospechar que estén siendo manipuladas para fomentar la planificación familiar y el aborto; claves, según muchas voces de los países ricos, para luchar contra la pobreza.

Un vistazo a los documentos de la Cumbre confirma esta sospecha. Por ejemplo, el informe previo sobre el avance de los ODM critica la «financiación inadecuada para la planificación familiar». Sin embargo, a la vez, tiene que reconocer que el aborto inseguro –ilegal–, al que se suele culpar de las tasas de mortalidad materna, en realidad causa menos del 9% de estas muertes, que, además –desveló la revista médica The Lancet el pasado mes de abril–, es bastante inferior a lo dicho hasta ahora.

Planificación familiar para niños

A pesar de estos datos, en el documento conclusivo –elaborado antes de la Cumbre–, abundan las alusiones a la salud sexual y reproductiva, y se pide que se integre «en las estrategias y programas nacionales », al mismo nivel que otros cuidados médicos, y que se forme a matronas y enfermeras para extenderla en las comunidades locales. Estas conclusiones serán las que luego se exijan a los Gobiernos y apliquen las agencias de la ONU.

De hecho, la Estrategia ya incluye llevar la planificación familiar a 43 millones más de mujeres para evitar 33 millones de embarazos no deseados.

Además, la interpretación y la prioridad que se dé a la salud sexual y reproductiva dependerá de entidades no gubernamentales, que han estado presentes en la Asamblea General y se han mostrado aún más radicales, hablando explícitamente de aborto y pidiendo que los «servicios de salud sexual y reproductiva» se ofrezcan también «a niños y jóvenes».

Que esta agenda radical se incluya en los ODM no sólo es malo por sus consecuencias directas. Como denunció la semana pasada el congresista provida estadounidense Chris Smith, los recursos que se destinen a la salud sexual y reproductiva dejarán de invertirse en medidas consideradas menos prioritarias, pero que realmente contribuyen al desarrollo. También existe el riesgo de que los países contrarios al aborto disminuyan, por este motivo, su compromiso con los ODM.