El 16 de junio de 2009, los Mossos d’Esquadra registraron 72 locales de confección de ropa regentados por chinos en Mataró, bastión tradicional de la industria textil catalana
Además de las máquinas de coser y las prendas, los agentes hallaron «un cuantioso número de etiquetas identificativas» de grandes marcas. No se trataba, como en otras redadas, de meras falsificaciones.
Los códigos de barras permitieron seguir el rastro de los pedidos hasta el cliente final: «Grupos comerciales dedicados a la actividad textil, de notoria relevancia en mercados nacionales e internacionales», subrayan los informes policiales del sumario del caso Wei, sobre el que se dictó sentencia la semana pasada. Los dueños de tres talleres chinos han sido condenados a tres años y medio de cárcel por explotación laboral.