Revoluciones «de ricos» en el marco de la economía neoliberal

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Se repite el esquema de fondo de la mentira nacionalista que denunciaba Salvador Seguí (militante obrero anarquista catalán), que en los años 20 del pasado siglo afirmaba en un discurso famoso: «los que nos roban en Cataluña también nos roban en Madrid» El movimiento obrero no conocía las fronteras al hablar de justicia

Hoy se podría decir desde una visión internacionalista del siglo XXI «los que precarizan, roban y excluyen lo hacen en toda España en todo el Mundo»

Sin entrar a valorar a fondo el sindicalismo como tal en esa época, de principios de siglo XX, sí podemos concluir que aquellos militantes eran de izquierdas, tenían principios, y se jugaban la vida por el ideal de justicia…

Y es que el nacionalismo nunca ha sido un asunto relacionado con los ideales de la clase obrera, de los pobres, sino de la burguesía que se oponía y se opone a ellos. Y así hemos visto y vemos, a organizaciones políticas que se dicen de izquierdas apoyando al nacionalismo insolidario.

Tal vez no son tan de izquierdas como afirman ser ¿Cuándo se empezaron a unir caminos que antes se birfucaban y propósitos que antes colisionaban entre sí?

En algún momento o proceso de nuestro devenir político-social  un amplio sector de la antigua clase más desfavorecida pasó a ser clase media e, incluso, pequeña burguesía, y asumió los planteamientos filosóficos y políticos de la burguesía… Por supuesto el cambio sociológico en España ha tenido que ver, el acomodamiento a unos principios dados por el capitalismo actual.

Recordemos que la España más rica se llenó en el siglo XX de migrantes venidos de otras tierras menos favorecidas por la inversión estatal, y enriquecieron esas zonas. País Vasco, Cataluña, Madrid…

¿Quiénes son los pobres hoy, los aplastados en Madrid y en Cataluña?

Los más aplastados son los migrantes empobrecidos, y la gran masa de precarizados (españoles o no) que sufren las embestidas de la «nueva economía»

Los más aplastados son los migrantes empobrecidos, y la gran masa de precarizados (españoles o no) que sufren las embestidas de la «nueva economía»

Desde que se ha conocido la sentencia, sorprende (o quizás ya no nos asombra) ver a tantos jóvenes protestando en las calles de Barcelona, paralizando comunicaciones.

Gracias a la manipulación mediática y cultural, estos jóvenes salen a las calles a protestar, a lanzar objetos etc… por un ideal que rompe la solidaridad entre españoles, entre inmigrantes empobrecidos y sociedad enriquecida, entre generaciones. Una sinrazón en toda regla, que obedece al beneficio de unos pocos.

Quizás muchos de ellos y por supuesto, la mayoría de los que están en sus casas o en las facultades estén abocados a un trabajo precario, a una economía del descarte, a una economía que mata. Inmersos como estamos en la prolongación de una crisis económica provocada desde 2007 y que va a continuar y profundizarse.

El nacionalismo conduce a la guerra

El nacionalismo (cualquiera) conduce a la guerra, a la disputa, al egoismo, a la ruptura entre pueblos y generaciones. Es puro Liberalismo: «Mi libertad acaba donde comienza la tuya, pero intentaré agrandar la mía a toda costa»

A un siglo de la huelga de La Canadiense (Barcelona), donde el movimiento obrero español se hizo fuerte frente al aplastamiento que sufrían, las calles son ocupadas por una «revolución de ricos». Populismo al servicio del poder.

¿Donde está el internacionalismo solidario?

Luis Antúnez