Migraciones y crisis mundial

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La actual crisis que vivimos es una crisis profunda. Es una crisis del capitalismo y está basada en el modelo de sociedad que éste engendró. El capitalismo hizo que la gente piense que unos debían competir con los otros para generar el progreso, cada persona buscando solamente sus intereses, su lucro, su poder. Esta manera de vivir transformó todo en mercancía para comprar y vender, incluyendo el trabajo, las ideas, los conocimientos, las tecnologías.

Incluso las personas son transformadas en mercancías, o sea, sirven en cuanto producen, después son descartables.


Para servir a los intereses del capitalismo, miles de personas son trasladados de un sitio al otro, de un país a otro; los inmigrantes son bienvenidos hasta el momento que son útiles a los intereses de los capitalistas.


Más de 200 millones de personas viven fuera de sus países de origen, según las cifras de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). En 1960, las mujeres representaban 46,6 % del total de inmigrantes internacionales. Hoy, las mujeres constituyen el 50,5% de los inmigrantes precedentes de América Latina y Caribe.


Más de 30 millones de personas han  migrado dentro y fuera de América Latina y el Caribe en las últimas dos décadas, lo que constituye cerca del 5% del total de la población de esta parte del continente. En algunos países como Bolivia, El Salvador, Haití y Nicaragua los y las emigrantes superan el 20% del total de la población, mientras que en otros países como Ecuador, Guatemala, Honduras, Perú y Uruguay representan más del 10% del total de sus habitantes.


Alrededor de 5 millones de personas han sido desplazadas dentro de sus propios países o solicitaron refugio en otros países por razones de violencia política o conflictos armados.


Fenómeno complejo y contradictorio, las migraciones son un hecho político porque denuncian el modelo de desarrollo que no prioriza las personas sino al capital, principalmente el financiero; cuando denuncia  la concentración de la riqueza, de la tierra y del poder y denuncia las restricciones que se ponen a las personas  para migrar (muros, policía, persecuciones, leyes restrictivas).


Los migrantes se constituyen en la interpelación más fuerte y más evidente del actual proceso de globalización. Tal proceso tiene dos marcas que los migrantes cuestionan fuertemente: es concentrador y excluyente.


Las causas tienen que ver con el empobrecimiento, la desigualdad social  y las formas de exclusión propias de un modelo económico fallido; todo eso explica la razón por la cual migrar no es una opción, sino una necesidad que se asume de manera forzada; las políticas económicas, sociales y culturales, base de la actual globalización, impiden un desarrollo humano y sostenible desde los propios intereses y necesidades de todas las sociedades. La acción de las empresas multinacionales, la deuda externa, la pérdida de soberanía alimentaria, el comercio injusto, la expoliación de los recursos naturales y los conflictos armados son causas de que las personas se vean forzadas a desplazarse y emigrar, tanto hacia el Norte como entre países del Sur. Hay diversas formas de persecución, que están obligando a millones de personas a tener que salir de sus sociedades de origen como la persecución por razones de género, orientación sexual, raza, religión y la vulneración de derechos.


La migración es un proceso que tiene lugar, en este momento, en el marco de la globalización y no puede ser analizado fuera de ésta. No se debe,  por tanto,  abordar como un tema exclusivamente de fronteras o de «puertas adentro», sino que es un proceso económico, político, cultural y social relacionado directamente con los efectos que el modelo capitalista neoliberal impuesto genera mundialmente.


Hay que denunciar todas las tentativas de imputar a los inmigrantes la culpa de la crisis actual. Los migrantes no son un problema, problema son las causas que provocan las migraciones y no será con más de lo mismo que la crisis será superada, no va a ser con menos derechos, sino con más derechos que la superaremos.   Hay que pensar un nuevo paradigma de desarrollo que respete la tierra y los derechos de las personas migrantes.