PISTAS para una EDUCACIÓN SOLIDARIA de NIÑOS y JÓVENES.

2007

Deseamos de todo corazón que los niños y jóvenes se eduquen en un ambiente que, sin hablar, transmita solidaridad. Sólo así podrán ser esperanza en un mundo en guerra de fuertes contra débiles.

Por Belén Marijuán
Publicado el 08/01/2003

Es frecuente oír hablar en la calle de temas educativos generalmente centrados en cuestiones superficiales como los horarios, las vacaciones, los libros de texto, la pugna entre escuela pública y privada (ambas con el mismo currículo), la situación actual de los jóvenes…

¿Quién no ha oído mil veces un diálogo como este?
«No hago vida de mis hijos; no puedo con ellos. ¡Qué ganas tengo de que empiece el curso y se vayan al colegio!» dice una madre nerviosa.
Pues si usted se queja de los tres niños que tiene, ¡imagínese yo, que tengo treinta y cinco en la clase!» apostilla una profesional de la enseñanza.

Paralelamente en los círculos más cercanos a los profesionales de la educación los temas estrella son el debate acerca de la LOGSE, su éxito o fracaso, el malestar docente, la falta de disciplina y de autoridad del maestro, la desmotivación del alumnado, entre otros.

Muchos son los que piensan que educar es una tarea ardua e ingrata, y no falta razón cuando vemos que fallan las condiciones que hacen posible el hecho educativo. Cunde entonces el desánimo y el derrotismo. El sentimiento de que la tarea educativa es inútil y se encuentra abocada irremediablemente al fracaso se instala en muchos corazones. Los índices de fracaso escolar aumentan cada año, y es un hecho evidente que la escolaridad obligatoria no ha supuesto una superación real del analfabetismo. ¿Cuál es el nivel cultural real de nuestros estudiantes según el informe sobre fracaso escolar de este año?

Constatamos que el sistema educativo no educa y que la educación española está supeditada a la economía. Los padres se sienten impotentes, abandonando su responsabilidad y confiándola a la escuela, al sistema, al mercado, al Estado. Se le pide a éste, primero que la institución escolar sirva de guardería, en segundo lugar que empleen a los jóvenes, y si sobra tiempo que les eduquen y les formen.

Los alumnos, niños, adolescentes y jóvenes, huérfanos de referencias morales positivas y lúcidas se están quedando también a merced del mercado. El mercado con las empresas transnacionales han tomado la calle como espacio propio, y es el principal agente educador de nuestros niños y jóvenes. Encontramos cromos, revistas, TV, libros, vídeos, música, radio, cine, videojuegos, centros recreativos y comerciales, ordenadores, móviles que conforman la forma de ser, de divertirse, de pensar, de sentir, de actuar de millones de niños y jóvenes.¿ Sabemos, por ejemplo, que los juguetes que la multinacional de hamburguesas McDonald’s regala en sus promociones son elaboradas en China por adolescentes entre 12 y 17 años, con jornadas de más de 12 horas y un sueldo de 400 pts al día?

Perdidos los valores de esfuerzo del trabajo y del estímulo, los chavales encuentran en la escuela el mismo ambiente y la misma cultura que en la sociedad en general. La cultura del todo vale, del hago lo que me gusta, del todo está permitido. Y es que el sistema educativo no hace más que reflejar el relativismo, la incertidumbre, el desmoronamiento ético que sufre nuestra sociedad. Por ello, las reformas y mini reformas, lo único que hacen es poner más parches para sostener mejor el sistema; si de verdad queremos una formación y educación solidaria para los niños y jóvenes, no podremos conseguirlo si no luchamos por un cambio de mentalidad, si no entendemos la función del educador, de la familia y de la misma tarea educativa desde otra perspectiva radicalmente distinta.

Líneas para una escuela solidaria.

A partir de ahora quisiéramos, los maestros y padres que escribimos estas líneas, expresar las pautas que marcan la pedagogía de la escuela que soñamos y poco a poco estamos haciendo realidad durante este curso en la sierra madrileña.
La denuncia de Mounier es tajante: «se ha podido decir de nuestra educación que es, en grandes líneas: «una matanza de inocentes»: desconoce la personalidad del niño como tal, al que impone un concentrado de las perspectivas del adulto. » La meta de la educación, según Mounier, no es hacer, sino despertar personas. Un persona se suscita por invocación, no se fabrica por domesticación»

Un proyecto educativo realmente fundamentado no puede prescindir del objetivo de trabajar con niños y jóvenes y a la vez fortalecer el espacio debilitado de la familia.

