En política siempre fue importante cuidar la imagen, pero en las últimas décadas la tendencia se ha acentuado tanto que, hoy, en España, tenemos un presidente que no vacila ni un segundo en presumir de hacer lo contrario de lo que realmente hace.
Estos primeros meses del gobierno de Sánchez, podríamos resumir su filosofía de gobierno en dos frases:
- No importa lo que hago, sino lo que sale en la foto.
- Si la realidad no coincide con mis intereses, peor para la realidad.
Sánchez llegó al poder tras una moción de censura, por corrupción, al anterior Gobierno y tras una serie de difíciles acuerdos con otros partidos, ya que sólo tiene 84 escaños (el Parlamento se compone de 350). No hubo elecciones tras la caída del gobierno anterior. Está bien que un gobierno caiga si se destapan tramas de corrupción tan graves como las que afectan al PP, por lo que no es criticable esa llegada al Gobierno.
El problema es que Sánchez presume de valores democráticos y no ha convocado elecciones inmediatas, que es lo que habría hecho un verdadero demócrata que llega al poder de la forma en que su Gobierno lo ha hecho. Lo contrario a esos valores es hacer lo que está haciendo Sánchez: tratar de consolidarse en el poder antes de celebrar comicios, para llegar a estos en la mejor situación posible.
Apariencia: Presidente democrático. Realidad: Presidente ávido de poder.
Obviemos el bochornoso book de fotos que se hizo al poco de proclamarse Presidente o que en los primeros 100 días hayan dimitido dos ministros por casos de corrupción (en un Gobierno que está donde está porque el anterior era corrupto) y pasemos directamente tema de la inmigración: Al poco de llegar Sánchez al poder, apareció en los medios el caso del “Aquarius”, un barco lleno de inmigrantes al que Europa, en su ya tradicional política de pisotear los derechos humanos de los pobres, no dejaba tomar tierra.
Sánchez se rasgó las vestiduras y dio permiso al barco para atracar en España. Se hizo fotos, se dio publicidad al caso, se habló de Derechos Humanos… En realidad a los pasajeros del “Aquarius” sólo se les dio 45 días de permiso para estar en España. Sánchez sabía que 45 días después, la prensa y la opinión pública ya se habrían olvidado del “Aquarius”, así que daba igual si los inmigrantes conseguían sus papeles o eran deportados en ese plazo. Pero lo más grave es que “el problema de la inmigración”, el problema real, es que las leyes europeas y, más en concreto, las españolas (así como las políticas empleadas en el día a día), pisotean los Derechos de los inmigrantes. Y Pedro Sánchez en ese terreno no ha movido un dedo. Su política es puro continuismo de la del anterior Gobierno. Con devoluciones en caliente, colaboración con Marruecos, y sin tocar una coma de la ley. Recordemos que Marruecos es en realidad una dictadura, cuya política en materia migratoria es absolutamente salvaje: Entre otras cosas, cuando detiene a inmigrantes, los lleva a la frontera y los deja en mitad del desierto, sin agua ni víveres para poder sobrevivir. En la práctica, esto es matar a muchos de ellos. Pedro Sánchez lo sabe, pero no ha hecho nada al respecto.
Apariencia: Defensa de los derechos de los inmigrantes. Realidad: Violación de los derechos de los inmigrantes de forma sistemática, condenando, en la práctica, a muchos de ellos a la muerte.
Otra de las cosas que ha hecho Sánchez es, nada más llegar al poder, reunirse con George Soros. ¿Para qué se reúne el presidente de España con un especulador húngaro cuya fortuna proviene de arruinar países para luego “rescatarlos”? Esto al tiempo que presume de ser un político de izquierdas, progresista… De hecho, su partido es el Partido Socialista Obrero Español. Pero Sánchez no ha dado explicaciones de por qué se reunió con Soros, que además de especular en los países que ayuda a arruinar, es conocido por difundir ciertas ideologías que, revestidas de progresismo, son en realidad afines al neocapitalismo.
Apariencia: Progresismo, izquierdas, “Partido Socialista Obrero Español”… Realidad: Obediencia a los dictados de los grandes capitalistas internacionales.
En la actualidad, Pedro Sánchez mantiene en vigor el contrato del anterior gobierno con respecto a las armas que éste acordó venderle a Arabia Saudí. Más allá de que la fabricación y venta de armas no es una política ética, el problema es que Sánchez presume de ser un presidente feminista. ¿De verdad es feminismo venderle armas a la dictadura más machista del mundo? Claro que no.
