El Fondo Monetario Internacional (FMI) está contento con España. Celebra que el país haya entrado, por fin, en la «senda de la recuperación». Abaratar más el despido y subir el IVA de productos de primera necesidad.
Un camino este en el que, según sus previsiones, seguirá avanzando con paso decidido: vaticina que el PIB crecerá este año un 3,1 % y otro 2,5 %, el siguiente. Y no le duelen prendas en reconocer que gran parte del mérito hay que atribuírsela al Gobierno de Rajoy y sus reformas… esas que tan dolorosas han resultado para los ciudadanos.
Los logros están ahí, ensalza la institución que pilota Christine Lagarde, pero no es momento para la autocomplacencia o el triunfalismo, sino, más bien, de aplicar otra vuelta de tuerca a las reformas.
Es la única vía para apuntalar la recuperación, dice. Todo un aviso a navegantes para el próximo Gobierno que salga de las urnas. Y lo que propone suena a más de lo mismo: otra ronda de sacrificios para la población. Para empezar, quiere que España suba algunos impuestos. Los especiales y los medioambientales. Y, cómo no, que meta mano en la lista de productos que disfrutan del IVA reducido (entre ellos, el transporte de viajeros) y superreducido (el pan, la lecche o los medicamentos).
Y quiere también que se abarate el despido. Considera el Fondo la brecha que existe entre el coste del despido de un trabajador fijo y el de uno temporal «debe cerrarse». Traducido: las empresas no deberían tener que pagar tan cara la salida de un trabajador indefinido. No solo eso, insiste en que hay que crear un contrato único para acabar con lo que en el siempre enrevesado lenguaje económico se conoce como dualidad del mercado de trabajo. Pero, todo eso, no basta, además, quieren los expertos del FMI que España siga metiendo la tijera en el capítulo del gasto social. Y en ese punto sus recetas pasan por implantar el copago en servicios tan vitales como la sanidad y la educación.