Farmacéuticas: los beneficios de inducir la cultura del “trastorno”

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Siempre se ha definido el Big Farma como el gran poder de los laboratorios. La estrategia de “sobre-diagnosticar” sintomatologías penetra en todas las capas de la sociedad para la demanda de medicamentos.

El poder de los laboratorios de farmacia, se manifiesta en el cortejo a médicos, instituciones, servicios de salud del Estado…, etc. ¿Cómo? Ofreciendo, por ejemplo, cruceros para formación de jóvenes psiquiatras. Esta es una entre muchas.

Pero a nivel institucional y en el tema de la psiquiatría, resaltamos cómo empezaron por conquistar asociaciones como la APA (Asociación de Psiquiatras Americanos) en los EEUU. Éstos parieron un manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM) en 1952, que tuvo consecuencias.

En 1994 la Organización Mundial de la Salud modificó el capítulo sobre psiquiatría, en la Clasificación Internacional de Enfermedades según la nomenclatura de los DSM-IV, lo que llevó a muchos países a hacer lo mismo. Pasaron de 60 en el manual del 1952 a 410 en el de 1994.

La táctica seguida por estas políticas es en definitiva, enfocar los síntomas sin buscar las causas. Se olvida deliberadamente que un síntoma no es una causa. Entonces se produce que al hablar con el profesional Psiquiatra formado en estos criterios, solo existen “trastornos”: de comportamiento, de alimentación, del sueño…de todo tipo, y a cada uno le corresponde, ¡un medicamento!

Por desgracia y como es lógico, esto también penetró en las Facultades de Medicina donde los DSM han encontrado su acomodo.

La “depresión” por ejemplo, muy habitual en nuestro vocabulario y una realidad patológica, ha sido usada como sumidero de tristezas o melancolías, “todas con riesgo de suicidio”, que con la receta de antidepresivos temporalmente, se puede convertir en preinscripciones que duran toda una vida.

Por tanto sectores críticos con estas prácticas (médicos y psiquiatras incluidos), afirman que la DSM inventa intervalos regulares de nuevos trastornos, que mezclan lo patológico con lo existencial. Lo cual es muy rentable a las farmacéuticas, ya que nuestra vida se alimenta de caídas, de problemas y desafíos, a los que respondemos de forma permanente y buscamos salida. Todo muy humano pero parece que también “patológico”.

Existen muchos medicamentos que intentan apagar los delirios de algunos enfermos, pero en muchas ocasiones apagan más a la persona, que al mismo delirio. Recordemos que muchos pensadores o artistas (Vicent Van Gogh) eran seres delirantes, y grandes creadores e inventores.

Otra gran campaña mediática ha sido el trastorno bipolar. Donde se ha mezclado la misma bipolaridad (de los altibajos de la vida),  con el ciclo maníaco depresivo de la psicosis. Muy peligroso, porque lo que genera es una cadena de prescripción de neurolépticos.

No obstante, el trastorno más abundante e inquietante todos estos años ha sido el llamado “trastorno de atención con o sin hiperactividad” (TDAH). Algunas importantes asociaciones de padres incluso han denunciado el no tratamiento con medicación de los niños con este “trastorno”. En concreto la asociación Hypersupers TDAH France que ha sido financiada por los laboratorios Mensia, Shire, HAC Pharma y NLS Pharma.

Con el TDAH, el síntoma se transforma en enfermedad, y lo que es más grave, se le atribuyen causas de “neurodesarrollo”. Esta afirmación no descansa en ninguna base científica. Si existen problemas ambientales de familia o de escuela.

Jerome Kagan[1] profesor en Harvard, señalaba en 2012, que el TDAH no era una patología, sino una invención.  Para el profesor, el 90% de los 5,4 millones de niños tratados con Ritalin en EEUU, no tiene ningún metabolismo anormal.  Y afirma de forma contundente “Si usted hace entrevistas con niños y adolescentes de 12 a 19 años, entonces el 40 por ciento puede ser clasificado como ansioso o deprimido. Pero si usted mira de cerca y pregunta cuántos de ellos están seriamente perjudicados por esto, el número se reduce al 8 por ciento“.

Kagan pone la depresión como otro ejemplo, y  dice que el diagnóstico erróneo – y por lo tanto sobre-diagnóstico – ocurre a través de todo un espectro de afecciones de salud mental. En términos sencillos, no todas las personas que muestran un síntoma o comportamiento tienen un problema de salud mental. Especialmente los niños, que son un “poco” propensos a la imprevisibilidad.

Para otro doctor, en Francia, Patrick Landman[2] en su libro Tous Hyperactifs? Todos hiperactivos? Afirmaba que el TDAH no tiene causas identificables; sus síntomas no son específicos y están desprovistos de marcadores biológicos.

Estamos pues ante un gran fraude, con la preinscripción de esta anfetamina (Ritalin) a gran escala mundial, con unas consecuencias imprevisibles.

Marino Pérez, especialista en Psicología Clínica y catedrático de Psicopatología y Técnicas de Intervención en la Universidad de Oviedo afirmaba hace unos años en una entrevista que : “el TDAH es un diagnóstico, cada vez más popularizado, que carece de entidad clínica. Para empezar, no se establece sobre criterios objetivos que permitan diferenciar el comportamiento normal del supuestamente patológico, sino que se basa en apreciaciones subjetivas, en estimaciones de los padres del tipo de si «a menudo» el niño se distrae y se mueve mucho. Más que nada, el diagnóstico es tautológico. Si un padre preguntara al clínico por qué su hijo es tan desatento e inquieto, probablemente le respondería porque tiene TDAH, y si le preguntara ahora cómo sabe que tiene TDAH, le diría porque es desatento e inquieto. Por lo demás, insisto, no existe ninguna condición neurobiológica ni genética identificada, y sí muchas familias donde no se asume que la educación de los niños es más difícil de lo que se pensaba.

La enfermedad se ha convertido en un gran negocio del que se extraen abundantes beneficios. Cuánto más enfermos creamos estar, más “necesidades” querremos cubrir.

Por eso una vez más tenemos que afirmar, que los determinantes de la salud no son tener más hospitales, más médicos y enfermeras, más resonancias, más escáneres… En la salud de las poblaciones lo que de verdad influyen son condiciones de vida como, por ejemplo, tener un trabajo o una vivienda digna..etc

Recopilación de Solinet

Fuentes del artículo:

  • Le Monde Diplomatique (Gerard Pommier) Médico-Psiquiatra de la Universidad de París
  • La medicalización de la vida (Voz de los sin Voz)
  • Vídeo de solidaridad Tv

[1] https://en.wikipedia.org/wiki/Jerome_Kagan

[2] Psiquiatra y Psicoanalista