El totalitarismo: contra la persona

2146

Experiencia de fe en un campo de concentración,

Soy Hermann Scheipers (1) , Nací  el 24 de julio de 1913. En 1937, a los 24 años, me ordene sacerdote.  Viví y fui testigo de la toma de poder de Hitler cuando era estudiante. Los últimos  y terribles años de su dictadura -de 1941 a 1945-  los pasé como  prisionero en el campo de concentración de Dachau. El haber sobrevivido corporal y espiritualmente al infierno de Dachau se lo debo exclusivamente a  mi fe cristiana.

Me internan en el campo de concentración al acusarme de la asistencia religiosa que realizo con los polacos condenados a trabajo forzoso. Éstos son considerados enemigos de la seguridad y del estado. Para mí, los condenados a trabajo forzoso no eran ´infrahumanos’ como los consideraba  la propaganda nazi.  Eran hijos e hijas de Dios, que al igual que los alemanes, necesitaban mi atención y amor. Por lo que me convierto en un peligro al  desafiar la seguridad del pueblo y del estado.

En la cárcel de Leizig, la Gestapo me presionó bajo amenazas para que renunciara a mi sacerdocio, sin conseguirlo.  En la oficina de la seguridad del  Reich en Berlin constaba por escrito mi condena en los siguientes términos.  ‘Scheipers es un defensor fanático de la Iglesia, es propenso a  generar intranquilidad a la población, por lo que ordenamos su internamiento  en  el campo de concentración de Dachau’ y así me convertí en enemigo del estado.

Sólo en Dachau murieron miles de sacerdotes y creyentes que no se arrodillaron ante los nazis. Murieron de hambre, de un  trato brutal, ejecuciones, experimentos médicos,  en las cámaras de gas  y  epidemias de fiebre tifoidea.  En total  se calcula que hubo  3 millones de mártires en el siglo XX, de los cuales 4000 son sacerdotes. De los 3000 sacerdotes en Dachau murieron cerca de 1000, de ellos 336 en las cámaras de gas. Yo hubiera hecho el número 337 si Dios no me hubiera enviado un ángel por medio de mi hermana melliza.

Tanto Hitler como  Stalin y sus seguidores en China y en todo el mundo querían algo más que el poder. Exigían tus creencias y entrega incondicional a su ideología, esto era una nueva religión. Se le denomina una dictadura ideológica, pero que es más que eso, es un totalitarismo dictatorial. Exigían aquello que sólo Dios nos puede pedir.  Tenías que creer en su ideología y exigían  tu entrega total.

Pero nosotros los cristianos sólo nos debemos a Dios. Debemos obedecer más a Dios que a los hombres, por eso la fe cristiana es irreconciliable con el nacionalsocialismo o con el comunismo. Groebbels escribió en sus diarios: ‘El Führer es profundamente religioso pero totalmente anticristiano’. Ambas dictaduras  se impusieron con gran brutalidad, pero también con mentiras y creando confusiones muy refinadas.

Aún recuerdo de alumno el tiempo de Weimar, y de cómo estas dictaduras prometían la ‘sanación’ (Heil) a la persona. Los nazis con el brazo en alto ‘Heil Hitler’ y los comunistas con el puño cerrado ‘Heil Moscu’. Estamos en un desorden mundial. La humanidad necesita la sanación porque está enferma. Yo como cristiano  siempre he tenido la firme convicción, que sólo Cristo nos puede traer la curación con su entrega  y amor hasta la muerte en cruz.

Los nazis y comunistas querían alcanzar la sanación no con su propia entrega sino a través de su autoafirmación al obligar a las personas e imponerse por medio de una violencia brutal y mentiras. Eso lleva al desprecio de la persona, a la inhumanidad,  en los nazis con los campos de concentración y en los comunistas con los gulags.

El drama de estas dos dictaduras del siglo XX lo describe el apóstol San Juan en el último libro de la Biblia describe la lucha  entre la luz y las tinieblas: ‘La luz vino al mundo, pero los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas’

Esta lucha entre la luz y las tinieblas la ha reflejado el director de cine Volker Schlöndorff de manera extraordinaria en su película ‘El noveno día’ El protagonista es un sacerdote de Luxemburgo, Jean Bernard.  Coincidí  con él a las puertas de las cámaras de gas en Dachau. Somos los dos únicos que, literalmente por medio de un milagro, fuimos salvados.

(Extracto de una conferencia en EEUU, 2009)

Dachau fue el primer campo de concentración que se abrió en Alemania en 1933, cerca de Dachau, Munich Fue primer campo de concentración para presos políticos. En total, hubo 200.000 presos de más de 30 países.