Etiopía al borde de la guerra civil. Se fomenta el caos en el cuerno de África.

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El caos parece ser la estrategia para la dominación de los países, especialmente de los más empobrecidos de la tierra. El nacionalismo sigue siendo una herramienta fundamental para fomentar la división internacionalmente hablando.

Una comunidad de cristianos ortodoxos etíopes encienden velas y rezan por la paz durante un servicio religioso en la catedral de Medhane Alem, en el área de Bole Medhanealem de la capital, Addis Abeba.

Etiopía parece estar al borde de una guerra civil, lo que amenaza la estabilidad del el Cuerno de África, una de las regiones más estratégicas del mundo. El pasado jueves el ejercito nacional de Etiopia proclamaba su victoria sobre los rebeldes locales en la región de Tigray, ante la afirmación de estos de que los aviones de combate habían bombardeado los alrededores para someter a la región. Mientras, el ejército del país afirma que se ha visto obligado a participar en una «guerra inesperada y sin rumbo».

Un año después de recibir el Premio Nobel de la Paz, Abiy Ahmed Ali, primer ministro de Etiopía, ve ahora como su país se encamina hacia una guerra civil.

Es lo que temen analistas y observadores del conflicto armado iniciado hace más de una semana en ese país del África oriental y que de momento ha dejado cientos de muertos y miles de desplazados que buscan refugio en Sudán.

En Etiopía, el segundo país más poblado de África, se enfrenta el ejército federal contra tropas afines al Frente de Liberación Popular (FLPT), el partido nacionalista que gobierna la región norteña de Tigray.

Las tensiones entre el gobierno federal y Tigray se han intensificado en los últimos meses, pero las hostilidades recientes disparan los temores de que una guerra civil amenace la estabilidad del Cuerno de África, una de las regiones más turbulentas y estratégicas del planeta.

La población civil sufre las consecuencias.

Este jueves, Amnistía Internacional (AI) informó sobre una masacre producida en la noche del 9 de noviembre, cuando «decenas o probablemente cientos de personas murieron acuchilladas y a machetazos» en Mai-Kadra, en el oeste de Tigray.

AI no ha podido corroborar la autoría de la masacre pero cuenta con testimonios que señalan a fuerzas leales al FLPT tras perder una batalla ante tropas federales.

El gobierno de Abiy también culpabilizó a Tigray de los crímenes, pero desde la región negaron las acusaciones.

Claves y antecedentes del conflicto

Durante décadas, el FLPT había sido un partido dominante en Etiopía, pero las cosas cambiaron en 2018 con la llegada al gobierno de Abiy.

Elegido como «líder reformista», el nuevo primer ministro acusó a funcionarios de antiguos gobiernos de corrupción y abusar de derechos humanos, y expulsó a políticos clave del FLPT del gobierno central.

Abiy disolvió la coalición multiétnica que había gobernado el país hasta entonces y creó el Partido de la Prosperidad (PP), lo cual añadió más tensión política.

El FLPT se opuso argumentando que esta acción dividiría al país y se negó a formar parte de la nueva alianza.

Tampoco se mostraron satisfechos con el resultado de las negociaciones de paz entre Etiopía y Eritrea tras 20 años de guerra, considerando que habían pasado por alto sus intereses.

Las diferencias se agudizaron el pasado septiembre, cuando Tigray celebró elecciones regionales a pesar de que habían sido pospuestas por el gobierno federal a causa de la pandemia.

«El gobierno de Abiy no reconoció la legitimidad de las elecciones de Tigray, cortó relaciones y congeló los presupuestos federales», explica a BBC Mundo Ahmed Soliman, experto en Cuerno de África para Chatham House, un think tank con sede en Londres.

«También les acusó de incitar a la violencia en el país», agrega el académico.

El FLPT ha llegado incluso a amenazar con independizarse citando un artículo de la Constitución federal que permite «el derecho incondicional a la autodeterminación, incluyendo la secesión».

Un país con fronteras abiertas.

900.000 refugiados.

Etiopía siempre ha mantenido sus fronteras abiertas para las personas que huyen de los conflictos o los disturbios de la región. El país acoge a 900.000 refugiados —de los cuales 200.000 viven fuera de los campamentos—que proceden de Sudán del Sur, Somalia, el Sudán, Eritrea y Kenya (ordenados según el número de refugiados) y residen principalmente en 26 campamentos distribuidos por todo el país. Los hogares de refugiados siguen dependiendo íntegramente del apoyo de la comunidad internacional. En diciembre de 2017, Etiopía puso en marcha una estrategia nacional deintervención integral para los refugiados para el período comprendido entre 2018 y 2027, que incluye la expedición de permisos de trabajo, el derecho a vivir fuera de los campamentos de refugiados.

BBC y Redacción solidaridadnet