El Salvador conmemora hoy con una liturgia y una marcha el 37 aniversario de la muerte del beato mártir salvadoreño, monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Los mártires de la iglesia en el siglo XX, y en concreto en Iberoamérica, han hecho surgir «flores» de esperanza y de paz para el aplastado continente.
El 23 de mayo fue beatificado Óscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 cuando tenía 62 años, bajo el lema: Romero, mártir por Amor.
Ejemplo que debe cuestionarnos a todos los cristianos. Frente a la fe de seguridad, vivamos una fe de fidelidad, construyendo una Civilización del Amor que tanto gustaba predicar a Romero siguiendo a Pablo VI y a Juan Pablo II.
Como todo mártir, nos expresa la fortaleza ante la adversidad. En esta lucha liberadora que él predicaba, hay que sufrir, si no es posible que no se esté luchando; sin dejarse engañar por el quedar bien o por querer contentar a todos. Romero fue asesinado a raíz de una homilía en la que predicó: “Ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: no matar… Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios… Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla…
Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado”. Fue muy contundente con el mandamiento NO MATARÁS. Monseñor Romero defendió la dignidad del hombre y la mujer en todo momento de la vida: “Si sentimos la represión porque nos mata a jóvenes y gente que ya es grande, lo mismo es quitar la vida en las entrañas de las mujeres. También el niño en las entrañas es un hombre que por el aborto es asesinado”, aseguró…