Brasil contradice la legislación internacional en el combate a la trata de personas, porque la mantiene invisible e impune. Eso alienta este delito practicado con fines sexuales, trabajo forzado, adopción ilegal y trasplante de órganos, aseguran especialistas.
Brasil contradice la legislación internacional en el combate a la trata de personas, porque la mantiene invisible e impune. Eso alienta este delito practicado con fines sexuales, trabajo forzado, adopción ilegal y trasplante de órganos, aseguran especialistas.
Las leyes locales castigan más severamente el narcotráfico que los casos en que la trata se considera delito. La venta de drogas, por ejemplo, tiene penas de cárcel de entre cinco y 15 años, en régimen cerrado, mientras que la trata con fines de explotación sexual se castiga con un máximo de ocho años en régimen semiabierto.
“La trata de personas es un delito aún invisible. Lo que ocurre actualmente es una auténtica impunidad “, dijo a IPS el juez Rinaldo Aparecido Barros, miembro del Grupo de Trabajo contra la Trata del Consejo Nacional de Justicia.
Brasil registra un promedio anual de 1.000 casos de personas captadas para ser enviadas al exterior, reveló el Ministerio Público (fiscalía), que promovió en esta ciudad una audiencia pública, el viernes 17, sobre “Trata de personas: prevención, represión, atención a las víctimas y asociaciones”.
Su objetivo fue reunir e intercambiar información sobre el combate a la trata y articular acciones conjuntas para prevenir y reprimir el delito y se concentró en el aspecto de Brasil como emisor de víctimas de trata al exterior.
El país también es receptor de trata y, además, hay brasileñas y brasileñas captados para su explotación dentro de sus fronteras.
Los 3.000 brasileños y brasileñas llevados al exterior en el último trienio fueron sometidos mayormente a explotación sexual y trabajo esclavo, se detalló.
“Descubrir el delito es muy difícil, solo mediante la denuncia se puede iniciar una investigación, sin que sea seguro que se pruebe el delito”, explicó el también representante de la Interpol (Policía Internacional) en el estado de Río de Janeiro.
Además, en la trata internacional, “por lo general, la gente va al lugar de su explotación voluntariamente, la mayoría no sabe que va a tener su pasaporte retenido”.
La Organización Internacional para las Migraciones define la trata como “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción”.
Como coacciones cita “el rapto, el fraude, el engaño, el abuso de poder o una situación de vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”.
En cambio, el tráfico de personas se circunscribe al negocio de traslado e ingreso ilegal de migrantes.
En el código penal brasileño solo se contempla, en el artículo 231, el delito de explotación sexual y, en el artículo 149, el de sometimiento a condición de esclavitud. Ambos se castigan con penas leves, muy inferiores a delitos que no comercian con los seres humanos y su dignidad.
La Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional, rubricada en 2000 y que Brasil ratificó en 2003, tipifica específicamente los delitos de la trata y plantea castigos amplios, algo que el país no ha llevado aún a sus leyes.
“Estamos contracorriente del derecho internacional, en Brasil el tema se ha tratado de manera inadecuada. Es un delito contra la humanidad y atenta contra la dignidad humana”, se quejó Barros.
El juez sostiene que los instrumentos más adecuados para combatir la trata de personas son las medidas que permitan el bloqueo de los activos de sus mafias, para atacar así su lado económico.
La trata está en manos de complejas redes de organizaciones criminales transnacionales que, en Brasil, captan a mujeres generalmente pobres, sin perspectivas de tener una vida mejor, explicó a IPS la abogada Michelle Gueraldi, del Proyecto Trama, que aglutina a organizaciones no gubernamentales dedicadas al combate de este delito.
Cuando emigran, ellas lo hacen voluntariamente, en ocasiones movidas por el deseo de mejorar sus vidas, y terminan explotadas en España, Estados Unidos, Portugal y países del Caribe, entre otros lugares, dijo la especialista.
Blatt sumó que, a su vez, Brasil es receptor de mujeres víctimas de trata, llegadas del este europeo, en especial Hungría y Polonia.
“La trata es una violación de los derechos humanos. Trabajamos en la prevención y protección a sus víctimas. También recibimos denuncias de casos en que notamos que la mayoría de los reclutadores son personas conocidas y de confianza de las víctimas”, detalló Gueraldi.
El gobierno de Brasil estableció en febrero un II Plan de Combate contra la Trata de Personas, pero el reto es llevar a la práctica las políticas establecidas, dijo la abogada.
Blatt reconoció que hacer un seguimiento a las víctimas de la trata en su movilización internacional es complejo para las policías locales y la Interpol.
“Si Brasil es lento el sistema de comunicación entre la policía y los fiscales, imagínense lo que es la comunicación de las policías a nivel internacional”, dijo.
La trata de personas es un negocio extremadamente lucrativo. Tan solo en Europa, genera anualmente unos 3,2 mil millones de dólares, se dijo en la audiencia.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indica que al menos 2,5 millones de personas son víctimas de trata en el mundo. Según una encuesta del organismo, 58 por ciento de esas víctimas son objeto de explotación sexual y 36 por ciento de trabajo esclavo.
Fuente: IPS