El mercado tiene perfectamente perfilados los elementos constitutivos del proceso educativo, y sabe que con ellos está educando; estos elementos son: el espacio, el tiempo, los contenidos y las relaciones que establece entre las personas. Vamos a intentar, por tanto, intuir una propuesta concreta de una escuela solidaria que tenga en cuenta estos mismos elementos desde otra perspectiva.
No se trata de inventar nada, se trata de recoger de experiencias educativas de nuestra historia aquellos elementos que han supuesto un avance hacia una educación solidaria.

A) ¿En qué espacio?
El espacio donde se desarrolla el trabajo educativo deberá ser:

  • autónomo para los niños y jóvenes, donde ellos asuman el trabajo necesario: comer, estudiar, jugar, trabajar para su mantenimiento.
  • Austero: donde se necesite poco, que posibilite la libertad y la creatividad, que prescinda de lo superfluo para que los más sencillos se encuentren a gusto.
  • Abierto: a las relaciones entre las personas, a la reflexión y a la acción.

B) ¿Cuándo?

  • Un momento educativo debe romper las cadenas del tiempo. Todo el tiempo debe ser educativo porque está preparado para que así sea. Ningún momento se deja a la improvisación. ¿Quién organiza el tiempo en una casa actualmente? La televisión.
  • El tiempo es sagrado: se debe enseñar a respetar el tiempo de los demás: puntualidad, respeto, pensar para poder dialogar con los demás.
  • El tiempo deberá estar a la medida del hombre: aprovechar momentos para que sean realmente educativos, de las múltiples ocasiones que se nos presentan, hacer de ellas reflexión y experiencia.
  • Frente a la tiranía del imperio que roba el fin de semana a los niños y jóvenes, a nuestros hijos, en esta propuesta de escuela, debemos hacer que ese tiempo sea querido y deseado por todos.

C) Los contenidos. ¿Qué enseñar?

Una educación solidaria no puede prescindir de estos contenidos trabajados colectivamente.

  • Partir y ser conscientes de lo que sabemos, experimentamos, vivimos.
  • Historia de los sencillos: historia de la solidaridad, de testigos de lucha por la justicia y la Paz, de la no- violencia.
  • La naturaleza.
  • La sexualidad.
  • El mundo y sus instituciones.
  • Cristo y su Iglesia.

Para conseguir estos contenidos, proponemos unos métodos que nos ayuden a conseguir estos fines:

  • El estudio. No podemos ceder al chantaje del sistema actual de que «no todos valen». Es necesario establecer las condiciones para que todos puedan acceder al estudio. Jean Guitton en su libro «el trabajo intelectual» nos da pistas para fortalecer el estudio y que todos sean conscientes de su importancia.
  • El juego: que es el trabajo de los niños.
  • El trabajo manual. ¡qué fundamental es para una educación que se potencie el trabajo manual! Pensar con las manos, que diría E. Mounier. Cocinar, construir sus propios juegos, carpintería, jardinería, mantenimiento.
  • Dominar la palabra y pertenecer a los sencillos. Lorenzo Milani cultivó la palabra de modo permanente en su pedagogía. Aprender a dialogar, a comunicar con las condiciones básicas para que haya diálogo entre todos los hombres. El mundo de hoy exige estar alfabetizado en cuanto comprender y saber expresar el mundo en que vive. Dos seres humanos no pueden comunicarse ni amarse si no son iguales.
  • Convivir: frente al individualismo feroz de nuestra sociedad, cultivar actitudes para estar en grupo: saber perder, colaborar unos con otros en todas las tareas, aceptarse uno mismo y aceptar al otro, saber distinguir lo importante de lo accesorio en las relaciones humanas, estar con otros para hacer un mundo más justo.
  • Compartir: no sólo lo que tenemos, también las luchas de liberación de tantas personas y pueblos. Conocer de sus problemas, sus luchas.
  • Celebrar la vida con los sacramentos.
  • Todo ello en un clima de silencio y permanente espíritu de revisión, que significa Aprender de los errores y aciertos.

    Y, finalmente, convertir todo lo que se hace, se dialoga, se observa, se escucha, se reflexiona, en experiencia.

Deseamos de todo corazón que los niños y jóvenes se eduquen en un ambiente que, sin hablar, transmita solidaridad. Sólo así podrán ser esperanza en un mundo en guerra de fuertes contra débiles.