Vender armas tampoco puede ser la política para crear puestos de trabajo dignos y duraderos. Cuando venda estas armas, ¿qué va a hacer? ¿Fabricar más bombas para mantener el negocio funcionando? ¿Y a qué dictadura le venderá las próximas armas? ¿Hasta cuándo va a perdurar esta forma de “generar empleo”? ¿No tiene otros planes para acabar con el paro?
Apariencia: Feminismo, defensa de los trabajadores. Realidad: Vende armas a dictaduras que son especialmente machistas, no promueve políticas eficaces de generación de empleo.
También podríamos hablar de su proyecto estrella: La eutanasia. La está vendiendo como la máxima expresión del socialismo. Como el culmen de su programa. La eutanasia, que es más que probable que se la haya “sugerido” Soros, no es socialista. No es crecer en derechos, ni libertades. No es nada de eso. Es simplemente eliminar a los enfermos, a las personas “sobrantes”. Es recortar en Seguridad Social, pues los muertos no ocupan cama, ni requieren personal que les atienda, ni tampoco toman medicamentos. Eutanasia es convertir ciertas enfermedades en una condena a muerte. Es poner el concepto “calidad de vida” por encima de la misma dignidad de la vida. Combinada con el aborto, la eutanasia es, en definitiva, una forma de eugenesia (selección de raza).
Dice la ministra de Salud, en el colmo del cinismo, que los cuidados paliativos y la eutanasia no son excluyentes. Tendrá que explicar cómo se le aplican los cuidados paliativos a alguien a quien previamente has matado y qué sentido tiene dárselos cuando ya se está muerto… Claro que son excluyentes. Al paciente, o le das cuidados paliativos, o le matas. Hacer las dos cosas es imposible.
Apariencia: Ampliar derechos y libertades. Realidad: Selección de raza (eugenesia), recortes en la Seguridad Social, desprecio a los Derechos Humanos.
En definitiva, el gobierno de Pedro Sánchez se caracteriza por haber separado completamente lo aparente de lo real. No es que exagere lo que hace, no es que pesque una sardina y presuma de haber pescado un tiburón… No, es que la realidad no tiene nada que ver con lo que presume que está haciendo. Hasta puede ser diametralmente opuesta. Tanto empeño le pone a las apariencias que incluso hizo un video donde “repasaba” sus primeros cien días de Gobierno felicitándose por sus “logros”… Ya sabe, querido lector: “una mentira repetida mil veces, acaba convirtiéndose en verdad.”
Conclusiones:
No nos centremos en un político u otro. No se trata de Pedro Sánchez, de Pablo Iglesias Turrión, de Albert Rivera, de Pablo Casado, de Joaquim Torrá, de Iñigo Urkullu… El problema no son ellos, aunque ellos sean parte del problema. El problema está en nosotros: hemos dimitido de formar nuestra conciencia crítica y nos engañan con cualquier cosa. Hemos dimitido de esforzarnos en entender qué significa realmente ser “de derechas” o ser “de izquierdas”, qué significa “progresar” y qué “retroceder”, qué “libertad” y qué “libertinaje”… y cuando nos venden que el aborto o la eutanasia son “progreso”, lo aceptamos. Hemos rechazado la solidaridad con los más desfavorecidos y vulnerables (niños, jóvenes, inmigrantes pobres, ancianos, enfermos, discapacitados…) y, al mirar cada uno por nuestro propio interés, nos compran ofreciéndonos puestos de trabajo inicuos o subvenciones inmorales o … Hemos olvidado que luchar por hacer una sociedad más justa implica meterse en política y no permitir a los que mandan hacer lo que les dé la gana. Hemos dimitido de ser verdaderamente demócratas y esto nos está llevando a que la Democracia y el Estado de Derecho retrocedan en vez de avanzar. Y como la democracia no puede funcionar sin demócratas, vemos cómo los autoritarismos crecen en el mundo. Porque el paso siguiente a los Pedro Sánchez y compañía son los Trump, Le Pen, partidos como Amanecer Dorado, los nacionalismos… Y la Historia nos enseña que los autoritarismos no traen nada bueno, que siempre acaban mal.
Mi abuela decía que cuando aparece un salvador de la patria, siempre se acaba convirtiendo en un dictador que oprime al pueblo. Así que o despertamos nuestras conciencias y nos ponemos a trabajar juntos por el bien común, por la solidaridad… o aparecerá un salvador de la patria, como ocurrió en Venezuela hace unos 20 años, con un tal Hugo Chávez. Y podemos ver cuáles son las consecuencias.
Pedro Gajete.