Descubrir y vivir la vocación en todas sus dimensiones es el reto de este proyecto.
Una persona que es capaz de descubrir y desarrollar su vocación es una persona esencialmente libre y feliz. Sin embargo en un mundo cada día más complejo y dinámico las personas se enfrentan a mayores dificultades para encontrar una orientación que dé sentido a sus vidas.El responder a la vocación no es una tarea individualista, todo lo contrario, es un discernimiento donde el joven con sus padres, educadores y amigos va descubriendo sus cualidades y como poner estas al servicio de los demás como la forma más genuina de dar sentido a su vida. En este proceso la amistad, la verdadera amistad, es fundamental.La vocación también supone un evidente paso de madurez. Frente a la tendencia actual a infantilizarlo todo, la educación vocacional significa que el joven se prepara para asumir su responsabilidad frente al mundo, de tal forma que sea capaz, junto con otros, de adquirir una profesión, formar una familia… y trabajar por un mundo mejor, más justo y solidario.
Dos dinámicas
Hemos distinguido dos dinámicas distintas pero complementarias para sirvan de referencia mutua. Una para jóvenes entre 14 y 17 años y otra para mayores de 17. Cada uno va a llevar su ritmo pero es muy importante que entre ellos haya momentos comunes donde sobre todo los mayores asuman la responsabilidad de ayudar a los más pequeños.
Desarrollo integral
Lamentablemente vivimos en un mundo materialista y utilitarista que reduce las personas a objetos, instrumentos, estadísticas o datos.El ser humano es mucho más que eso. El cultivo de la dimensión material nunca puede ser en detrimento de la dimensión cultural y espiritual. La convivencia en la Comunidad Ecuménica de Taizé (Francia) va a permitir que jóvenes de diferentes países, culturas y religiones compartan juntos esta dimensión tan importante para el desarrollo del ser humano.
Por otro lado, la convivencia en el Aula de verano Malagón Rovirosa del Movimiento Cultural Cristiano va a permitir conocer más de cerca la espiritualidad de aquellos militantes cristianos pobres, que por su fe fueron capaces de trabajar por un mundo más justo, solidario y fraterno.Los actos religiosos son lógicamente voluntarios pero animamos a aquellos jóvenes que no son creyentes que se muestren libres y abiertos y que compartan estos tiempos y espacios con los demás pudiendo reflexionar, meditar o leer algo que les permita profundizar en el descubrimiento de su vocación.
Frente al individualismo que nos condena a la soledad y a la desconfianza queremos que los jóvenes puedan desarrollarse también como las personas solidarias y generosas que son. Por eso durante todos estos días que dura el campamento siempre va a estar presente el Bien Común, la justicia y la solidaridad, especialmente con los que más sufren, los más necesitados de pan y de justicia.
Conocimiento y compromiso con la realidad
Nos parece muy importante la formación de nuestros jóvenes de cara a que conozcan críticamente el mundo y la época que les ha tocado vivir. Por ello, una de las partes fundamentales de este proyecto educativo vocacional es su participación en el curso «Desafíos para la solidaridad en el siglo XXI».
La alegría y la amistad
Hoy muchos jóvenes tienen que «ponerse» para estar alegres, para relacionarse, lo cual indica que algo no funciona. Muchos en su interior, aunque no lo expresen explícitamente, están heridos en su vocación y esa herida no les deja ser libres ni felices. Ante ello, estamos convencidos de que el cultivo personal y comunitario de la vocación va a generar un «pandilla de amigos» dispuestos a compartir, ayudarse mutuamente ante las dificultades de la vida y del mundo y ello va a ser una fuente cotidiana de verdadera alegría al reconocerse como capaces de amar y ser amados por lo que son. Los amigos, el noviazgo, los estudios, el trabajo, la familia adquieren otra dimensión mucho más profunda desde esta perspectiva.
¿Cómo lo vamos a hacer? Pincha el siguiente enlace: